Crítica de teatro ‘Chavela’ Dirección y dramaturgia Carolina Román Dirección, composición musical y espacio sonoro Alejandro Pelayo Videoescena Ezequiel Romero Escenografía Javier Ruiz de Alegría Iluminación Raúl Baena y Eduardo Vizuete Vestuario Elda Noriega Movimiento Escénico Carolina Román y Óscar Martínez Gil Intérpretes Rozalén, Luisa Gavasa, Paula Iwasaki, Raquel Varela, Laura Porras y Alejandro Pelayo (música en directo) Lugar Teatro Marquina, Madrid 3María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano pasó a la historia de la música como Chavela Vargas . Es uno de los grandes mitos de la canción latinoamericana –en España, sobre todo, gracias a las películas de Pedro Almodóvar–, que ella interpretó de manera dramáticamente desgarradora. Su manera de cantar y sentir lo que cantaba provenía, sin duda, de una vida azarosa, atormentada y dramática. Es comprensible que Carolina Román quedara seducida por su figura y decidiera llevarla a escena.La autora presenta a una Chavela Vargas a punto de morir –de recibir a ‘la Pelona’, como ella llamaba a la muerte–; sentada en su mecedora, una nebulosa de recuerdos se aparece y la artista repasa distintas etapas de su vida que moldearon a la mujer y la artista que ella fue. El abandono de su madre y el repudio de su padre, su relación juvenil con Frida Kahlo , su pasión por la música, su lesbianismo, su adicción a la bebida, su lucha por imponerse en un mundo de hombres… son aspectos que aborda Carolina Román en su texto. Es difícil atrapar una vida tan agitada y febril como la de Chavela Vargas, y la función queda algo deslavazada y el retrato que ofrece de la cantante se presenta desenfocado. No obstante, el espectáculo cobra vida con la música, inevitable si se quiere retratar a Chavela Vargas; y lo hace no solo por la presencia de la magnífica Rozalén (que se alterna con Nita , ex de Fuel Fandango), sino por la presencia de actrices cantantes como Paula Iwasaki –un lujo siempre en cualquier puesta en escena–, Raquel Varela y Laura Porras , y el acompañamiento del músico Alejandro Pelayo (Marlango). La escena que cierra el espectáculo, con las tres Chavelas en que Carolina Román ha dividido el personaje: la moribunda, la joven y el mito, cantando ‘Llorona’ junto a las otras dos actrices, es profundamente emocionante y es un perfecto cierre para la función, en la que hay que destacar la sobriedad de Luisa Gavasa , que consigue componer a una Chavela personal y compasiva. Crítica de teatro ‘Chavela’ Dirección y dramaturgia Carolina Román Dirección, composición musical y espacio sonoro Alejandro Pelayo Videoescena Ezequiel Romero Escenografía Javier Ruiz de Alegría Iluminación Raúl Baena y Eduardo Vizuete Vestuario Elda Noriega Movimiento Escénico Carolina Román y Óscar Martínez Gil Intérpretes Rozalén, Luisa Gavasa, Paula Iwasaki, Raquel Varela, Laura Porras y Alejandro Pelayo (música en directo) Lugar Teatro Marquina, Madrid 3María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano pasó a la historia de la música como Chavela Vargas . Es uno de los grandes mitos de la canción latinoamericana –en España, sobre todo, gracias a las películas de Pedro Almodóvar–, que ella interpretó de manera dramáticamente desgarradora. Su manera de cantar y sentir lo que cantaba provenía, sin duda, de una vida azarosa, atormentada y dramática. Es comprensible que Carolina Román quedara seducida por su figura y decidiera llevarla a escena.La autora presenta a una Chavela Vargas a punto de morir –de recibir a ‘la Pelona’, como ella llamaba a la muerte–; sentada en su mecedora, una nebulosa de recuerdos se aparece y la artista repasa distintas etapas de su vida que moldearon a la mujer y la artista que ella fue. El abandono de su madre y el repudio de su padre, su relación juvenil con Frida Kahlo , su pasión por la música, su lesbianismo, su adicción a la bebida, su lucha por imponerse en un mundo de hombres… son aspectos que aborda Carolina Román en su texto. Es difícil atrapar una vida tan agitada y febril como la de Chavela Vargas, y la función queda algo deslavazada y el retrato que ofrece de la cantante se presenta desenfocado. No obstante, el espectáculo cobra vida con la música, inevitable si se quiere retratar a Chavela Vargas; y lo hace no solo por la presencia de la magnífica Rozalén (que se alterna con Nita , ex de Fuel Fandango), sino por la presencia de actrices cantantes como Paula Iwasaki –un lujo siempre en cualquier puesta en escena–, Raquel Varela y Laura Porras , y el acompañamiento del músico Alejandro Pelayo (Marlango). La escena que cierra el espectáculo, con las tres Chavelas en que Carolina Román ha dividido el personaje: la moribunda, la joven y el mito, cantando ‘Llorona’ junto a las otras dos actrices, es profundamente emocionante y es un perfecto cierre para la función, en la que hay que destacar la sobriedad de Luisa Gavasa , que consigue componer a una Chavela personal y compasiva.
Crítica de teatro
La autora presenta a una Chavela Vargas a punto de morir; sentada en su mecedora, una nebulosa de recuerdos se aparece y la artista repasa distintas etapas de su vida que moldearon a la mujer y la artista que ella fue
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Dirección y dramaturgia
Carolina Román -
Dirección, composición musical y espacio sonoro
Alejandro Pelayo -
Videoescena
Ezequiel Romero -
Escenografía
Javier Ruiz de Alegría -
Iluminación
Raúl Baena y Eduardo Vizuete -
Vestuario
Elda Noriega -
Movimiento Escénico
Carolina Román y Óscar Martínez Gil -
Intérpretes
Rozalén, Luisa Gavasa, Paula Iwasaki, Raquel Varela, Laura Porras y Alejandro Pelayo (música en directo) -
Lugar
Teatro Marquina, Madrid
María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano pasó a la historia de la música como Chavela Vargas. Es uno de los grandes mitos de la canción latinoamericana –en España, sobre todo, gracias a las películas de Pedro Almodóvar–, que ella interpretó de manera … dramáticamente desgarradora. Su manera de cantar y sentir lo que cantaba provenía, sin duda, de una vida azarosa, atormentada y dramática. Es comprensible que Carolina Román quedara seducida por su figura y decidiera llevarla a escena.
La autora presenta a una Chavela Vargas a punto de morir –de recibir a ‘la Pelona’, como ella llamaba a la muerte–; sentada en su mecedora, una nebulosa de recuerdos se aparece y la artista repasa distintas etapas de su vida que moldearon a la mujer y la artista que ella fue. El abandono de su madre y el repudio de su padre, su relación juvenil con Frida Kahlo, su pasión por la música, su lesbianismo, su adicción a la bebida, su lucha por imponerse en un mundo de hombres… son aspectos que aborda Carolina Román en su texto. Es difícil atrapar una vida tan agitada y febril como la de Chavela Vargas, y la función queda algo deslavazada y el retrato que ofrece de la cantante se presenta desenfocado. No obstante, el espectáculo cobra vida con la música, inevitable si se quiere retratar a Chavela Vargas; y lo hace no solo por la presencia de la magnífica Rozalén (que se alterna con Nita, ex de Fuel Fandango), sino por la presencia de actrices cantantes como Paula Iwasaki –un lujo siempre en cualquier puesta en escena–, Raquel Varela y Laura Porras, y el acompañamiento del músico Alejandro Pelayo (Marlango). La escena que cierra el espectáculo, con las tres Chavelas en que Carolina Román ha dividido el personaje: la moribunda, la joven y el mito, cantando ‘Llorona’ junto a las otras dos actrices, es profundamente emocionante y es un perfecto cierre para la función, en la que hay que destacar la sobriedad de Luisa Gavasa, que consigue componer a una Chavela personal y compasiva.
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