Es una de las voces jóvenes más importantes del pensamiento europeo actual. Tras la publicación en Italia de ‘La lengua de los dioses’ (Taurus), un superventas internacional sobre la recuperación del griego, Andrea Marcolongo se dedicó a tender hilos entre el mundo clásico y el contemporáneo. Planteó a los lectores la importancia de volver a la mitología y también a la etimología en el siglo XXI. Recuperó también la figura de Jasón y los argonautas en ‘La medida de los héroes’, buceó en las páginas del diccionario para escribir ‘Etimologías para sobrevivir al caos’ y selló con sus lectores un pacto de aventura y conocimiento en ‘El arte de resistir’ y ‘Una noche en el museo’, este último publicado en España el año pasado.Andrea Marcolongo , filóloga italiana y escritora de la marina francesa, ha regresado a España para participar en los premios Genio 2025 , un evento dedicado a la innovación organizado por Vocento, y en el que esta intelectual radicada en París ofreció una conferencia acerca de la noción del tiempo que cultivaron los clásicos y su relación directa sobre la forma de entender y vivir el mundo contemporáneo. ¿Cómo ve usted los tiempos que corren hoy en Europa?Son tiempos malos para Europa. Desde siempre lo han sido. El mito de Europa es uno de los más violentos de la mitología clásica. Europa es esa mujer raptada, violada por Zeus. La de nuestro continente es una historia de gran confusión y peligro. Pero es justo su fuerza, esa fuerza, la que ha permitido a los europeos encontrar una respuesta y una identidad. En los tiempos más oscuros es cuando se ven los valores de un pueblo, de un continente.Estamos en guerra o a las puertas de una guerra mayor. Ya ve. Por eso pienso también en La Eneida, que para mí es el poema de los tiempos de crisis, de los tiempos malos. La Eneida comienza con la destrucción de Troya, con el rapto del símbolo mismo de Troya, que es este paladio. Es decir, La Eneida comienza cuando se acaba un mundo. El pobre Eneas tiene que ir buscando una manera de reconstruir, otra manera de vivir y de entender el mundo. Nosotros también. ¿Será posible?Si quiere seguir siendo Europa, si quiere seguir sobreviviendo, tiene que encontrar una nueva manera de pensarse a sí misma. Si queremos seguir viviendo con los mismos valores que nos hacen sentir europeos, es preciso encontrar otra manera. Es así de claro. Si Europa no se planta y dice: estos son nuestros valores y todo el mundo va a reconocerlos, no vamos a ningún lugar.El mito europeo es violento, pero… ¿lo es Europa?Europa es un continente violento. Es el continente de las guerras infinitas. La primera obra literaria, La Ilíada, es un poema de guerra. ¿Cuántas guerras ha habido? No sé, alguien habrá contado cuántas guerras ha habido en Europa a partir del siglo, del año 1000 a.C. hasta hoy. Así que Europa no se para frente a una guerra, siempre que encuentre una respuesta.En su charla dijo que el ser humano no puede ir detrás del tiempo, sino plantarse ante él. ¿Es Europa demasiado vieja ya?Los valores de Europa son antiguos, pero no viejos. Yo creo que la fuerza de Europa son sus valores, valores que han empezado con la cultura griega hasta por lo menos el final de la Segunda Guerra Mundial. Ser europeo es, también, compartir esos valores. E insisto en que no son demasiado viejos, sobre todo si hablamos del mundo de hoy, porque si no, ¿qué queda? No me pueden decir que el referente es el poder económico. No puedo pensar ni mucho menos en estar de acuerdo con que el nuevo mundo sean los Emiratos Árabes o China. A propósito de Estados Unidos, ¿nos hemos quedado solos? La responsabilidad es nuestra. Europa tiene que tener también la capacidad de ver que esos valores que nos unen, de mirar al pasado como lo que de verdad nos une. Lo que nos mantiene en pie es mucho más que el dinero. Se trata de buscar una forma antigua de heroísmo.¿Cómo es eso?Pensemos en lo que está pasando con Ucrania. ¿Quién es el héroe, quién el líder europeo que habla en este momento? No puede ser Macron, porque tampoco es su papel. No puede ser Ursula von der Leyen, que encarna la burocracia europea. ¿Quién es? Pienso en un héroe como Eneas, alguien que cree en esos valores. La falta de ese tipo de heroísmo da que pensar. ¿Quién podría ser el héroe hoy?La persona que lee. Creo que hay muchos más lectores de lo que imaginamos. Luego, ¿qué espacio tiene? Esa es una muy buena pregunta. Me llama la atención el hecho que en el discurso político ni siquiera un segundo los políticos, ya sean españoles, franceses o italianos, hablen de lo que están leyendo. Ni en Navidad, cuando Obama por lo menos se tomaba las fotos con cuatro libros encima de la mesa.Retomemos la etimología para el caos, ¿de las 99 palabras cuál elegiría?Pues justo ésa: caos. Dentro y fuera de Europa vivimos tiempos de caos político, económico, social. Es la palabra que mejor encarna lo que estamos viviendo todos. Y de hecho la mitología clásica también. Esto no es Homero, es Hesíodo, quien escribió que la historia del mundo griego comenzó con el caos infinito, es decir, con algo que no tenía ninguna forma. La llave está en dar una forma al caos general, ponerlo en orden. Y sin ese miedo que sentimos en Europa. ¿El miedo de Europa?Sí. El miedo es una neurosis europea. De un lado está Putin, que se lo pasa de maravilla en medio del caos y que es capaz de vivir en un caos permanente. Del otro, nosotros buscamos más leyes, más burocracia, más cosas, más impuestos, más reglas incluso sobre cosas absurdas cuando lo que se trata es de vivir con este caos, entenderlo y darle forma. ¿La ceremonia de las olimpiadas fue decadente o sólo un signo de los tiempos?Es una paradoja. ¡Mira esa también una muy buena palabra! Porque son tiempos de paradoja y tiempos muy radicales, es decir, si volvemos por ejemplo a la ceremonia olímpica, una parte pensaría qué es esta locura. Nada de eso que está ahí me corresponde. Y la otra unidad pensaría que estaba muy bien. El asunto es que ninguno de esos dos mundos se comunica uno con el otro. ¿Qué podemos hacer?Las paradojas hay que atravesarlas. Creíamos que la Grecia antigua era una unidad. En absoluto, cada ciudad tenía su lengua, su sistema político. Los griegos detestaban todo lo que es único, todo lo que es dogmático. Pero el valor que les unía era esta idea de ser griegos. Todos se sentían griegos. Por eso, en ocasiones, veo el consenso como una neurosis. Sí, es la neurosis contemporánea de poner todo en orden y de fingir que estamos todos de acuerdo, cuando no es así. No sé en España, pero en Francia hay por lo menos dos o tres mundos paralelos que no comunican. Es una de las voces jóvenes más importantes del pensamiento europeo actual. Tras la publicación en Italia de ‘La lengua de los dioses’ (Taurus), un superventas internacional sobre la recuperación del griego, Andrea Marcolongo se dedicó a tender hilos entre el mundo clásico y el contemporáneo. Planteó a los lectores la importancia de volver a la mitología y también a la etimología en el siglo XXI. Recuperó también la figura de Jasón y los argonautas en ‘La medida de los héroes’, buceó en las páginas del diccionario para escribir ‘Etimologías para sobrevivir al caos’ y selló con sus lectores un pacto de aventura y conocimiento en ‘El arte de resistir’ y ‘Una noche en el museo’, este último publicado en España el año pasado.Andrea Marcolongo , filóloga italiana y escritora de la marina francesa, ha regresado a España para participar en los premios Genio 2025 , un evento dedicado a la innovación organizado por Vocento, y en el que esta intelectual radicada en París ofreció una conferencia acerca de la noción del tiempo que cultivaron los clásicos y su relación directa sobre la forma de entender y vivir el mundo contemporáneo. ¿Cómo ve usted los tiempos que corren hoy en Europa?Son tiempos malos para Europa. Desde siempre lo han sido. El mito de Europa es uno de los más violentos de la mitología clásica. Europa es esa mujer raptada, violada por Zeus. La de nuestro continente es una historia de gran confusión y peligro. Pero es justo su fuerza, esa fuerza, la que ha permitido a los europeos encontrar una respuesta y una identidad. En los tiempos más oscuros es cuando se ven los valores de un pueblo, de un continente.Estamos en guerra o a las puertas de una guerra mayor. Ya ve. Por eso pienso también en La Eneida, que para mí es el poema de los tiempos de crisis, de los tiempos malos. La Eneida comienza con la destrucción de Troya, con el rapto del símbolo mismo de Troya, que es este paladio. Es decir, La Eneida comienza cuando se acaba un mundo. El pobre Eneas tiene que ir buscando una manera de reconstruir, otra manera de vivir y de entender el mundo. Nosotros también. ¿Será posible?Si quiere seguir siendo Europa, si quiere seguir sobreviviendo, tiene que encontrar una nueva manera de pensarse a sí misma. Si queremos seguir viviendo con los mismos valores que nos hacen sentir europeos, es preciso encontrar otra manera. Es así de claro. Si Europa no se planta y dice: estos son nuestros valores y todo el mundo va a reconocerlos, no vamos a ningún lugar.El mito europeo es violento, pero… ¿lo es Europa?Europa es un continente violento. Es el continente de las guerras infinitas. La primera obra literaria, La Ilíada, es un poema de guerra. ¿Cuántas guerras ha habido? No sé, alguien habrá contado cuántas guerras ha habido en Europa a partir del siglo, del año 1000 a.C. hasta hoy. Así que Europa no se para frente a una guerra, siempre que encuentre una respuesta.En su charla dijo que el ser humano no puede ir detrás del tiempo, sino plantarse ante él. ¿Es Europa demasiado vieja ya?Los valores de Europa son antiguos, pero no viejos. Yo creo que la fuerza de Europa son sus valores, valores que han empezado con la cultura griega hasta por lo menos el final de la Segunda Guerra Mundial. Ser europeo es, también, compartir esos valores. E insisto en que no son demasiado viejos, sobre todo si hablamos del mundo de hoy, porque si no, ¿qué queda? No me pueden decir que el referente es el poder económico. No puedo pensar ni mucho menos en estar de acuerdo con que el nuevo mundo sean los Emiratos Árabes o China. A propósito de Estados Unidos, ¿nos hemos quedado solos? La responsabilidad es nuestra. Europa tiene que tener también la capacidad de ver que esos valores que nos unen, de mirar al pasado como lo que de verdad nos une. Lo que nos mantiene en pie es mucho más que el dinero. Se trata de buscar una forma antigua de heroísmo.¿Cómo es eso?Pensemos en lo que está pasando con Ucrania. ¿Quién es el héroe, quién el líder europeo que habla en este momento? No puede ser Macron, porque tampoco es su papel. No puede ser Ursula von der Leyen, que encarna la burocracia europea. ¿Quién es? Pienso en un héroe como Eneas, alguien que cree en esos valores. La falta de ese tipo de heroísmo da que pensar. ¿Quién podría ser el héroe hoy?La persona que lee. Creo que hay muchos más lectores de lo que imaginamos. Luego, ¿qué espacio tiene? Esa es una muy buena pregunta. Me llama la atención el hecho que en el discurso político ni siquiera un segundo los políticos, ya sean españoles, franceses o italianos, hablen de lo que están leyendo. Ni en Navidad, cuando Obama por lo menos se tomaba las fotos con cuatro libros encima de la mesa.Retomemos la etimología para el caos, ¿de las 99 palabras cuál elegiría?Pues justo ésa: caos. Dentro y fuera de Europa vivimos tiempos de caos político, económico, social. Es la palabra que mejor encarna lo que estamos viviendo todos. Y de hecho la mitología clásica también. Esto no es Homero, es Hesíodo, quien escribió que la historia del mundo griego comenzó con el caos infinito, es decir, con algo que no tenía ninguna forma. La llave está en dar una forma al caos general, ponerlo en orden. Y sin ese miedo que sentimos en Europa. ¿El miedo de Europa?Sí. El miedo es una neurosis europea. De un lado está Putin, que se lo pasa de maravilla en medio del caos y que es capaz de vivir en un caos permanente. Del otro, nosotros buscamos más leyes, más burocracia, más cosas, más impuestos, más reglas incluso sobre cosas absurdas cuando lo que se trata es de vivir con este caos, entenderlo y darle forma. ¿La ceremonia de las olimpiadas fue decadente o sólo un signo de los tiempos?Es una paradoja. ¡Mira esa también una muy buena palabra! Porque son tiempos de paradoja y tiempos muy radicales, es decir, si volvemos por ejemplo a la ceremonia olímpica, una parte pensaría qué es esta locura. Nada de eso que está ahí me corresponde. Y la otra unidad pensaría que estaba muy bien. El asunto es que ninguno de esos dos mundos se comunica uno con el otro. ¿Qué podemos hacer?Las paradojas hay que atravesarlas. Creíamos que la Grecia antigua era una unidad. En absoluto, cada ciudad tenía su lengua, su sistema político. Los griegos detestaban todo lo que es único, todo lo que es dogmático. Pero el valor que les unía era esta idea de ser griegos. Todos se sentían griegos. Por eso, en ocasiones, veo el consenso como una neurosis. Sí, es la neurosis contemporánea de poner todo en orden y de fingir que estamos todos de acuerdo, cuando no es así. No sé en España, pero en Francia hay por lo menos dos o tres mundos paralelos que no comunican.
Es una de las voces jóvenes más importantes del pensamiento europeo actual. Tras la publicación en Italia de ‘La lengua de los dioses’ (Taurus), un superventas internacional sobre la recuperación del griego, Andrea Marcolongo se dedicó a tender hilos entre el mundo clásico y … el contemporáneo. Planteó a los lectores la importancia de volver a la mitología y también a la etimología en el siglo XXI.
Recuperó también la figura de Jasón y los argonautas en ‘La medida de los héroes’, buceó en las páginas del diccionario para escribir ‘Etimologías para sobrevivir al caos’ y selló con sus lectores un pacto de aventura y conocimiento en ‘El arte de resistir’ y ‘Una noche en el museo’, este último publicado en España el año pasado.
Andrea Marcolongo, filóloga italiana y escritora de la marina francesa, ha regresado a España para participar en los premios Genio 2025, un evento dedicado a la innovación organizado por Vocento, y en el que esta intelectual radicada en París ofreció una conferencia acerca de la noción del tiempo que cultivaron los clásicos y su relación directa sobre la forma de entender y vivir el mundo contemporáneo.
¿Cómo ve usted los tiempos que corren hoy en Europa?
Son tiempos malos para Europa. Desde siempre lo han sido. El mito de Europa es uno de los más violentos de la mitología clásica. Europa es esa mujer raptada, violada por Zeus. La de nuestro continente es una historia de gran confusión y peligro. Pero es justo su fuerza, esa fuerza, la que ha permitido a los europeos encontrar una respuesta y una identidad. En los tiempos más oscuros es cuando se ven los valores de un pueblo, de un continente.
Estamos en guerra o a las puertas de una guerra mayor. Ya ve.
Por eso pienso también en La Eneida, que para mí es el poema de los tiempos de crisis, de los tiempos malos. La Eneida comienza con la destrucción de Troya, con el rapto del símbolo mismo de Troya, que es este paladio. Es decir, La Eneida comienza cuando se acaba un mundo. El pobre Eneas tiene que ir buscando una manera de reconstruir, otra manera de vivir y de entender el mundo. Nosotros también.
¿Será posible?
Si quiere seguir siendo Europa, si quiere seguir sobreviviendo, tiene que encontrar una nueva manera de pensarse a sí misma. Si queremos seguir viviendo con los mismos valores que nos hacen sentir europeos, es preciso encontrar otra manera. Es así de claro. Si Europa no se planta y dice: estos son nuestros valores y todo el mundo va a reconocerlos, no vamos a ningún lugar.
El mito europeo es violento, pero… ¿lo es Europa?
Europa es un continente violento. Es el continente de las guerras infinitas. La primera obra literaria, La Ilíada, es un poema de guerra. ¿Cuántas guerras ha habido? No sé, alguien habrá contado cuántas guerras ha habido en Europa a partir del siglo, del año 1000 a.C. hasta hoy. Así que Europa no se para frente a una guerra, siempre que encuentre una respuesta.
En su charla dijo que el ser humano no puede ir detrás del tiempo, sino plantarse ante él. ¿Es Europa demasiado vieja ya?
Los valores de Europa son antiguos, pero no viejos. Yo creo que la fuerza de Europa son sus valores, valores que han empezado con la cultura griega hasta por lo menos el final de la Segunda Guerra Mundial. Ser europeo es, también, compartir esos valores. E insisto en que no son demasiado viejos, sobre todo si hablamos del mundo de hoy, porque si no, ¿qué queda? No me pueden decir que el referente es el poder económico. No puedo pensar ni mucho menos en estar de acuerdo con que el nuevo mundo sean los Emiratos Árabes o China.
A propósito de Estados Unidos, ¿nos hemos quedado solos?
La responsabilidad es nuestra. Europa tiene que tener también la capacidad de ver que esos valores que nos unen, de mirar al pasado como lo que de verdad nos une. Lo que nos mantiene en pie es mucho más que el dinero. Se trata de buscar una forma antigua de heroísmo.
¿Cómo es eso?
Pensemos en lo que está pasando con Ucrania. ¿Quién es el héroe, quién el líder europeo que habla en este momento? No puede ser Macron, porque tampoco es su papel. No puede ser Ursula von der Leyen, que encarna la burocracia europea. ¿Quién es? Pienso en un héroe como Eneas, alguien que cree en esos valores. La falta de ese tipo de heroísmo da que pensar.
¿Quién podría ser el héroe hoy?
La persona que lee. Creo que hay muchos más lectores de lo que imaginamos. Luego, ¿qué espacio tiene? Esa es una muy buena pregunta. Me llama la atención el hecho que en el discurso político ni siquiera un segundo los políticos, ya sean españoles, franceses o italianos, hablen de lo que están leyendo. Ni en Navidad, cuando Obama por lo menos se tomaba las fotos con cuatro libros encima de la mesa.
Retomemos la etimología para el caos, ¿de las 99 palabras cuál elegiría?
Pues justo ésa: caos. Dentro y fuera de Europa vivimos tiempos de caos político, económico, social. Es la palabra que mejor encarna lo que estamos viviendo todos. Y de hecho la mitología clásica también. Esto no es Homero, es Hesíodo, quien escribió que la historia del mundo griego comenzó con el caos infinito, es decir, con algo que no tenía ninguna forma. La llave está en dar una forma al caos general, ponerlo en orden. Y sin ese miedo que sentimos en Europa.
¿El miedo de Europa?
Sí. El miedo es una neurosis europea. De un lado está Putin, que se lo pasa de maravilla en medio del caos y que es capaz de vivir en un caos permanente. Del otro, nosotros buscamos más leyes, más burocracia, más cosas, más impuestos, más reglas incluso sobre cosas absurdas cuando lo que se trata es de vivir con este caos, entenderlo y darle forma.
¿La ceremonia de las olimpiadas fue decadente o sólo un signo de los tiempos?
Es una paradoja. ¡Mira esa también una muy buena palabra! Porque son tiempos de paradoja y tiempos muy radicales, es decir, si volvemos por ejemplo a la ceremonia olímpica, una parte pensaría qué es esta locura. Nada de eso que está ahí me corresponde. Y la otra unidad pensaría que estaba muy bien. El asunto es que ninguno de esos dos mundos se comunica uno con el otro.
¿Qué podemos hacer?
Las paradojas hay que atravesarlas. Creíamos que la Grecia antigua era una unidad. En absoluto, cada ciudad tenía su lengua, su sistema político. Los griegos detestaban todo lo que es único, todo lo que es dogmático. Pero el valor que les unía era esta idea de ser griegos. Todos se sentían griegos. Por eso, en ocasiones, veo el consenso como una neurosis. Sí, es la neurosis contemporánea de poner todo en orden y de fingir que estamos todos de acuerdo, cuando no es así. No sé en España, pero en Francia hay por lo menos dos o tres mundos paralelos que no comunican.
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