Bajo la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén , «no lejos de la Tumba y del Calvario», las excavaciones que dirige Francesca Romana Statolla han descubierto « una pequeña zona con restos de cultivo de vid y olivo » de hace unos 2.000 años. « Estos hallazgos tienen eco en los relatos evangélicos que hablan de zonas de cultivo cerca de la Tumba», destaca la catedrática de la Universidad La Sapienza de Roma en un correo electrónico a ABC. El Evangelio de Juan cuenta que «tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación (de la Pascua), y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús».Según la tradición cristiana, el lugar donde Cristo resucitó a los tres días se encuentra bajo el Edículo , el templete reconstruido en el siglo XIX que ocupa el lugar central de la rotonda de la basílica y que toma el nombre del latín ‘aedicula’ o ‘casa pequeña’. En 2016 fue restaurado por el equipo de Antonia Moropoulou , de la Universidad Politécnica Nacional de Atenas, tras un acuerdo histórico entre el Patriarcado Ortodoxo Griego, la Custodia de Tierra Santa y el Patriarcado Armenio. Entonces, y por primera vez en cinco siglos, Frederik Hiebert, arqueólogo de la National Geographic, levantó la lápida de mármol que cubre la tumba desde al menos 1555. Además de material de relleno, se descubrió una losa partida con una cruz grabada que en un principio se pensó que era de época de las Cruzadas, pero que análisis posteriores han datado en el siglo IV. Y debajo, el lecho de piedra donde se cree que fue depositado el cuerpo de Cristo hace unos 2.000 años. Un cristiano reza en el interior del Edículo AFPDesde el siglo XVI, en otra restauración del Edículo, no se había accedido a este espacio. Según relató Bonifacio de Ragusa, por entonces custodio de los Santos Lugares, hallaron unos frescos con unos ángeles representados y un trozo de madera que desaparecieron al entrar en contacto con el aire. Noticia Relacionada Tierra Santa reportaje Si Arqueólogos españoles tras los secretos de la capital perdida de Israel hace unos 3.000 años Mónica Arrizabalaga Confían en poder regresar a Cisjordania para continuar sus excavaciones en Tell el-Far’a, la antigua Tirsah, residencia de Jeroboam I tras la muerte del rey SalomónLos análisis a materiales de construcción recogidos en la tumba en 2016 dataron el mortero de su interior en el siglo IV , constatando así que el lugar sigue siendo el identificado como el sepulcro de Jesucristo desde su hallazgo por el obispo Macario de Jerusalén en época de Constantino . El emperador ordenó construir una gran basílica para cobijar tanto la tumba de Jesús como el cercano montículo del Gólgota (o Calvario) donde fue crucificado. El sepulcro fue rodeado por una Rotonda, bajo una gran cúpula con apertura superior, como el Panteón en Roma, dentro de una espléndida iglesia que sufrió ataques, incendios y terremotos y fue destruida en el 1009 d.C. por el califa fatimí Al-Hakim. La tormentosa historia del Santo Sepulcro es la de un monumento con numerosas construcciones y reconstrucciones a lo largo de los siglos.Monumento al aire libreEl equipo de la Universidad La Sapienza está « reconstruyendo pacientemente la situación en tiempos de Constantino », según relata Romana. La directora de las actuales excavaciones, que comenzaron en 2022, explica cómo «los hallazgos muestran la existencia del complejo, tal como lo describen en parte las fuentes». Pero, además, «han añadido la información de que la zona de la Tumba tuvo una monumentalización al aire libre, que duró sólo unas décadas , antes de que se construyera la Rotonda», resalta. Se cree que este primer santuario era circular, contaba con tres escalones de acceso y estaba rodeado de 12 columnas. Estas excavaciones también han dado con un tramo de una calle romana bajo el templo y con restos de la primitiva iglesia cristiana. Además, en una zona –«pero se habían encontrado otras en las excavaciones de los años sesenta», precisa Romana– constataron que en época de Jesús se cultivaban allí huertos. Con todo, para la catedrática de La Sapienza «el mayor descubrimiento» va más allá: «Es la posibilidad de leer la secuencia completa de la historia de Jerusalén desde la Edad del Hierro hasta nuestros días ». Excavar en la basílica del Santo Sepulcro «es una gran experiencia profesional y humana » porque permite asomarse al pasado de una ciudad «extraordinaria» a lo largo de un extenso periodo de tiempo «durante el cual asistimos a fenómenos que han cambiado la historia: la ciudad romana, el proceso de cristianización, las diversas incursiones, las cruzadas, etc», remarca la arqueóloga.Excavaciones en el Santo Sepulcro Trabajos arqueológicos dirigidos por Francesca Romana en la basílica y materiales examinados Hagia Polis Project. Sapienza Università di RomaEste venerado espacio de la ciudad vieja de Jerusalén fue en la antigüedad cantera y también cementerio precristiano, con tumbas excavadas en la roca, según han podido comprobar las investigaciones arqueológicas. En las primeras décadas del siglo I se encontraba fuera de los muros de la ciudad , pero quedó incorporado a principios del siglo II, cuando el emperador Adriano refundó la urbe y renombró Jerusalén como Aelia Capitolina . Para conectar la cantera con el viario urbano, se rellenaron con escombros las superficies más deprimidas y, sobre el lugar hoy venerado como la tumba de Jesús, se construyó un templo dedicado a Venus .Los estudios de un españolEl agustino español Florentino Díez , que excavó en el Santo Sepulcro en los años 70, recordó en su libro ‘ El Calvario y la cueva de Adán ‘ (Editorial Verbo Divino, 2004) que los romanos levantaban sus templos en lugares antes consagrados a otras divinidades. «Probablemente la razón de elegir este lugar para levantar un templo a una de las divinidades más veneradas entonces en el imperio, y la más venerada por el emperador que fundó la colonia Aelia Capitolina, fue de tipo religioso: porque el lugar tenía ya un carácter sagrado », señaló. La memoria de los primeros cristianos debió de mantenerse a lo largo de los siglos, estimaba Díez. «De no haber existido una tradición en aquel lugar , ¿de qué iba a saber Macario que allí, debajo del templo de Venus, había un sepulcro?», señalaba en respuesta a las voces críticas , que niegan o dudan sobre la identificación del sitio. Vista exterior de la basílica del Santo Sepulcro AFPCon el apoyo del Instituto Español Bíblico Arqueológico de Jerusalén , popularmente conocido como la Casa de Santiago, el sacerdote y arqueólogo español trabajó en dos áreas de la iglesia del Santo Sepulcro ligadas a las comunidades armenia y griega ortodoxa. En una investigó la cantera , cuya explotación situó entre finales del siglo I d.C. y la construcción de Aelia Capitolina hacia 135-150 d.C. y no como se suele datar, entre los siglos VII y I a.C. En la segunda de las zonas, excavó una cueva en el lado este del Monte Calvario que pudo ser utilizada como tumba en la Edad del Hierro y quedó oculta con la construcción del templo de Venus. En la primera mitad del siglo I d.C. la cavidad se había resquebrajado por una grieta que era visible desde la parte superior del Gólgota. Díez comprobó que, a mediados de ese siglo, la cueva recibió una atención especial. Sus paredes se enyesaron y decoraron y su suelo se pavimentó. La arqueóloga Carolina Aznar, que codirige el Proyecto Llanura Sur de Akko en Israel , recuerda bien el día en que visitó el sitio con él. « Fue muy emocionante porque es un lugar que queda fuera de la visita del público», dice. El agustino español les explicó entonces que creía que «se trataba de la Cueva de Adán de la que hablaban las tradiciones». La Cueva de AdánEn esta gruta mencionada en la apócrifa ‘Lucha de Adán’, la comunidad judeocristiana temprana habría recordado y celebrado la muerte y resurrección de Jesús, ligándolas a la idea de que la sangre de Cristo había limpiado el pecado de Adán , cayendo por la grieta. «Apoyado en la evidencia arqueológica y textual, Díez sugiere la existencia de culto judeocristiano en el Monte Calvario entre mediados del siglo I y alrededor de 135-150 d.C., la evidencia de culto cristiano más antigua registrada en el recinto», escribió después Aznar en el libro ‘La arqueología española en Tierra Santa’ (Obra Pía de Los Santos Lugares, 2024) al recordar las poco conocidas investigaciones del sacerdote. «Es muy interesante –resalta–porque habla de un culto por los primeros cristianos locales en el lugar del Santo Sepulcro».La investigación de este agustino, «como la de todos aquellos que han estudiado el Santo Sepulcro, constituye un punto de partida fundamental para nuestros estudios», valora Romana. «A Florentino Díez le debemos también uno de los importantes ajustes historiográficos que periódicamente se hacen necesarios en todos los grandes complejos», añade. La experta italiana apunta a que «lo que queda por descubrir se encuentra ahora bajo la ciudad de Jerusalén, pero en este momento todavía hay mucho por metabolizar y estudiar , lo que planeamos hacer en los próximos años». Bajo la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén , «no lejos de la Tumba y del Calvario», las excavaciones que dirige Francesca Romana Statolla han descubierto « una pequeña zona con restos de cultivo de vid y olivo » de hace unos 2.000 años. « Estos hallazgos tienen eco en los relatos evangélicos que hablan de zonas de cultivo cerca de la Tumba», destaca la catedrática de la Universidad La Sapienza de Roma en un correo electrónico a ABC. El Evangelio de Juan cuenta que «tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación (de la Pascua), y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús».Según la tradición cristiana, el lugar donde Cristo resucitó a los tres días se encuentra bajo el Edículo , el templete reconstruido en el siglo XIX que ocupa el lugar central de la rotonda de la basílica y que toma el nombre del latín ‘aedicula’ o ‘casa pequeña’. En 2016 fue restaurado por el equipo de Antonia Moropoulou , de la Universidad Politécnica Nacional de Atenas, tras un acuerdo histórico entre el Patriarcado Ortodoxo Griego, la Custodia de Tierra Santa y el Patriarcado Armenio. Entonces, y por primera vez en cinco siglos, Frederik Hiebert, arqueólogo de la National Geographic, levantó la lápida de mármol que cubre la tumba desde al menos 1555. Además de material de relleno, se descubrió una losa partida con una cruz grabada que en un principio se pensó que era de época de las Cruzadas, pero que análisis posteriores han datado en el siglo IV. Y debajo, el lecho de piedra donde se cree que fue depositado el cuerpo de Cristo hace unos 2.000 años. Un cristiano reza en el interior del Edículo AFPDesde el siglo XVI, en otra restauración del Edículo, no se había accedido a este espacio. Según relató Bonifacio de Ragusa, por entonces custodio de los Santos Lugares, hallaron unos frescos con unos ángeles representados y un trozo de madera que desaparecieron al entrar en contacto con el aire. Noticia Relacionada Tierra Santa reportaje Si Arqueólogos españoles tras los secretos de la capital perdida de Israel hace unos 3.000 años Mónica Arrizabalaga Confían en poder regresar a Cisjordania para continuar sus excavaciones en Tell el-Far’a, la antigua Tirsah, residencia de Jeroboam I tras la muerte del rey SalomónLos análisis a materiales de construcción recogidos en la tumba en 2016 dataron el mortero de su interior en el siglo IV , constatando así que el lugar sigue siendo el identificado como el sepulcro de Jesucristo desde su hallazgo por el obispo Macario de Jerusalén en época de Constantino . El emperador ordenó construir una gran basílica para cobijar tanto la tumba de Jesús como el cercano montículo del Gólgota (o Calvario) donde fue crucificado. El sepulcro fue rodeado por una Rotonda, bajo una gran cúpula con apertura superior, como el Panteón en Roma, dentro de una espléndida iglesia que sufrió ataques, incendios y terremotos y fue destruida en el 1009 d.C. por el califa fatimí Al-Hakim. La tormentosa historia del Santo Sepulcro es la de un monumento con numerosas construcciones y reconstrucciones a lo largo de los siglos.Monumento al aire libreEl equipo de la Universidad La Sapienza está « reconstruyendo pacientemente la situación en tiempos de Constantino », según relata Romana. La directora de las actuales excavaciones, que comenzaron en 2022, explica cómo «los hallazgos muestran la existencia del complejo, tal como lo describen en parte las fuentes». Pero, además, «han añadido la información de que la zona de la Tumba tuvo una monumentalización al aire libre, que duró sólo unas décadas , antes de que se construyera la Rotonda», resalta. Se cree que este primer santuario era circular, contaba con tres escalones de acceso y estaba rodeado de 12 columnas. Estas excavaciones también han dado con un tramo de una calle romana bajo el templo y con restos de la primitiva iglesia cristiana. Además, en una zona –«pero se habían encontrado otras en las excavaciones de los años sesenta», precisa Romana– constataron que en época de Jesús se cultivaban allí huertos. Con todo, para la catedrática de La Sapienza «el mayor descubrimiento» va más allá: «Es la posibilidad de leer la secuencia completa de la historia de Jerusalén desde la Edad del Hierro hasta nuestros días ». Excavar en la basílica del Santo Sepulcro «es una gran experiencia profesional y humana » porque permite asomarse al pasado de una ciudad «extraordinaria» a lo largo de un extenso periodo de tiempo «durante el cual asistimos a fenómenos que han cambiado la historia: la ciudad romana, el proceso de cristianización, las diversas incursiones, las cruzadas, etc», remarca la arqueóloga.Excavaciones en el Santo Sepulcro Trabajos arqueológicos dirigidos por Francesca Romana en la basílica y materiales examinados Hagia Polis Project. Sapienza Università di RomaEste venerado espacio de la ciudad vieja de Jerusalén fue en la antigüedad cantera y también cementerio precristiano, con tumbas excavadas en la roca, según han podido comprobar las investigaciones arqueológicas. En las primeras décadas del siglo I se encontraba fuera de los muros de la ciudad , pero quedó incorporado a principios del siglo II, cuando el emperador Adriano refundó la urbe y renombró Jerusalén como Aelia Capitolina . Para conectar la cantera con el viario urbano, se rellenaron con escombros las superficies más deprimidas y, sobre el lugar hoy venerado como la tumba de Jesús, se construyó un templo dedicado a Venus .Los estudios de un españolEl agustino español Florentino Díez , que excavó en el Santo Sepulcro en los años 70, recordó en su libro ‘ El Calvario y la cueva de Adán ‘ (Editorial Verbo Divino, 2004) que los romanos levantaban sus templos en lugares antes consagrados a otras divinidades. «Probablemente la razón de elegir este lugar para levantar un templo a una de las divinidades más veneradas entonces en el imperio, y la más venerada por el emperador que fundó la colonia Aelia Capitolina, fue de tipo religioso: porque el lugar tenía ya un carácter sagrado », señaló. La memoria de los primeros cristianos debió de mantenerse a lo largo de los siglos, estimaba Díez. «De no haber existido una tradición en aquel lugar , ¿de qué iba a saber Macario que allí, debajo del templo de Venus, había un sepulcro?», señalaba en respuesta a las voces críticas , que niegan o dudan sobre la identificación del sitio. Vista exterior de la basílica del Santo Sepulcro AFPCon el apoyo del Instituto Español Bíblico Arqueológico de Jerusalén , popularmente conocido como la Casa de Santiago, el sacerdote y arqueólogo español trabajó en dos áreas de la iglesia del Santo Sepulcro ligadas a las comunidades armenia y griega ortodoxa. En una investigó la cantera , cuya explotación situó entre finales del siglo I d.C. y la construcción de Aelia Capitolina hacia 135-150 d.C. y no como se suele datar, entre los siglos VII y I a.C. En la segunda de las zonas, excavó una cueva en el lado este del Monte Calvario que pudo ser utilizada como tumba en la Edad del Hierro y quedó oculta con la construcción del templo de Venus. En la primera mitad del siglo I d.C. la cavidad se había resquebrajado por una grieta que era visible desde la parte superior del Gólgota. Díez comprobó que, a mediados de ese siglo, la cueva recibió una atención especial. Sus paredes se enyesaron y decoraron y su suelo se pavimentó. La arqueóloga Carolina Aznar, que codirige el Proyecto Llanura Sur de Akko en Israel , recuerda bien el día en que visitó el sitio con él. « Fue muy emocionante porque es un lugar que queda fuera de la visita del público», dice. El agustino español les explicó entonces que creía que «se trataba de la Cueva de Adán de la que hablaban las tradiciones». La Cueva de AdánEn esta gruta mencionada en la apócrifa ‘Lucha de Adán’, la comunidad judeocristiana temprana habría recordado y celebrado la muerte y resurrección de Jesús, ligándolas a la idea de que la sangre de Cristo había limpiado el pecado de Adán , cayendo por la grieta. «Apoyado en la evidencia arqueológica y textual, Díez sugiere la existencia de culto judeocristiano en el Monte Calvario entre mediados del siglo I y alrededor de 135-150 d.C., la evidencia de culto cristiano más antigua registrada en el recinto», escribió después Aznar en el libro ‘La arqueología española en Tierra Santa’ (Obra Pía de Los Santos Lugares, 2024) al recordar las poco conocidas investigaciones del sacerdote. «Es muy interesante –resalta–porque habla de un culto por los primeros cristianos locales en el lugar del Santo Sepulcro».La investigación de este agustino, «como la de todos aquellos que han estudiado el Santo Sepulcro, constituye un punto de partida fundamental para nuestros estudios», valora Romana. «A Florentino Díez le debemos también uno de los importantes ajustes historiográficos que periódicamente se hacen necesarios en todos los grandes complejos», añade. La experta italiana apunta a que «lo que queda por descubrir se encuentra ahora bajo la ciudad de Jerusalén, pero en este momento todavía hay mucho por metabolizar y estudiar , lo que planeamos hacer en los próximos años».
Bajo la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, «no lejos de la Tumba y del Calvario», las excavaciones que dirige Francesca Romana Statolla han descubierto «una pequeña zona con restos de cultivo de vid y olivo» de hace unos 2.000 años. « … Estos hallazgos tienen eco en los relatos evangélicos que hablan de zonas de cultivo cerca de la Tumba», destaca la catedrática de la Universidad La Sapienza de Roma en un correo electrónico a ABC. El Evangelio de Juan cuenta que «tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación (de la Pascua), y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús».
Según la tradición cristiana, el lugar donde Cristo resucitó a los tres días se encuentra bajo el Edículo, el templete reconstruido en el siglo XIX que ocupa el lugar central de la rotonda de la basílica y que toma el nombre del latín ‘aedicula’ o ‘casa pequeña’. En 2016 fue restaurado por el equipo de Antonia Moropoulou, de la Universidad Politécnica Nacional de Atenas, tras un acuerdo histórico entre el Patriarcado Ortodoxo Griego, la Custodia de Tierra Santa y el Patriarcado Armenio. Entonces, y por primera vez en cinco siglos, Frederik Hiebert, arqueólogo de la National Geographic, levantó la lápida de mármol que cubre la tumba desde al menos 1555. Además de material de relleno, se descubrió una losa partida con una cruz grabada que en un principio se pensó que era de época de las Cruzadas, pero que análisis posteriores han datado en el siglo IV. Y debajo, el lecho de piedra donde se cree que fue depositado el cuerpo de Cristo hace unos 2.000 años.
AFP
Desde el siglo XVI, en otra restauración del Edículo, no se había accedido a este espacio. Según relató Bonifacio de Ragusa, por entonces custodio de los Santos Lugares, hallaron unos frescos con unos ángeles representados y un trozo de madera que desaparecieron al entrar en contacto con el aire.
Los análisis a materiales de construcción recogidos en la tumba en 2016 dataron el mortero de su interior en el siglo IV, constatando así que el lugar sigue siendo el identificado como el sepulcro de Jesucristo desde su hallazgo por el obispo Macario de Jerusalén en época de Constantino. El emperador ordenó construir una gran basílica para cobijar tanto la tumba de Jesús como el cercano montículo del Gólgota (o Calvario) donde fue crucificado. El sepulcro fue rodeado por una Rotonda, bajo una gran cúpula con apertura superior, como el Panteón en Roma, dentro de una espléndida iglesia que sufrió ataques, incendios y terremotos y fue destruida en el 1009 d.C. por el califa fatimí Al-Hakim. La tormentosa historia del Santo Sepulcro es la de un monumento con numerosas construcciones y reconstrucciones a lo largo de los siglos.
Monumento al aire libre
El equipo de la Universidad La Sapienza está «reconstruyendo pacientemente la situación en tiempos de Constantino», según relata Romana. La directora de las actuales excavaciones, que comenzaron en 2022, explica cómo «los hallazgos muestran la existencia del complejo, tal como lo describen en parte las fuentes». Pero, además, «han añadido la información de que la zona de la Tumba tuvo una monumentalización al aire libre, que duró sólo unas décadas, antes de que se construyera la Rotonda», resalta. Se cree que este primer santuario era circular, contaba con tres escalones de acceso y estaba rodeado de 12 columnas.
Estas excavaciones también han dado con un tramo de una calle romana bajo el templo y con restos de la primitiva iglesia cristiana. Además, en una zona –«pero se habían encontrado otras en las excavaciones de los años sesenta», precisa Romana– constataron que en época de Jesús se cultivaban allí huertos. Con todo, para la catedrática de La Sapienza «el mayor descubrimiento» va más allá: «Es la posibilidad de leer la secuencia completa de la historia de Jerusalén desde la Edad del Hierro hasta nuestros días». Excavar en la basílica del Santo Sepulcro «es una gran experiencia profesional y humana» porque permite asomarse al pasado de una ciudad «extraordinaria» a lo largo de un extenso periodo de tiempo «durante el cual asistimos a fenómenos que han cambiado la historia: la ciudad romana, el proceso de cristianización, las diversas incursiones, las cruzadas, etc», remarca la arqueóloga.



Trabajos arqueológicos dirigidos por Francesca Romana en la basílica y materiales examinados
Hagia Polis Project. Sapienza Università di Roma
Este venerado espacio de la ciudad vieja de Jerusalén fue en la antigüedad cantera y también cementerio precristiano, con tumbas excavadas en la roca, según han podido comprobar las investigaciones arqueológicas. En las primeras décadas del siglo I se encontraba fuera de los muros de la ciudad, pero quedó incorporado a principios del siglo II, cuando el emperador Adriano refundó la urbe y renombró Jerusalén como Aelia Capitolina. Para conectar la cantera con el viario urbano, se rellenaron con escombros las superficies más deprimidas y, sobre el lugar hoy venerado como la tumba de Jesús, se construyó un templo dedicado a Venus.
Los estudios de un español
El agustino español Florentino Díez, que excavó en el Santo Sepulcro en los años 70, recordó en su libro ‘El Calvario y la cueva de Adán‘ (Editorial Verbo Divino, 2004) que los romanos levantaban sus templos en lugares antes consagrados a otras divinidades. «Probablemente la razón de elegir este lugar para levantar un templo a una de las divinidades más veneradas entonces en el imperio, y la más venerada por el emperador que fundó la colonia Aelia Capitolina, fue de tipo religioso: porque el lugar tenía ya un carácter sagrado», señaló. La memoria de los primeros cristianos debió de mantenerse a lo largo de los siglos, estimaba Díez. «De no haber existido una tradición en aquel lugar, ¿de qué iba a saber Macario que allí, debajo del templo de Venus, había un sepulcro?», señalaba en respuesta a las voces críticas, que niegan o dudan sobre la identificación del sitio.
AFP
Con el apoyo del Instituto Español Bíblico Arqueológico de Jerusalén, popularmente conocido como la Casa de Santiago, el sacerdote y arqueólogo español trabajó en dos áreas de la iglesia del Santo Sepulcro ligadas a las comunidades armenia y griega ortodoxa. En una investigó la cantera, cuya explotación situó entre finales del siglo I d.C. y la construcción de Aelia Capitolina hacia 135-150 d.C. y no como se suele datar, entre los siglos VII y I a.C. En la segunda de las zonas, excavó una cueva en el lado este del Monte Calvario que pudo ser utilizada como tumba en la Edad del Hierro y quedó oculta con la construcción del templo de Venus. En la primera mitad del siglo I d.C. la cavidad se había resquebrajado por una grieta que era visible desde la parte superior del Gólgota. Díez comprobó que, a mediados de ese siglo, la cueva recibió una atención especial. Sus paredes se enyesaron y decoraron y su suelo se pavimentó. La arqueóloga Carolina Aznar, que codirige el Proyecto Llanura Sur de Akko en Israel, recuerda bien el día en que visitó el sitio con él. «Fue muy emocionante porque es un lugar que queda fuera de la visita del público», dice. El agustino español les explicó entonces que creía que «se trataba de la Cueva de Adán de la que hablaban las tradiciones».
La Cueva de Adán
En esta gruta mencionada en la apócrifa ‘Lucha de Adán’, la comunidad judeocristiana temprana habría recordado y celebrado la muerte y resurrección de Jesús, ligándolas a la idea de que la sangre de Cristo había limpiado el pecado de Adán, cayendo por la grieta. «Apoyado en la evidencia arqueológica y textual, Díez sugiere la existencia de culto judeocristiano en el Monte Calvario entre mediados del siglo I y alrededor de 135-150 d.C., la evidencia de culto cristiano más antigua registrada en el recinto», escribió después Aznar en el libro ‘La arqueología española en Tierra Santa’ (Obra Pía de Los Santos Lugares, 2024) al recordar las poco conocidas investigaciones del sacerdote. «Es muy interesante –resalta–porque habla de un culto por los primeros cristianos locales en el lugar del Santo Sepulcro».
La investigación de este agustino, «como la de todos aquellos que han estudiado el Santo Sepulcro, constituye un punto de partida fundamental para nuestros estudios», valora Romana. «A Florentino Díez le debemos también uno de los importantes ajustes historiográficos que periódicamente se hacen necesarios en todos los grandes complejos», añade. La experta italiana apunta a que «lo que queda por descubrir se encuentra ahora bajo la ciudad de Jerusalén, pero en este momento todavía hay mucho por metabolizar y estudiar, lo que planeamos hacer en los próximos años».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de cultura