Imagínense a cuatro patas. O, mejor aún, pruébenlo. Algo está a punto de pasar, ¿lo notan? Según el contexto, puede percibirse como una sensación desconcertante, ridícula o incluso liberadora . Sumergirse en una obra de Miranda July (Vermont, 1974), cineasta, escritora y artista performativa, provoca una reacción parecida. Sus historias, pobladas de personajes excéntricos y situaciones absurdas, generan una combinación singular de incomodidad, humor y fascinación. El último título de la autora, ‘A cuatro patas’, alude a la postura sexual favorita de uno de los personajes. Lo que le ocurre a la protagonista de esta novela también tiene un matiz lúbrico , pero está relacionado con un acontecimiento que pone su mundo más bien patas arriba.NOVELA ‘A cuatro patas’ Autora Miranda July Editorial Random House Año 2025 Páginas 384 Precio 22,90 euros 4Todo comienza con una conversación banal en una fiesta a la que acude la narradora y eje central de la historia. Se trata de una artista semifamosa de 45 años, casada con un productor musical con quien mantiene una relación serena aunque algo distante. Comparten un «hije» que sobrevivió a una hemorragia fetomaterna al nacer. Aún atormentada por aquello, la mujer atraviesa un momento de crisis vital. De improviso, decide conducir de Los Ángeles a Nueva York para asistir a una reunión de trabajo y convertir el trayecto en una experiencia para reconectar consigo misma. Pese al plan, durante el tiempo reservado para su aventura, permanece en un motel a media hora de casa. Desde entonces, hará otro tipo de viaje. Uno que comienza con un joven bailarín que despierta en ella un deseo arrasador.En sus relaciones anteriores, frecuentadas por más mujeres que hombres, nunca ha vivido nada semejante. El vínculo que se establece entre ambos trasciende lo sexual. Como es habitual en la autora, en su idilio s e entremezclan impudicia, lujuria, perversión, escatología, ternura y comedia. El encuentro tiene consecuencias para los dos, pero no resulta fácil adivinar lo que está por venir. Lo único que puede esperarse siempre de July es lo inesperado: uno de sus mayores encantos es la elección permanente de caminos insólitos. La menopausia , por ejemplo.Uno de sus mayores encantos de la autora norteamericana es la elección permanente de caminos insólitosEl giro que el declive hormonal puede suponer en la vida de una mujer ofrece a la autora la excusa perfecta para explorar aspectos ocultos de la intimidad humana, un asunto fundamental en su obra. Lo hace a través de la protagonista, a la que una visita médica rutinaria le descubre indicios de perimenopausia. Que apenas presente síntomas no impide que crezca el abismo que siente bajo los pies. Para indagar en los cambios que sufrirá su cuerpo, interroga a varias mujeres de su entorno a las que reúne a modo de instalación artística en la habitación de motel donde comenzó todo. Por más interesantes que puedan ser las revelaciones, el tono documental que adquiere la novela en esos pasajes resta cierta naturalidad a la narración, llegando a lastrarla en ocasiones. Sucede lo mismo con el abuso del lenguaje inclusivo. Que lo más temido por la protagonista sea el descenso de apetito carnal, mientras no deja de mostrar una libido desatada, produce un contraste cómico. Se acentúa por el delirio al que le expone otra amenaza: un historial familiar de suicidio y depresión. La intensidad dramática provoca una emoción ambigua. Abrumador por momentos, el exceso también resulta divertido. Sea un recurso intencionado o el fruto de una mirada irónica, su efecto es poderoso. July es, ante todo, muy graciosa.Empujar los límitesEntre lo trivial y lo trascendente, hay una pregunta que atraviesa estas páginas: ¿por qué hacemos lo que hacemos? La autora empuja los límites para averiguarlo. Con un estilo descarnado que puede llegar a sacudir, su propuesta de diálogo sobre temas como la monogamia, el deseo o el envejecimiento resulta franca. También es audaz: el esfuerzo que invita a hacer para establecer vínculos más auténticos con nuestro entorno y con nosotros mismos nunca esquiva los riesgos . Es el precio a pagar por la libertad que impulsa toda la obra de una artista verdaderamente genuina. Imagínense a cuatro patas. O, mejor aún, pruébenlo. Algo está a punto de pasar, ¿lo notan? Según el contexto, puede percibirse como una sensación desconcertante, ridícula o incluso liberadora . Sumergirse en una obra de Miranda July (Vermont, 1974), cineasta, escritora y artista performativa, provoca una reacción parecida. Sus historias, pobladas de personajes excéntricos y situaciones absurdas, generan una combinación singular de incomodidad, humor y fascinación. El último título de la autora, ‘A cuatro patas’, alude a la postura sexual favorita de uno de los personajes. Lo que le ocurre a la protagonista de esta novela también tiene un matiz lúbrico , pero está relacionado con un acontecimiento que pone su mundo más bien patas arriba.NOVELA ‘A cuatro patas’ Autora Miranda July Editorial Random House Año 2025 Páginas 384 Precio 22,90 euros 4Todo comienza con una conversación banal en una fiesta a la que acude la narradora y eje central de la historia. Se trata de una artista semifamosa de 45 años, casada con un productor musical con quien mantiene una relación serena aunque algo distante. Comparten un «hije» que sobrevivió a una hemorragia fetomaterna al nacer. Aún atormentada por aquello, la mujer atraviesa un momento de crisis vital. De improviso, decide conducir de Los Ángeles a Nueva York para asistir a una reunión de trabajo y convertir el trayecto en una experiencia para reconectar consigo misma. Pese al plan, durante el tiempo reservado para su aventura, permanece en un motel a media hora de casa. Desde entonces, hará otro tipo de viaje. Uno que comienza con un joven bailarín que despierta en ella un deseo arrasador.En sus relaciones anteriores, frecuentadas por más mujeres que hombres, nunca ha vivido nada semejante. El vínculo que se establece entre ambos trasciende lo sexual. Como es habitual en la autora, en su idilio s e entremezclan impudicia, lujuria, perversión, escatología, ternura y comedia. El encuentro tiene consecuencias para los dos, pero no resulta fácil adivinar lo que está por venir. Lo único que puede esperarse siempre de July es lo inesperado: uno de sus mayores encantos es la elección permanente de caminos insólitos. La menopausia , por ejemplo.Uno de sus mayores encantos de la autora norteamericana es la elección permanente de caminos insólitosEl giro que el declive hormonal puede suponer en la vida de una mujer ofrece a la autora la excusa perfecta para explorar aspectos ocultos de la intimidad humana, un asunto fundamental en su obra. Lo hace a través de la protagonista, a la que una visita médica rutinaria le descubre indicios de perimenopausia. Que apenas presente síntomas no impide que crezca el abismo que siente bajo los pies. Para indagar en los cambios que sufrirá su cuerpo, interroga a varias mujeres de su entorno a las que reúne a modo de instalación artística en la habitación de motel donde comenzó todo. Por más interesantes que puedan ser las revelaciones, el tono documental que adquiere la novela en esos pasajes resta cierta naturalidad a la narración, llegando a lastrarla en ocasiones. Sucede lo mismo con el abuso del lenguaje inclusivo. Que lo más temido por la protagonista sea el descenso de apetito carnal, mientras no deja de mostrar una libido desatada, produce un contraste cómico. Se acentúa por el delirio al que le expone otra amenaza: un historial familiar de suicidio y depresión. La intensidad dramática provoca una emoción ambigua. Abrumador por momentos, el exceso también resulta divertido. Sea un recurso intencionado o el fruto de una mirada irónica, su efecto es poderoso. July es, ante todo, muy graciosa.Empujar los límitesEntre lo trivial y lo trascendente, hay una pregunta que atraviesa estas páginas: ¿por qué hacemos lo que hacemos? La autora empuja los límites para averiguarlo. Con un estilo descarnado que puede llegar a sacudir, su propuesta de diálogo sobre temas como la monogamia, el deseo o el envejecimiento resulta franca. También es audaz: el esfuerzo que invita a hacer para establecer vínculos más auténticos con nuestro entorno y con nosotros mismos nunca esquiva los riesgos . Es el precio a pagar por la libertad que impulsa toda la obra de una artista verdaderamente genuina.
Imagínense a cuatro patas. O, mejor aún, pruébenlo. Algo está a punto de pasar, ¿lo notan? Según el contexto, puede percibirse como una sensación desconcertante, ridícula o incluso liberadora. Sumergirse en una obra de Miranda July (Vermont, 1974), cineasta, escritora y artista performativa, … provoca una reacción parecida. Sus historias, pobladas de personajes excéntricos y situaciones absurdas, generan una combinación singular de incomodidad, humor y fascinación.
El último título de la autora, ‘A cuatro patas’, alude a la postura sexual favorita de uno de los personajes. Lo que le ocurre a la protagonista de esta novela también tiene un matiz lúbrico, pero está relacionado con un acontecimiento que pone su mundo más bien patas arriba.

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Autora
Miranda July -
Editorial
Random House -
Año
2025 -
Páginas
384 -
Precio
22,90 euros
Todo comienza con una conversación banal en una fiesta a la que acude la narradora y eje central de la historia. Se trata de una artista semifamosa de 45 años, casada con un productor musical con quien mantiene una relación serena aunque algo distante. Comparten un «hije» que sobrevivió a una hemorragia fetomaterna al nacer. Aún atormentada por aquello, la mujer atraviesa un momento de crisis vital.
De improviso, decide conducir de Los Ángeles a Nueva York para asistir a una reunión de trabajo y convertir el trayecto en una experiencia para reconectar consigo misma. Pese al plan, durante el tiempo reservado para su aventura, permanece en un motel a media hora de casa. Desde entonces, hará otro tipo de viaje. Uno que comienza con un joven bailarín que despierta en ella un deseo arrasador.
En sus relaciones anteriores, frecuentadas por más mujeres que hombres, nunca ha vivido nada semejante. El vínculo que se establece entre ambos trasciende lo sexual. Como es habitual en la autora, en su idilio se entremezclan impudicia, lujuria, perversión, escatología, ternura y comedia. El encuentro tiene consecuencias para los dos, pero no resulta fácil adivinar lo que está por venir. Lo único que puede esperarse siempre de July es lo inesperado: uno de sus mayores encantos es la elección permanente de caminos insólitos. La menopausia, por ejemplo.
Uno de sus mayores encantos de la autora norteamericana es la elección permanente de caminos insólitos
El giro que el declive hormonal puede suponer en la vida de una mujer ofrece a la autora la excusa perfecta para explorar aspectos ocultos de la intimidad humana, un asunto fundamental en su obra. Lo hace a través de la protagonista, a la que una visita médica rutinaria le descubre indicios de perimenopausia. Que apenas presente síntomas no impide que crezca el abismo que siente bajo los pies.
Para indagar en los cambios que sufrirá su cuerpo, interroga a varias mujeres de su entorno a las que reúne a modo de instalación artística en la habitación de motel donde comenzó todo. Por más interesantes que puedan ser las revelaciones, el tono documental que adquiere la novela en esos pasajes resta cierta naturalidad a la narración, llegando a lastrarla en ocasiones. Sucede lo mismo con el abuso del lenguaje inclusivo.
Que lo más temido por la protagonista sea el descenso de apetito carnal, mientras no deja de mostrar una libido desatada, produce un contraste cómico. Se acentúa por el delirio al que le expone otra amenaza: un historial familiar de suicidio y depresión. La intensidad dramática provoca una emoción ambigua. Abrumador por momentos, el exceso también resulta divertido. Sea un recurso intencionado o el fruto de una mirada irónica, su efecto es poderoso. July es, ante todo, muy graciosa.
Empujar los límites
Entre lo trivial y lo trascendente, hay una pregunta que atraviesa estas páginas: ¿por qué hacemos lo que hacemos? La autora empuja los límites para averiguarlo. Con un estilo descarnado que puede llegar a sacudir, su propuesta de diálogo sobre temas como la monogamia, el deseo o el envejecimiento resulta franca.
También es audaz: el esfuerzo que invita a hacer para establecer vínculos más auténticos con nuestro entorno y con nosotros mismos nunca esquiva los riesgos. Es el precio a pagar por la libertad que impulsa toda la obra de una artista verdaderamente genuina.
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