La idea es sugerente, tentadora, ¡cómo no se nos había ocurrido! Para qué leer, pudiendo usar los libros, en el mejor de los casos, como un fondo decorativo más en nuestros vídeos en TikTok. El debate lo ha abierto una influencer al parecer muy famosa a la que podemos colocar rápidamente, a ella también, en una estantería interesante que decora nuestro presente de forma muy disruptiva. Porque hoy amamos la disrupción, la involución, me explico.
Veamos primero qué más hay en esa estantería que tenemos de fondo en nuestros días: a María Pombo y su discurso contra los libros les acompaña, bien pegadita, la manía contra la ciencia que en EE UU ha crecido tanto que un antivacunas está a cargo del Ministerio de Sanidad. ¡Bravo! En los pasos atrás que estamos dando en estos días, quemaremos los libros (Hitler fue solo un adelantado) y quemaremos los avances contra las enfermedades. También nos decora la prohibición de películas, obras y teorías como la que se extiende en EE UU y Vox ha tratado de importar a España. Total: ¿qué nos aporta la cultura, sino un sinfín de conocimiento que ayuda a formar ciudadanos libres capaces de respetar al contrario, esencia de la democracia? Fuera todo eso, ya está bien, hombre.
Más cosas para la nueva estantería trendy del momento: Donald Trump quiere olvidarse del departamento de Defensa y recuperar el nombre que tuvo en los buenos tiempos: Ministerio de la Guerra. ¿Qué mejor que mentalizarse de que es mejor mandar un pepinazo a una narcolancha en aguas internacionales en lugar de darle el alto y detener a los secuaces? ¡Viva la guerra también! Idea que —estaréis de acuerdo conmigo— le ayudará a conseguir el Nobel de la Paz que persigue, en este mundo de hoy que ha puesto las cosas al revés.
Algunas más: el fin de los medios de comunicación. Como quieren Trump, Elon Musk y la ultraderecha en general, será idóneo informarnos por bulos, intoxicaciones, mejor matar a periodistas en Gaza y eliminar el prestigio de periódicos que molestan demasiado. ¿Qué mejor que creer a los mentirosos?
Y así, poco a poco y siguiendo por este caminito, sin cultura, sin ciencia, sin medios serios y sin respeto a la ley internacional, ¡bingo! Pronto volveremos al Medievo, donde no había vacunas, ni libros, ni derechos, ni leyes internacionales. O ya puestos: ¿por qué no abrimos el debate entre el Paleolítico o el Neolítico? Claro qué sí, dónde vamos a estar mejor que en la cueva. ¡Viva Trump! ¡Viva la guerra! ¡Muera la cultura! ¡Y vivan las cuevas! Involucionemos a gusto entre todos.
El discurso contra los libros, la cultura, las vacunas y la ley internacional nos devuelve a la Edad Media. O a la Prehistoria
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El discurso contra los libros, la cultura, las vacunas y la ley internacional nos devuelve a la Edad Media. O a la Prehistoria


La idea es sugerente, tentadora, ¡cómo no se nos había ocurrido! Para qué leer, pudiendo usar los libros, en el mejor de los casos, como un fondo decorativo más en nuestros vídeos en TikTok. El debate lo ha abierto una influenceral parecer muy famosa a la que podemos colocar rápidamente, a ella también, en una estantería interesante que decora nuestro presente de forma muy disruptiva. Porque hoy amamos la disrupción, la involución, me explico.
Veamos primero qué más hay en esa estantería que tenemos de fondo en nuestros días: a María Pombo y su discurso contra los libros les acompaña, bien pegadita, la manía contra la ciencia que en EE UU ha crecido tanto que un antivacunas está a cargo del Ministerio de Sanidad. ¡Bravo! En los pasos atrás que estamos dando en estos días, quemaremos los libros (Hitler fue solo un adelantado) y quemaremos los avances contra las enfermedades. También nos decora la prohibición de películas, obras y teorías como la que se extiende en EE UU y Vox ha tratado de importar a España. Total: ¿qué nos aporta la cultura, sino un sinfín de conocimiento que ayuda a formar ciudadanos libres capaces de respetar al contrario, esencia de la democracia? Fuera todo eso, ya está bien, hombre.
Más cosas para la nueva estantería trendy del momento: Donald Trump quiere olvidarse del departamento de Defensa y recuperar el nombre que tuvo en los buenos tiempos: Ministerio de la Guerra. ¿Qué mejor que mentalizarse de que es mejor mandar un pepinazo a una narcolancha en aguas internacionales en lugar de darle el alto y detener a los secuaces? ¡Viva la guerra también! Idea que —estaréis de acuerdo conmigo— le ayudará a conseguir el Nobel de la Paz que persigue, en este mundo de hoy que ha puesto las cosas al revés.
Algunas más: el fin de los medios de comunicación. Como quieren Trump, Elon Musk y la ultraderecha en general, será idóneo informarnos por bulos, intoxicaciones, mejor matar a periodistas en Gaza y eliminar el prestigio de periódicos que molestan demasiado. ¿Qué mejor que creer a los mentirosos?
Y así, poco a poco y siguiendo por este caminito, sin cultura, sin ciencia, sin medios serios y sin respeto a la ley internacional, ¡bingo! Pronto volveremos al Medievo, donde no había vacunas, ni libros, ni derechos, ni leyes internacionales. O ya puestos: ¿por qué no abrimos el debate entre el Paleolítico o el Neolítico? Claro qué sí, dónde vamos a estar mejor que en la cueva. ¡Viva Trump! ¡Viva la guerra! ¡Muera la cultura! ¡Y vivan las cuevas! Involucionemos a gusto entre todos.
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Sobre la firma

Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por ‘El sueño de la razón’, su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.
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