En el escenario, un hombre libre y otro que no tanto. El primero se llama José Luis Rodríguez Zapatero y este martes presentó su último libro, titulado La solución pacífica, editado por Plaza & Janés. El segundo es José Manuel Albares, es ministro de Exteriores y está obligado, ayer, hoy y siempre que dure su mandato, a comunicar lo justo y sobre todo a no gesticular, no vaya a ser que la liemos. “Amigos árabes, hermanos latinoamericanos”, dijo. Cosas así. Durante toda la presentación estuvo mirando con arrobo al que no ha sido nunca su jefe, pero sí su presidente. Otro hombre profundamente enamorado.
Cuando aún quedaba media hora para que arrancara el acto, algún cámara protestaba ante las medidas de seguridad. “¡Hay más tíos con pinganillos que personas!”, protestaba. Enseguida llegó la exministra Magdalena Álvarez: “¡A mí me han dicho que me busque!”, dijo mientras localizaba la silla con la pegatina que incluía su nombre y apellido. Más exministros: Trinidad Jiménez, José Blanco, Miguel Sebastián y otra Magdalena, Valerio. Del PSOE actual, Santos Cerdán y el ya citado ministro de Exteriores. Estaba prevista la presencia de Pilar Alegría, pero no apareció. Zapatero reaccionó ante la noticia del día, la querella interpuesta por el rey Juan Carlos I a Miguel Ángel Revilla: “Extraña”. Y no dijo nada más.
ZP lleva tiempo ejerciendo de uno y trino: a veces presidente; otras, rapsoda y vate cuando declama; y, en medio, trazas de cura de iglesia obrera. Esta vez ocurrió lo mismo. Ha hablado de paz y de guerra, citó en al menos dos ocasiones a Kennedy, pidió una oposición constructiva, anunció que algún día la guerra será abolida y lamentó nuestra impasibilidad ante la muerte a diario de decenas de personas en zonas del mundo como Gaza. “Me avergüenzo de nuestra especie”, lamentó moviendo las manos y elevando el tono de voz, no se sabe si para enfatizar su rabia o para animar al público. Público que, como en las traseras de los mítines, no paró de asentir con todo lo pronunciado en escena. “La tarea esencial del ser humano es arrinconar y combatir la violencia. El odio, la ira, matar”, exclamó.
Se ha hablado mucho de paz, de compromiso, de amor por Europa. De lo que unos consideran valentía y otros simplemente deber. El expresidente del Gobierno reconoce que no sabe qué decisión habría tomado con respecto a las tropas españolas en Irak —que Zapatero retiró en 2004— si, en vez de George W. Bush, el presidente estadounidense de entonces hubiera sido Donald Trump.
Cuentan que Rodríguez Zapatero ha dado la lata lo justo con la edición del libro. Citas de Antonio Gamoneda en el arranque y de García Márquez al final. La foto escogida para la portada, obra de Begoña Rivas, la escogieron un poco entre su esposa, Sonsoles Espinosa, y una de sus hijas. Afirman que corre a diario durante una hora y que le preocupaba que el tono final de este libro fuera accesible. “Se lee bien”, dicen los que lo han leído. Quizá sea lo mejor que se puede decir, hoy y siempre, del libro de cualquier político.
En el escenario, un hombre libre y otro que no tanto. El primero se llama José Luis Rodríguez Zapatero y este martes presentó su último libro, titulado La solución pacífica, editado por Plaza & Janés. El segundo es José Manuel Albares, es ministro de Exteriores y está obligado, ayer, hoy y siempre que dure su mandato, a comunicar lo justo y sobre todo a no gesticular, no vaya a ser que la liemos. “Amigos árabes, hermanos latinoamericanos”, dijo. Cosas así. Durante toda la presentación estuvo mirando con arrobo al que no ha sido nunca su jefe, pero sí su presidente. Otro hombre profundamente enamorado.Cuando aún quedaba media hora para que arrancara el acto, algún cámara protestaba ante las medidas de seguridad. “¡Hay más tíos con pinganillos que personas!”, protestaba. Enseguida llegó la exministra Magdalena Álvarez: “¡A mí me han dicho que me busque!”, dijo mientras localizaba la silla con la pegatina que incluía su nombre y apellido. Más exministros: Trinidad Jiménez, José Blanco, Miguel Sebastián y otra Magdalena, Valerio. Del PSOE actual, Santos Cerdán y el ya citado ministro de Exteriores. Estaba prevista la presencia de Pilar Alegría, pero no apareció. Zapatero reaccionó ante la noticia del día, la querella interpuesta por el rey Juan Carlos I a Miguel Ángel Revilla: “Extraña”. Y no dijo nada más.ZP lleva tiempo ejerciendo de uno y trino: a veces presidente; otras, rapsoda y vate cuando declama; y, en medio, trazas de cura de iglesia obrera. Esta vez ocurrió lo mismo. Ha hablado de paz y de guerra, citó en al menos dos ocasiones a Kennedy, pidió una oposición constructiva, anunció que algún día la guerra será abolida y lamentó nuestra impasibilidad ante la muerte a diario de decenas de personas en zonas del mundo como Gaza. “Me avergüenzo de nuestra especie”, lamentó moviendo las manos y elevando el tono de voz, no se sabe si para enfatizar su rabia o para animar al público. Público que, como en las traseras de los mítines, no paró de asentir con todo lo pronunciado en escena. “La tarea esencial del ser humano es arrinconar y combatir la violencia. El odio, la ira, matar”, exclamó.Se ha hablado mucho de paz, de compromiso, de amor por Europa. De lo que unos consideran valentía y otros simplemente deber. El expresidente del Gobierno reconoce que no sabe qué decisión habría tomado con respecto a las tropas españolas en Irak —que Zapatero retiró en 2004— si, en vez de George W. Bush, el presidente estadounidense de entonces hubiera sido Donald Trump.Cuentan que Rodríguez Zapatero ha dado la lata lo justo con la edición del libro. Citas de Antonio Gamoneda en el arranque y de García Márquez al final. La foto escogida para la portada, obra de Begoña Rivas, la escogieron un poco entre su esposa, Sonsoles Espinosa, y una de sus hijas. Afirman que corre a diario durante una hora y que le preocupaba que el tono final de este libro fuera accesible. “Se lee bien”, dicen los que lo han leído. Quizá sea lo mejor que se puede decir, hoy y siempre, del libro de cualquier político. Seguir leyendo
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos
En la presentación de su último libro, el expresidente pide una oposición constructiva, anuncia que algún día la guerra será abolida y lamenta la impasibilidad ante la muerte a diario de decenas de personas en zonas como Gaza


En el escenario, un hombre libre y otro que no tanto. El primero se llama José Luis Rodríguez Zapatero y este martes presentó su último libro, titulado La solución pacífica, editado por Plaza & Janés. El segundo es José Manuel Albares, es ministro de Exteriores y está obligado, ayer, hoy y siempre que dure su mandato, a comunicar lo justo y sobre todo a no gesticular, no vaya a ser que la liemos. “Amigos árabes, hermanos latinoamericanos”, dijo. Cosas así. Durante toda la presentación estuvo mirando con arrobo al que no ha sido nunca su jefe, pero sí su presidente. Otro hombre profundamente enamorado.
Cuando aún quedaba media hora para que arrancara el acto, algún cámara protestaba ante las medidas de seguridad. “¡Hay más tíos con pinganillos que personas!”, protestaba. Enseguida llegó la exministra Magdalena Álvarez: “¡A mí me han dicho que me busque!”, dijo mientras localizaba la silla con la pegatina que incluía su nombre y apellido. Más exministros: Trinidad Jiménez, José Blanco, Miguel Sebastián y otra Magdalena, Valerio. Del PSOE actual, Santos Cerdán y el ya citado ministro de Exteriores. Estaba prevista la presencia de Pilar Alegría, pero no apareció. Zapatero reaccionó ante la noticia del día, la querella interpuesta por el rey Juan Carlos I a Miguel Ángel Revilla: “Extraña”. Y no dijo nada más.
ZP lleva tiempo ejerciendo de uno y trino: a veces presidente, otras rapsoda y vate cuando declama, y en medio, trazas de cura de iglesia obrera. Esta vez ocurrió lo mismo. Ha hablado de paz y de guerra, citó en al menos dos ocasiones a Kennedy, pidió una oposición constructiva, anunció que algún día la guerra será abolida y lamentó nuestra impasibilidad ante la muerte a diario de decenas de personas en zonas del mundo como Gaza. “Me avergüenzo de nuestra especie”, lamentó moviendo las manos y elevando el tono de voz, no se sabe si para enfatizar su rabia o para animar al público. Público que, como en las traseras de los mítines, no paró de asentir con todo lo pronunciado en escena. “La tarea esencial del ser humano es arrinconar y combatir la violencia. El odio, la ira, matar”, exclamó.
Cuentan que Rodríguez Zapatero ha dado la lata lo justo con la edición del libro. Citas de Antonio Gamoneda en el arranque y de García Márquez al final. La foto escogida para la portada, obra de Begoña Rivas, la escogieron un poco entre su esposa, Sonsoles Espinosa, y una de sus hijas. Afirman que corre a diario durante una hora y que le preocupaba que el tono final de este libro fuera accesible. “Se lee bien”, dicen los que lo han leído. Quizá sea lo mejor que se puede decir, hoy y siempre, del libro de cualquier político.
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Sobre la firma

Nació en Madrid porque en Getafe, de donde se considera, no había hospital en 1976. Estudió Periodismo por vocación y ahí sigue, a pesar de todo. Ha pasado por ABC, Actualidad Económica, Qué!, El Economista, Onda Cero, Vanity Fair y El Confidencial. Fundó Ctxt. Ahora colabora en la SER, La Sexta y en EL PAÍS hace entrevistas, crónicas y columnas.
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