El actor oscense Vito Sanz habla de su familia y su tierra mucho más que de él mismo y de su trabajo. Nada más empezar la charla con él, ya sé que su padre es aparejador, que una de sus hermanas es fisioterapeuta, que la otra trabaja en un museo y que su madre es maestra de música en la asociación Down Huesca, que, por cierto, hace una tarea impagable para mejorar la calidad de vida de personas con síndrome de Down. Andan todos ellos más que entusiasmados con la nominación al premio Goya como mejor actor : «Yo intento rebajar las expectativas, porque hay muchos casos de premiados que luego no han encontrado más trabajo, pero mi madre me dice que aproveche y que me permita emocionarme con el momento. A veces no me doy mucho valor».A su padre un poco más y lo atropellan cuando le dio la noticia por teléfono: «Iba hacia una obra cuando lo llamé y paró en la carretera, emocionado, en una secundaria de estas de Huesca…» Por suerte no le pasó nada, pero sirva la anécdota como excusa para recordar que, en efecto, las carreteras de por ahí andan bastante justas. Nos ponemos a charlar de nuestros terruños y tácitamente convenimos que esa parte del Pirineo que queda entre Jaca (Huesca) y el Valle de Boí (Lérida) es lo mejor del mundo .El peor viaje de Sanz no tiene nada que ver con esos maravillosos lugares, por supuesto. Tuvo lugar más al sur, y su familia tuvo una presencia tan importante como inesperada. Se fue a Marruecos con un amigo . «Estuvimos en una casa que nos alquilaron y un día vi un grupo de señoras que estaban como metidas en una habitación y pensé en mi madre y en mis hermanas». Esa asociación de ideas, asegura, marcó el viaje.La nostalgia debió de apoderarse de él, y una cierta tristeza también, al ver que la discriminación por motivo de género sigue plenamente vigente en países tan cercanos. «En ese viaje vi a muy pocas mujeres por las calles. Cuando volví a España me había dado cuenta de lo importantes que habían sido ellas en mi vida». Hasta escribió una carta a su madre y sus hermanas.Con el debido respeto, le hago notar que tampoco parece tan mal viaje. Al fin y al cabo los viajes nos sirven para reflexionar y aprender. Se ríe y su narración cambia de ritmo totalmente: «Bueno, es que, aparte, salió todo mal». Ahora sí, empieza a perfilarse un mal viaje: «Nos metimos en un autobús que no nos llevó al sitio donde íbamos, sino a otro pueblo», con los líos que el cambio conllevó a nivel logístico. Y la cosa podría haber ido a peor si llegan a pillarlo por exhibicionista : «Me fui a bañar en la playa y como no tenía bañador me bañé desnudo y claro, yo no sabía que era casi un delito». No acabó en comisaría porque un marroquí con paciencia tuvo a bien avisarle de que en su país ir aireando según que partes no se acaba de ver con buenos ojos. Noticia Relacionada reportaje Si Todas las películas hablan de Jonás Trueba: un paseo por los escenarios de su cine Fernando MuñozDe ‘ Miocardio ‘ comenta que el protagonista, Pablo, «está como estaba yo hace un par de años, un poco en crisis vital, y le cuesta pedir ayuda». «Nos da pudor pedir ayuda, parece de débiles pero es ser muy valiente», señala. Dice que es una película «pequeñita, con unos diálogos… Disfruté mucho haciéndola». Le pido que defina «pequeñita» en este contexto, y que me diga si ‘ Volveréis ‘, por la que está nominado al Goya, es pequeña, mediana o grande. «Digo pequeñita en el sentido de presupuesto», aclara. «Jonás Trueba siempre dice que el dinero en el cine cuenta, y es triste pero es así. En películas con menos presupuesto hay que rodar en menos tiempo, y eso condiciona mucho el trabajo. Es verdad que en ‘Miocardio’ y ‘Volveréis’ tienen unos presupuestos bajitos, deben de ser de alrededor de un millón. Eso en teatro es una pasada, pero en el cine se te funde». El actor oscense Vito Sanz habla de su familia y su tierra mucho más que de él mismo y de su trabajo. Nada más empezar la charla con él, ya sé que su padre es aparejador, que una de sus hermanas es fisioterapeuta, que la otra trabaja en un museo y que su madre es maestra de música en la asociación Down Huesca, que, por cierto, hace una tarea impagable para mejorar la calidad de vida de personas con síndrome de Down. Andan todos ellos más que entusiasmados con la nominación al premio Goya como mejor actor : «Yo intento rebajar las expectativas, porque hay muchos casos de premiados que luego no han encontrado más trabajo, pero mi madre me dice que aproveche y que me permita emocionarme con el momento. A veces no me doy mucho valor».A su padre un poco más y lo atropellan cuando le dio la noticia por teléfono: «Iba hacia una obra cuando lo llamé y paró en la carretera, emocionado, en una secundaria de estas de Huesca…» Por suerte no le pasó nada, pero sirva la anécdota como excusa para recordar que, en efecto, las carreteras de por ahí andan bastante justas. Nos ponemos a charlar de nuestros terruños y tácitamente convenimos que esa parte del Pirineo que queda entre Jaca (Huesca) y el Valle de Boí (Lérida) es lo mejor del mundo .El peor viaje de Sanz no tiene nada que ver con esos maravillosos lugares, por supuesto. Tuvo lugar más al sur, y su familia tuvo una presencia tan importante como inesperada. Se fue a Marruecos con un amigo . «Estuvimos en una casa que nos alquilaron y un día vi un grupo de señoras que estaban como metidas en una habitación y pensé en mi madre y en mis hermanas». Esa asociación de ideas, asegura, marcó el viaje.La nostalgia debió de apoderarse de él, y una cierta tristeza también, al ver que la discriminación por motivo de género sigue plenamente vigente en países tan cercanos. «En ese viaje vi a muy pocas mujeres por las calles. Cuando volví a España me había dado cuenta de lo importantes que habían sido ellas en mi vida». Hasta escribió una carta a su madre y sus hermanas.Con el debido respeto, le hago notar que tampoco parece tan mal viaje. Al fin y al cabo los viajes nos sirven para reflexionar y aprender. Se ríe y su narración cambia de ritmo totalmente: «Bueno, es que, aparte, salió todo mal». Ahora sí, empieza a perfilarse un mal viaje: «Nos metimos en un autobús que no nos llevó al sitio donde íbamos, sino a otro pueblo», con los líos que el cambio conllevó a nivel logístico. Y la cosa podría haber ido a peor si llegan a pillarlo por exhibicionista : «Me fui a bañar en la playa y como no tenía bañador me bañé desnudo y claro, yo no sabía que era casi un delito». No acabó en comisaría porque un marroquí con paciencia tuvo a bien avisarle de que en su país ir aireando según que partes no se acaba de ver con buenos ojos. Noticia Relacionada reportaje Si Todas las películas hablan de Jonás Trueba: un paseo por los escenarios de su cine Fernando MuñozDe ‘ Miocardio ‘ comenta que el protagonista, Pablo, «está como estaba yo hace un par de años, un poco en crisis vital, y le cuesta pedir ayuda». «Nos da pudor pedir ayuda, parece de débiles pero es ser muy valiente», señala. Dice que es una película «pequeñita, con unos diálogos… Disfruté mucho haciéndola». Le pido que defina «pequeñita» en este contexto, y que me diga si ‘ Volveréis ‘, por la que está nominado al Goya, es pequeña, mediana o grande. «Digo pequeñita en el sentido de presupuesto», aclara. «Jonás Trueba siempre dice que el dinero en el cine cuenta, y es triste pero es así. En películas con menos presupuesto hay que rodar en menos tiempo, y eso condiciona mucho el trabajo. Es verdad que en ‘Miocardio’ y ‘Volveréis’ tienen unos presupuestos bajitos, deben de ser de alrededor de un millón. Eso en teatro es una pasada, pero en el cine se te funde».
EL PEOR VIAJE DE mi vida
El actor presenta ‘Miocardio’, la ópera prima como director de José Manuel Carrasco, a la espera de saber si ganará el Goya por ‘Volveréis’
El actor oscense Vito Sanz habla de su familia y su tierra mucho más que de él mismo y de su trabajo. Nada más empezar la charla con él, ya sé que su padre es aparejador, que una de sus hermanas es fisioterapeuta, que … la otra trabaja en un museo y que su madre es maestra de música en la asociación Down Huesca, que, por cierto, hace una tarea impagable para mejorar la calidad de vida de personas con síndrome de Down. Andan todos ellos más que entusiasmados con la nominación al premio Goya como mejor actor: «Yo intento rebajar las expectativas, porque hay muchos casos de premiados que luego no han encontrado más trabajo, pero mi madre me dice que aproveche y que me permita emocionarme con el momento. A veces no me doy mucho valor».
A su padre un poco más y lo atropellan cuando le dio la noticia por teléfono: «Iba hacia una obra cuando lo llamé y paró en la carretera, emocionado, en una secundaria de estas de Huesca…» Por suerte no le pasó nada, pero sirva la anécdota como excusa para recordar que, en efecto, las carreteras de por ahí andan bastante justas. Nos ponemos a charlar de nuestros terruños y tácitamente convenimos que esa parte del Pirineo que queda entre Jaca (Huesca) y el Valle de Boí (Lérida) es lo mejor del mundo.
El peor viaje de Sanz no tiene nada que ver con esos maravillosos lugares, por supuesto. Tuvo lugar más al sur, y su familia tuvo una presencia tan importante como inesperada. Se fue a Marruecos con un amigo. «Estuvimos en una casa que nos alquilaron y un día vi un grupo de señoras que estaban como metidas en una habitación y pensé en mi madre y en mis hermanas». Esa asociación de ideas, asegura, marcó el viaje.
La nostalgia debió de apoderarse de él, y una cierta tristeza también, al ver que la discriminación por motivo de género sigue plenamente vigente en países tan cercanos. «En ese viaje vi a muy pocas mujeres por las calles. Cuando volví a España me había dado cuenta de lo importantes que habían sido ellas en mi vida». Hasta escribió una carta a su madre y sus hermanas.
Con el debido respeto, le hago notar que tampoco parece tan mal viaje. Al fin y al cabo los viajes nos sirven para reflexionar y aprender. Se ríe y su narración cambia de ritmo totalmente: «Bueno, es que, aparte, salió todo mal». Ahora sí, empieza a perfilarse un mal viaje: «Nos metimos en un autobús que no nos llevó al sitio donde íbamos, sino a otro pueblo», con los líos que el cambio conllevó a nivel logístico. Y la cosa podría haber ido a peor si llegan a pillarlo por exhibicionista: «Me fui a bañar en la playa y como no tenía bañador me bañé desnudo y claro, yo no sabía que era casi un delito». No acabó en comisaría porque un marroquí con paciencia tuvo a bien avisarle de que en su país ir aireando según que partes no se acaba de ver con buenos ojos.
De ‘Miocardio‘ comenta que el protagonista, Pablo, «está como estaba yo hace un par de años, un poco en crisis vital, y le cuesta pedir ayuda». «Nos da pudor pedir ayuda, parece de débiles pero es ser muy valiente», señala. Dice que es una película «pequeñita, con unos diálogos… Disfruté mucho haciéndola». Le pido que defina «pequeñita» en este contexto, y que me diga si ‘Volveréis‘, por la que está nominado al Goya, es pequeña, mediana o grande. «Digo pequeñita en el sentido de presupuesto», aclara. «Jonás Trueba siempre dice que el dinero en el cine cuenta, y es triste pero es así. En películas con menos presupuesto hay que rodar en menos tiempo, y eso condiciona mucho el trabajo. Es verdad que en ‘Miocardio’ y ‘Volveréis’ tienen unos presupuestos bajitos, deben de ser de alrededor de un millón. Eso en teatro es una pasada, pero en el cine se te funde».
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