Michel de Montaigne decía que las debilidades son como el aguijón de una avispa: “Es mejor tenerlas apuntando hacia fuera que hacia dentro”. Santiago Isla (Madrid, 30 años), escritor, músico e hijo de Pablo Isla, expresidente del gigante textil Inditex, es un gran lector de Montaigne y ha puesto en práctica algunas de las enseñanzas del moralista francés en su nueva novela, El hombre de mi vida (Círculo de Tiza). Consciente de las debilidades de la clase social a la que pertenece —el culto al éxito y las apariencias, la predisposición a la frivolidad, los privilegios sin sentido—, Isla ha creado un retrato divertido y ligero de la juventud pija que vive en Salesas, uno de los barrios más caros de Madrid. “Esta es una novela muy pija”, confirma el autor.
Los protagonistas de El hombre de mi vida, un arquitecto gay tímido y desorientado y su amiga, una it girl tan atractiva como vulnerable, son dos “pobres niños ricos” obsesionados con encontrar el amor. Los personajes viven cada día como si fuera el último en el barrio de moda de la capital, que representa un universo cerrado e inaccesible para quienes no tienen dinero. “Este libro es cien por cien yo y cero por ciento autobiográfico”, aclara el escritor, que vive en un piso en Salesas y se mueve entre personas que llevan un estilo de vida muy parecido al que describe en la novela. “No soy un paracaidista que recién aterriza. Esto lo escribo desde dentro”.
La novela es una radiografía de cómo se vive en ese Madrid VIP de “fachadas rosas y crema y tiendas que venden chucherías perfectas“ y de “hombres melancólicamente bellos como en una peli de Éric Rohmer”, un parque temático en el que hay que hacer cola para todo: “Las colas en Taschen para comprar enormes y pesados libros de fotografía, las colas en La Duquesita para conseguir dulces y pasteles, las colas en [el gimnasio] Siclo para quemar toda la grasa ganada en La Duquesita…”. Pero Isla también desnuda las inseguridades e inquietudes de los jóvenes adinerados que habitan este micromundo. “La disciplina en el gimnasio, la excelencia en el trabajo o la sofisticación de las cosas bellas que pueblan mi vida son tan solo meros intentos de compensar esa herida… Da igual lo que yo haga: siempre va a estar mal. Siempre va a faltar algo”, revela el protagonista. “Soy consciente de mis dudas y mis angustias y me gusta airearlas”, explica el escritor. “Como decía Montaigne, cuando compartes tus debilidades, dejan de ser debilidades”.
Pregunta. El protagonista de su novela afirma: “Las parejas son lo que queremos ser. Los amigos son lo que verdaderamente somos”. ¿Cómo son sus amigos?
Respuesta. Es una buena pregunta porque los amigos dicen muchísimo de una persona. ¿Cómo son mis amigos? Pues mira, yo he vivido en A Coruña y Madrid y tengo amigos bastante diversos, dentro de mis posibilidades. En Coruña iba a un colegio del Opus Dei, así que tengo amigos de familias numerosas, con ocho hermanos, como de otra época. Y luego tengo amigos plenamente del siglo XXI, queer, con una visión de la vida completamente opuesta. Los opuestos me parecen divertidos y son muy enriquecedores. Me atrae la diversidad.
P. Esta es una novela sobre la búsqueda del amor, pero también sobre la amistad. ¿El amor amistoso es más duradero que el amor romántico?
R. El amor es cada vez más líquido. Quizá la amistad exige menos frecuencia y menos fidelidad y por eso tiene más vocación de permanencia que el amor.
P. “Nuestras angustias nunca son materiales, solo existenciales o estéticas”, dice el protagonista. ¿Cuáles son esas angustias existenciales?
R. Cada uno tendrá las suyas. Yo te puedo hablar de las mías. Yo, como el protagonista de mi novela, tengo muy incorporada la angustia existencial de saber quién soy, la búsqueda permanente de responder esa pregunta. Por eso me interesa mucho cómo el protagonista vive su sexualidad, porque es una continua pregunta: ¿quién soy? ¿Qué es lo que me gusta? ¿Qué lugar tengo yo en cada uno de los mundos? Esa es mi principal angustia.
P. El protagonista es homosexual, pero se define como “homosentimental”. ¿Me puede explicar ese concepto?
R. Él es muy romántico y está todo el rato idealizando, viviendo en un videoclip de Guitarricadelafuente o en [la película] Call Me by Your Name, en un mundo mediterráneo, de chicos jóvenes y guapos. Pero en el fondo esconde el deseo del deber ser: en su caso, el deber de tener una pareja convencional y una vida tradicional.
P. La novela transcurre en Salesas, uno de los barrios más caros de Madrid. ¿Por qué?
R. Bueno, es un barrio que conozco muy bien porque vivo aquí desde hace cinco o seis años. Y también porque para mí, escribir tiene mucho que ver con escuchar. Cuando estoy en el barrio, estoy todo el rato escuchando.
P. ¿Salesas se ha convertido en un barrio caro incluso para los ricos?
R. Sí, cada vez es más caro. Todas las fortunas latinoamericanas que estaban en el barrio de Salamanca han cruzado el Paseo de la Castellana y están de este lado.
P. ¿Cómo identifica usted a un pijo?
R. Por la forma de hablar. Por la forma de vestir se puede disimular más. Pero la forma de hablar es infalible, es como una marca de agua.
P. ¿Se ve a sí mismo como un pijo?
R. Yo me veo a mí mismo como escritor. Eso de entrada. Pero las etiquetas no las elige uno. A nivel socioeconómico soy pijo, clarísimamente. ¿Conoces el podcast La Pija y la Quinqui? Siempre les preguntan a sus invitados si son más pijos o más quinquis. Nadie quiere reconocer que es pijo. Yo sería la pija sin matices.
P. “La monogamia en Salesas está tan pasada de moda que algún día volverá a estar de moda”, afirma en su libro. ¿El poliamor es moneda corriente entre los ricos?
R. No puedo generalizar. Supongo que hay más de los extremos, más de lo muy cerrado y tradicional y más de lo muy libre y extravagante. Se tiende más a los extremos.
P. ¿Hay más hipocresía en las clases altas?
R. Contradicciones tenemos todos. Me gusta la gente con contradicciones. La gente que no tiene contradicciones es radical o mentirosa.
P. Los personajes de esta novela se sienten vacíos. ¿Qué le falta a quien lo tiene todo?
R. Siempre te falta algo y es bueno porque significa que estás vivo. Siempre necesitas algo. Pero también hay que saber medir el deseo. No se puede estar todo el rato deseando porque eso te lleva a la insatisfacción.
P. ¿Es el primer artista en su familia?
R. Soy el primero y el único.
P. ¿Y cómo se lo han tomado?
R. Muy bien, con naturalidad. No me hice escritor para romper con mi familia. Siempre he tenido mucha libertad porque soy un hijo muy responsable.
P. ¿Nunca sintió el deber de ser otra cosa?
R. No. He sido más duro yo imponiéndome cosas que lo que han sido los demás.
P. Tiene una newsletter, Sonajero, en el que escribe cada semana reflexiones sobre su vida. En una de esas entregas habla de su posición social privilegiada y sus “delirios de bajeza”, de su orgullo de tener abuelos de orígenes humildes.
R. La historia de mi familia tiene que ver con la historia de España. Mis abuelos tenían orígenes muy medianos y haber visto ese progreso es muy bonito. Te da una sensación de orgullo, aunque sea un orgullo heredado porque yo no he hecho nada. Es difícil que yo mejore lo que ya tengo.
El autor publica ‘El hombre de mi vida’, una novela divertida y ligera que transcurre en las Salesas, uno de los barrios más caros de la capital. “No me hice escritor para romper con mi familia”, dice
Michel de Montaigne decía que las debilidades son como el aguijón de una avispa: “Es mejor tenerlas apuntando hacia fuera que hacia dentro”. Santiago Isla (Madrid, 30 años), escritor, músico e hijo de Pablo Isla, expresidente del gigante textil Inditex, es un gran lector de Montaigne y ha puesto en práctica algunas de las enseñanzas del moralista francés en su nueva novela, El hombre de mi vida (Círculo de Tiza). Consciente de las debilidades de la clase social a la que pertenece —el culto al éxito y las apariencias, la predisposición a la frivolidad, los privilegios sin sentido—, Isla ha creado un retrato divertido y ligero de la juventud pija que vive en Salesas, uno de los barrios más caros de Madrid. “Esta es una novela muy pija”, confirma el autor.
Los protagonistas de El hombre de mi vida, un arquitecto gay tímido y desorientado y su amiga, unait girltan atractiva como vulnerable, son dos “pobres niños ricos” obsesionados con encontrar el amor. Los personajes viven cada día como si fuera el último en el barrio de moda de la capital, que representa un universo cerrado e inaccesible para quienes no tienen dinero. “Este libro es cien por cien yo y cero por ciento autobiográfico”, aclara el escritor, que vive en un piso en Salesas y se mueve entre personas que llevan un estilo de vida muy parecido al que describe en la novela. “No soy un paracaidista que recién aterriza. Esto lo escribo desde dentro”.
La novela es una radiografía de cómo se vive en ese Madrid VIP de “fachadas rosas y crema y tiendas que venden chucherías perfectas“ y de “hombres melancólicamente bellos como en una peli de Éric Rohmer”, un parque temático en el que hay que hacer cola para todo: “Las colas en Taschen para comprar enormes y pesados libros de fotografía, las colas en La Duquesita para conseguir dulces y pasteles, las colas en [el gimnasio] Siclo para quemar toda la grasa ganada en La Duquesita…”. Pero Isla también desnuda las inseguridades e inquietudes de los jóvenes adinerados que habitan este micromundo. “La disciplina en el gimnasio, la excelencia en el trabajo o la sofisticación de las cosas bellas que pueblan mi vida son tan solo meros intentos de compensar esa herida… Da igual lo que yo haga: siempre va a estar mal. Siempre va a faltar algo”, revela el protagonista. “Soy consciente de mis dudas y mis angustias y me gusta airearlas”, explica el escritor. “Como decía Montaigne, cuando compartes tus debilidades, dejan de ser debilidades”.
Pregunta. El protagonista de su novela afirma: “Las parejas son lo que queremos ser. Los amigos son lo que verdaderamente somos”. ¿Cómo son sus amigos?
Respuesta. Es una buena pregunta porque los amigos dicen muchísimo de una persona. ¿Cómo son mis amigos? Pues mira, yo he vivido en A Coruña y Madrid y tengo amigos bastante diversos, dentro de mis posibilidades. En Coruña iba a un colegio del Opus Dei, así que tengo amigos de familias numerosas, con ocho hermanos, como de otra época. Y luego tengo amigos plenamente del siglo XXI, queer, con una visión de la vida completamente opuesta. Los opuestos me parecen divertidos y son muy enriquecedores. Me atrae la diversidad.
P. Esta es una novela sobre la búsqueda del amor, pero también sobre la amistad. ¿El amor amistoso es más duradero que el amor romántico?
R. El amor es cada vez más líquido. Quizá la amistad exige menos frecuencia y menos fidelidad y por eso tiene más vocación de permanencia que el amor.
P. “Nuestras angustias nunca son materiales, solo existenciales o estéticas”, dice el protagonista. ¿Cuáles son esas angustias existenciales?
R. Cada uno tendrá las suyas. Yo te puedo hablar de las mías. Yo, como el protagonista de mi novela, tengo muy incorporada la angustia existencial de saber quién soy, la búsqueda permanente de responder esa pregunta. Por eso me interesa mucho cómo el protagonista vive su sexualidad, porque es una continua pregunta: ¿quién soy? ¿Qué es lo que me gusta? ¿Qué lugar tengo yo en cada uno de los mundos? Esa es mi principal angustia.
P. El protagonista es homosexual, pero se define como “homosentimental”. ¿Me puede explicar ese concepto?
R. Él es muy romántico y está todo el rato idealizando, viviendo en un videoclip de Guitarricadelafuente o en [la película] Call Me by Your Name, en un mundo mediterráneo, de chicos jóvenes y guapos. Pero en el fondo esconde el deseo del deber ser: en su caso, el deber de tener una pareja convencional y una vida tradicional.

P. La novela transcurre en Salesas, uno de los barrios más caros de Madrid. ¿Por qué?
R. Bueno, es un barrio que conozco muy bien porque vivo aquí desde hace cinco o seis años. Y también porque para mí, escribir tiene mucho que ver con escuchar. Cuando estoy en el barrio, estoy todo el rato escuchando.
P. ¿Salesas se ha convertido en un barrio caro incluso para los ricos?
R. Sí, cada vez es más caro.Todas las fortunas latinoamericanas que estaban en el barrio de Salamanca han cruzado el Paseo de la Castellana y están de este lado.
P. ¿Cómo identifica usted a un pijo?
R. Por la forma de hablar. Por la forma de vestir se puede disimular más.Pero la forma de hablar es infalible, es como una marca de agua.
P. ¿Se ve a sí mismo como un pijo?
R. Yo me veo a mí mismo como escritor.Eso de entrada. Pero las etiquetas no las elige uno. A nivel socioeconómico soy pijo, clarísimamente. ¿Conoces el podcast La Pija y la Quinqui? Siempre les preguntan a sus invitados si son más pijos o más quinquis. Nadie quiere reconocer que es pijo. Yo sería la pija sin matices.
P. “La monogamia en Salesas está tan pasada de moda que algún día volverá a estar de moda”, afirma en su libro. ¿El poliamor es moneda corriente entre los ricos?
R. No puedo generalizar.Supongo que hay más de los extremos, más de lo muy cerrado y tradicional y más de lo muy libre y extravagante.Se tiende más a los extremos.
P. ¿Hay más hipocresía en las clases altas?
R. Contradicciones tenemos todos.Me gusta la gente con contradicciones.La gente que no tiene contradicciones es radical o mentirosa.
P. Los personajes de esta novela se sienten vacíos. ¿Qué le falta a quien lo tiene todo?
R. Siempre te falta algo y es bueno porque significa que estás vivo. Siempre necesitas algo. Pero también hay que saber medir el deseo. No se puede estar todo el rato deseando porque eso te lleva a la insatisfacción.
P. ¿Es el primer artista en su familia?
R. Soy el primero y el único.
P. ¿Y cómo se lo han tomado?
R. Muy bien, con naturalidad. No me hice escritor para romper con mi familia. Siempre he tenido mucha libertad porque soy un hijo muy responsable.
P. ¿Nunca sintió el deber de ser otra cosa?
R. No. He sido más duro yo imponiéndome cosas que lo que han sido los demás.
P. Tiene una newsletter, Sonajero, en el que escribe cada semana reflexiones sobre su vida. En una de esas entregas habla de su posición social privilegiada y sus “delirios de bajeza”, de su orgullo de tener abuelos de orígenes humildes.
R. La historia de mi familiatiene que ver con la historia de España. Mis abuelos tenían orígenes muy medianos y haber visto ese progreso es muy bonito. Te da una sensación de orgullo, aunque sea un orgullo heredado porque yo no he hecho nada. Es difícil que yo mejore lo que ya tengo.
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