Robert de Niro se subió al proyecto ‘Día cero’ no porque quisiera redimir su alma, corrupta por el historial de tipos abyectos o mafiosos de su filmografía, sino porque echaba de menos Nueva York. Quería volver a casa. Luego, claro, vio el potencial de la miniserie, una disección del poder que asusta por sus ecos con la realidad y su inevitable trascendencia. En el último gran thriller de Netflix, que ha estrenado este jueves sus seis episodios, el actor se decanta por el lado bueno de la historia e interpreta al héroe, al expresidente imparcial, al hombre justo al que rescatan de su retiro para liderar una comisión por encima del bien y del mal, encargada de averiguar la verdad, en plena era de las ‘fake news’ y los intereses cruzados, sobre un ciberataque terrorista que ha destapado las debilidades de Estados Unidos acabando con la vida de miles de civiles. «Lo interesante del poder es lo que se hace para mantener el poder. Siempre hay una justificación que respalda que para hacer cosas buenas en el mundo se necesita hacer cosas malas para seguir en el cargo. Hay un momento en la serie en el que quienes están al mando quieren claramente que George Mullen (el personaje de De Niro) actúe de una forma distinta y él no lo hará. Por encima de la verdad, siempre está el bien y el mal, pero él hará lo correcto, aunque vaya en su contra», describe Eric Newman, uno de los creadores de la serie, al personaje de Robert de Niro. «Al menos lo intentará», matiza el actor, asintiendo con el mismo gesto adusto con el que en ‘Día cero’ supervisa desde esa comisión con autoridad extraordinaria. «Explorar el poder es siempre interesante porque tienes una responsabilidad si lo ostentas. Tienes la responsabilidad de hacer lo que está bien. Así es como lo veo», continúa el intérprete, conciso, en rueda de prensa. Y sin quererlo, de paso, justifica su elección para el papel, su primer gran protagonista en la pequeña pantalla.Noticia Relacionada opinion Si Al ala oeste de Karla Sofía Gascón Lucía Cabanelas Ganar un Oscar no está reñido con propinar un puñetazo y suma puntos ser de la minoría que quieras, pero jamás se puede tener la boca más grande que el colectivo al que representasTodo el rato pasan cosas en ‘Día cero’, incluso cuando De Niro no está en pantalla, trajeado o en chándal, corriendo por el jardín de su mansión de jubilado junto a su perro. Por eso la serie se guardó las espaldas con un reparto de primer nivel, que incluye a Angela Bassett, Jesse Plemons, Lizzy Caplan, Bill Camp o Joan Allen, entre otros. Intervienen la CIA y el FBI. Las comisiones que controlan a comisiones. Como en cualquier investigación, hay un tablón de corcho con pistas sobre el caso. Y, como casi siempre en la ficción, los rusos tienen un papel muy específico reservado. Pero la serie de Netflix sabe guardarse sus cartas y juega con la intriga, que dosifica para que los giros de guión, continuos, no pierdan el factor sorpresa. La verdad, aunque tarde, termina saliendo a la luz.«Estaba preocupado por cómo procesamos las noticias, porque parece que hemos bajado los brazos frente a la verdad. Hablamos y surgió la idea de contar la historia de alguien que se encarga de determinar qué es verdad cuando el propio mecanismo del sistema para determinarla evidencia que está corrupto. Es una buena metáfora para el momento en el que estamos, no solo como país, porque no afecta solo a EE.UU., sino a nivel global. La subjetividad en la verdad no debería existir. Los hechos son los hechos», explica Newman sobre los orígenes de este thriller.Angela Bassett interpreta a la presidenta de EE.UU. en ‘día cero’ NetflixEn ‘Día cero’ hay armas biológicas capaces de crear enfermedades neurodegenerativas, ‘hackers’ al servicio del Gobierno y muchos espías, propios y ajenos. Como en toda ficción por el poder, también traiciones, por la espalda y a la cara. Lo que más abunda, sin embargo, es el barullo, la distorsión, las distracciones, a veces en forma de cebos de los propios capítulos, que terminan siempre con un ‘cliffhanger’, y otras, en su mayoría, por las informaciones interesadas, de uno y otro y otro bando. El thriller se termina convirtiendo en una cruda sátira de nuestros tiempos. Y en el horizonte, siempre, Robert de Niro, el último hombre bueno de Estados Unidos, uno de los pocos inquilinos recientes de la Casa Blanca en la ficción que recupera el noble arte de gobernar desde el Despacho Oval. «Vince Gilligan, creador de ‘Breaking Bad’, el otro día en el sindicato de guionistas alentó a sus compañeros del gremio a que volvieran a escribir, a crear, buenos tipos. Él, que cinceló a uno de los grandes villanos de la ficción, dijo que quizás habíamos pasado demasiado tiempo construyendo villanos y que tal vez ahora lo que necesitamos era centrarnos en personajes que fueran buenos de verdad. Me gustó mucho su reflexión porque creo que nosotros, como contadores de historias, tenemos la oportunidad de influir en la forma en que la gente piensa sobre sí misma y sobre la cultura», destaca en una entrevista Connie Britton, jefa de prensa del expresidente George Mullen en ‘Día cero’ y la persona, junto a Plemons, que se interpone entre De Niro y el resto del mundo para protegerlo.La larga sombra de Donald TrumpMenos optimista se muestra Matthew Modine, conocido por interpretar en los últimos al Doctor Brenner en ‘Stranger Things’, el «papá» de la protagonista Once. «La serie es como un espejo de nuestra sociedad y eso a veces da miedo. Es muy difícil comprender lo que pasa cuando sucede en tiempo real y ser capaz de mantener esa objetividad», cuenta a ABC. El actor, que da vida a un político en el bando opuesto al de De Niro, comparte con su personaje, maquiavélico, el enfado con el Gobierno de Estados Unidos. Ni le hace falta mentar a Donald Trump, cuya sombra planea siempre aunque su nombre no termine de sonar: «Soy más cínico sobre América. He sido testigo de cómo este experimento al que llaman democracia americana se transforma en una autocracia corporativa, en la que los presidentes trabajan para las empresas. En el último nombramiento, toda la gente que estaba sentada detrás del presidente, procedente del mundo tecnológico, magnifica la idea de que el presidente no es tan poderoso, que su puesto ha perdido la respetabilidad. Al final, como ciudadanos estamos trabajando para grandes corporaciones multinacionales».Claro que Robert de Niro es Robert de Niro. Dentro y fuera de la pantalla. Aunque matice aquí sus muecas y aparque por volver a la Gran Mazana el papel de gruñón al que parece haberle relegado la tercera edad, de vez en cuando saca su lado oscuro a pasear cuando se ‘encuentra’, en persona, con el personaje de Dan Stevens, periodista y agitador que se convierte en una especie de «gusano que se cuela en su cerebro» y lo tortura a base de mala prensa. En cuanto puede, el personaje de De Niro se la devuelve; lo sacude, literal y figuradamente. «Todo el mundo lo llama Bobby. Yo no. Mr. Robert. Fue una dinámica interesante la que nos tocó. Muy intimidante, pero tuvo mucho cuidado para asegurarse de que yo estaba realmente bien durante algunas de las escenas, fue muy dulce. Aunque todavía sonríe cuando ve las escenas y recuerda por lo me hizo pasar», asegura Stevens. Robert de Niro se subió al proyecto ‘Día cero’ no porque quisiera redimir su alma, corrupta por el historial de tipos abyectos o mafiosos de su filmografía, sino porque echaba de menos Nueva York. Quería volver a casa. Luego, claro, vio el potencial de la miniserie, una disección del poder que asusta por sus ecos con la realidad y su inevitable trascendencia. En el último gran thriller de Netflix, que ha estrenado este jueves sus seis episodios, el actor se decanta por el lado bueno de la historia e interpreta al héroe, al expresidente imparcial, al hombre justo al que rescatan de su retiro para liderar una comisión por encima del bien y del mal, encargada de averiguar la verdad, en plena era de las ‘fake news’ y los intereses cruzados, sobre un ciberataque terrorista que ha destapado las debilidades de Estados Unidos acabando con la vida de miles de civiles. «Lo interesante del poder es lo que se hace para mantener el poder. Siempre hay una justificación que respalda que para hacer cosas buenas en el mundo se necesita hacer cosas malas para seguir en el cargo. Hay un momento en la serie en el que quienes están al mando quieren claramente que George Mullen (el personaje de De Niro) actúe de una forma distinta y él no lo hará. Por encima de la verdad, siempre está el bien y el mal, pero él hará lo correcto, aunque vaya en su contra», describe Eric Newman, uno de los creadores de la serie, al personaje de Robert de Niro. «Al menos lo intentará», matiza el actor, asintiendo con el mismo gesto adusto con el que en ‘Día cero’ supervisa desde esa comisión con autoridad extraordinaria. «Explorar el poder es siempre interesante porque tienes una responsabilidad si lo ostentas. Tienes la responsabilidad de hacer lo que está bien. Así es como lo veo», continúa el intérprete, conciso, en rueda de prensa. Y sin quererlo, de paso, justifica su elección para el papel, su primer gran protagonista en la pequeña pantalla.Noticia Relacionada opinion Si Al ala oeste de Karla Sofía Gascón Lucía Cabanelas Ganar un Oscar no está reñido con propinar un puñetazo y suma puntos ser de la minoría que quieras, pero jamás se puede tener la boca más grande que el colectivo al que representasTodo el rato pasan cosas en ‘Día cero’, incluso cuando De Niro no está en pantalla, trajeado o en chándal, corriendo por el jardín de su mansión de jubilado junto a su perro. Por eso la serie se guardó las espaldas con un reparto de primer nivel, que incluye a Angela Bassett, Jesse Plemons, Lizzy Caplan, Bill Camp o Joan Allen, entre otros. Intervienen la CIA y el FBI. Las comisiones que controlan a comisiones. Como en cualquier investigación, hay un tablón de corcho con pistas sobre el caso. Y, como casi siempre en la ficción, los rusos tienen un papel muy específico reservado. Pero la serie de Netflix sabe guardarse sus cartas y juega con la intriga, que dosifica para que los giros de guión, continuos, no pierdan el factor sorpresa. La verdad, aunque tarde, termina saliendo a la luz.«Estaba preocupado por cómo procesamos las noticias, porque parece que hemos bajado los brazos frente a la verdad. Hablamos y surgió la idea de contar la historia de alguien que se encarga de determinar qué es verdad cuando el propio mecanismo del sistema para determinarla evidencia que está corrupto. Es una buena metáfora para el momento en el que estamos, no solo como país, porque no afecta solo a EE.UU., sino a nivel global. La subjetividad en la verdad no debería existir. Los hechos son los hechos», explica Newman sobre los orígenes de este thriller.Angela Bassett interpreta a la presidenta de EE.UU. en ‘día cero’ NetflixEn ‘Día cero’ hay armas biológicas capaces de crear enfermedades neurodegenerativas, ‘hackers’ al servicio del Gobierno y muchos espías, propios y ajenos. Como en toda ficción por el poder, también traiciones, por la espalda y a la cara. Lo que más abunda, sin embargo, es el barullo, la distorsión, las distracciones, a veces en forma de cebos de los propios capítulos, que terminan siempre con un ‘cliffhanger’, y otras, en su mayoría, por las informaciones interesadas, de uno y otro y otro bando. El thriller se termina convirtiendo en una cruda sátira de nuestros tiempos. Y en el horizonte, siempre, Robert de Niro, el último hombre bueno de Estados Unidos, uno de los pocos inquilinos recientes de la Casa Blanca en la ficción que recupera el noble arte de gobernar desde el Despacho Oval. «Vince Gilligan, creador de ‘Breaking Bad’, el otro día en el sindicato de guionistas alentó a sus compañeros del gremio a que volvieran a escribir, a crear, buenos tipos. Él, que cinceló a uno de los grandes villanos de la ficción, dijo que quizás habíamos pasado demasiado tiempo construyendo villanos y que tal vez ahora lo que necesitamos era centrarnos en personajes que fueran buenos de verdad. Me gustó mucho su reflexión porque creo que nosotros, como contadores de historias, tenemos la oportunidad de influir en la forma en que la gente piensa sobre sí misma y sobre la cultura», destaca en una entrevista Connie Britton, jefa de prensa del expresidente George Mullen en ‘Día cero’ y la persona, junto a Plemons, que se interpone entre De Niro y el resto del mundo para protegerlo.La larga sombra de Donald TrumpMenos optimista se muestra Matthew Modine, conocido por interpretar en los últimos al Doctor Brenner en ‘Stranger Things’, el «papá» de la protagonista Once. «La serie es como un espejo de nuestra sociedad y eso a veces da miedo. Es muy difícil comprender lo que pasa cuando sucede en tiempo real y ser capaz de mantener esa objetividad», cuenta a ABC. El actor, que da vida a un político en el bando opuesto al de De Niro, comparte con su personaje, maquiavélico, el enfado con el Gobierno de Estados Unidos. Ni le hace falta mentar a Donald Trump, cuya sombra planea siempre aunque su nombre no termine de sonar: «Soy más cínico sobre América. He sido testigo de cómo este experimento al que llaman democracia americana se transforma en una autocracia corporativa, en la que los presidentes trabajan para las empresas. En el último nombramiento, toda la gente que estaba sentada detrás del presidente, procedente del mundo tecnológico, magnifica la idea de que el presidente no es tan poderoso, que su puesto ha perdido la respetabilidad. Al final, como ciudadanos estamos trabajando para grandes corporaciones multinacionales».Claro que Robert de Niro es Robert de Niro. Dentro y fuera de la pantalla. Aunque matice aquí sus muecas y aparque por volver a la Gran Mazana el papel de gruñón al que parece haberle relegado la tercera edad, de vez en cuando saca su lado oscuro a pasear cuando se ‘encuentra’, en persona, con el personaje de Dan Stevens, periodista y agitador que se convierte en una especie de «gusano que se cuela en su cerebro» y lo tortura a base de mala prensa. En cuanto puede, el personaje de De Niro se la devuelve; lo sacude, literal y figuradamente. «Todo el mundo lo llama Bobby. Yo no. Mr. Robert. Fue una dinámica interesante la que nos tocó. Muy intimidante, pero tuvo mucho cuidado para asegurarse de que yo estaba realmente bien durante algunas de las escenas, fue muy dulce. Aunque todavía sonríe cuando ve las escenas y recuerda por lo me hizo pasar», asegura Stevens.
Robert de Niro se subió al proyecto ‘Día cero’ no porque quisiera redimir su alma, corrupta por el historial de tipos abyectos o mafiosos de su filmografía, sino porque echaba de menos Nueva York. Quería volver a casa. Luego, claro, vio el potencial de la … miniserie, una disección del poder que asusta por sus ecos con la realidad y su inevitable trascendencia. En el último gran thriller de Netflix, que ha estrenado este jueves sus seis episodios, el actor se decanta por el lado bueno de la historia e interpreta al héroe, al expresidente imparcial, al hombre justo al que rescatan de su retiro para liderar una comisión por encima del bien y del mal, encargada de averiguar la verdad, en plena era de las ‘fake news’ y los intereses cruzados, sobre un ciberataque terrorista que ha destapado las debilidades de Estados Unidos acabando con la vida de miles de civiles.
«Lo interesante del poder es lo que se hace para mantener el poder. Siempre hay una justificación que respalda que para hacer cosas buenas en el mundo se necesita hacer cosas malas para seguir en el cargo. Hay un momento en la serie en el que quienes están al mando quieren claramente que George Mullen (el personaje de De Niro) actúe de una forma distinta y él no lo hará. Por encima de la verdad, siempre está el bien y el mal, pero él hará lo correcto, aunque vaya en su contra», describe Eric Newman, uno de los creadores de la serie, al personaje de Robert de Niro. «Al menos lo intentará», matiza el actor, asintiendo con el mismo gesto adusto con el que en ‘Día cero’ supervisa desde esa comisión con autoridad extraordinaria.
«Explorar el poder es siempre interesante porque tienes una responsabilidad si lo ostentas. Tienes la responsabilidad de hacer lo que está bien. Así es como lo veo», continúa el intérprete, conciso, en rueda de prensa. Y sin quererlo, de paso, justifica su elección para el papel, su primer gran protagonista en la pequeña pantalla.
Todo el rato pasan cosas en ‘Día cero’, incluso cuando De Niro no está en pantalla, trajeado o en chándal, corriendo por el jardín de su mansión de jubilado junto a su perro. Por eso la serie se guardó las espaldas con un reparto de primer nivel, que incluye a Angela Bassett, Jesse Plemons, Lizzy Caplan, Bill Camp o Joan Allen, entre otros. Intervienen la CIA y el FBI. Las comisiones que controlan a comisiones. Como en cualquier investigación, hay un tablón de corcho con pistas sobre el caso. Y, como casi siempre en la ficción, los rusos tienen un papel muy específico reservado. Pero la serie de Netflix sabe guardarse sus cartas y juega con la intriga, que dosifica para que los giros de guión, continuos, no pierdan el factor sorpresa. La verdad, aunque tarde, termina saliendo a la luz.
«Estaba preocupado por cómo procesamos las noticias, porque parece que hemos bajado los brazos frente a la verdad. Hablamos y surgió la idea de contar la historia de alguien que se encarga de determinar qué es verdad cuando el propio mecanismo del sistema para determinarla evidencia que está corrupto. Es una buena metáfora para el momento en el que estamos, no solo como país, porque no afecta solo a EE.UU., sino a nivel global. La subjetividad en la verdad no debería existir. Los hechos son los hechos», explica Newman sobre los orígenes de este thriller.
Netflix
En ‘Día cero’ hay armas biológicas capaces de crear enfermedades neurodegenerativas, ‘hackers’ al servicio del Gobierno y muchos espías, propios y ajenos. Como en toda ficción por el poder, también traiciones, por la espalda y a la cara. Lo que más abunda, sin embargo, es el barullo, la distorsión, las distracciones, a veces en forma de cebos de los propios capítulos, que terminan siempre con un ‘cliffhanger’, y otras, en su mayoría, por las informaciones interesadas, de uno y otro y otro bando. El thriller se termina convirtiendo en una cruda sátira de nuestros tiempos. Y en el horizonte, siempre, Robert de Niro, el último hombre bueno de Estados Unidos, uno de los pocos inquilinos recientes de la Casa Blanca en la ficción que recupera el noble arte de gobernar desde el Despacho Oval.
«Vince Gilligan, creador de ‘Breaking Bad’, el otro día en el sindicato de guionistas alentó a sus compañeros del gremio a que volvieran a escribir, a crear, buenos tipos. Él, que cinceló a uno de los grandes villanos de la ficción, dijo que quizás habíamos pasado demasiado tiempo construyendo villanos y que tal vez ahora lo que necesitamos era centrarnos en personajes que fueran buenos de verdad. Me gustó mucho su reflexión porque creo que nosotros, como contadores de historias, tenemos la oportunidad de influir en la forma en que la gente piensa sobre sí misma y sobre la cultura», destaca en una entrevista Connie Britton, jefa de prensa del expresidente George Mullen en ‘Día cero’ y la persona, junto a Plemons, que se interpone entre De Niro y el resto del mundo para protegerlo.
La larga sombra de Donald Trump
Menos optimista se muestra Matthew Modine, conocido por interpretar en los últimos al Doctor Brenner en ‘Stranger Things’, el «papá» de la protagonista Once. «La serie es como un espejo de nuestra sociedad y eso a veces da miedo. Es muy difícil comprender lo que pasa cuando sucede en tiempo real y ser capaz de mantener esa objetividad», cuenta a ABC. El actor, que da vida a un político en el bando opuesto al de De Niro, comparte con su personaje, maquiavélico, el enfado con el Gobierno de Estados Unidos. Ni le hace falta mentar a Donald Trump, cuya sombra planea siempre aunque su nombre no termine de sonar: «Soy más cínico sobre América. He sido testigo de cómo este experimento al que llaman democracia americana se transforma en una autocracia corporativa, en la que los presidentes trabajan para las empresas. En el último nombramiento, toda la gente que estaba sentada detrás del presidente, procedente del mundo tecnológico, magnifica la idea de que el presidente no es tan poderoso, que su puesto ha perdido la respetabilidad. Al final, como ciudadanos estamos trabajando para grandes corporaciones multinacionales».
Claro que Robert de Niro es Robert de Niro. Dentro y fuera de la pantalla. Aunque matice aquí sus muecas y aparque por volver a la Gran Mazana el papel de gruñón al que parece haberle relegado la tercera edad, de vez en cuando saca su lado oscuro a pasear cuando se ‘encuentra’, en persona, con el personaje de Dan Stevens, periodista y agitador que se convierte en una especie de «gusano que se cuela en su cerebro» y lo tortura a base de mala prensa. En cuanto puede, el personaje de De Niro se la devuelve; lo sacude, literal y figuradamente. «Todo el mundo lo llama Bobby. Yo no. Mr. Robert. Fue una dinámica interesante la que nos tocó. Muy intimidante, pero tuvo mucho cuidado para asegurarse de que yo estaba realmente bien durante algunas de las escenas, fue muy dulce. Aunque todavía sonríe cuando ve las escenas y recuerda por lo me hizo pasar», asegura Stevens.
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