Connie y Tristán no saben si realmente están enamorados o solo están experimentando una descarga fuerte de dopamina. ¿Hay alguna diferencia? ¿Tu «yo» verdadero se distingue en algo de la neuroquímica de tu cerebro? Son algunas de las preguntas que se hacen los personajes de Elena Rivera y Itzan Escamilla.
El problema es que no saben si la conexión que sienten es natural o si no es más que la consecuencia de un nuevo antidepresivo; solo son dos voluntarios en un ensayo clínico-farmacológico y su romance genera alarmantes dilemas para sus médicos supervisores (Alicia Borrachero y Fran Perea).
Es la trama de ‘El efecto’ (Teatros del Canal), donde Juan Carlos Fisher abraza el texto de Lucy Prebble (creadora de la serie ‘Succession’) en una experiencia teatral «intensa y estimulante que examina con profundidad y humor el origen del amor y los límites de la ética», señala el director.
[[QUOTE:PULL|||»La depresión, la ansiedad, el miedo al vacío… todo parece tener una pastilla»|||Juan Carlos Fisher]]
En el programa de mano se cuenta que la pieza combina «ciencia y emoción con una precisión quirúrgica, tocando una fibra que cada vez nos atraviesa más»: la medicalización de la vida, esa búsqueda obsesiva de soluciones químicas para nuestro sufrimiento, y la incómoda pregunta sobre qué significa realmente sentir, son los ejes sobre los que pivota una función por la que Borrachero asegura que «vivimos empastillados» dentro de un mundo en el que la tristeza se ha convertido en un síntoma, no en una emoción.
«La depresión, la ansiedad, el miedo al vacío… todo parece tener una pastilla, una dosis exacta para hacerlo desaparecer, o al menos atenuarlo», presenta un Fisher que se pregunta «qué nos queda cuando nuestras emociones están reguladas por fármacos» y «quiénes somos cuando aquello que sentimos puede ser manipulado en un laboratorio».
Más conciso es Perea: «‘El efecto’ habla de la vulnerabilidad química, además de la salud mental, del amor y de la ética de las farmacéuticas. Hay un debate precioso». Para el actor, su personaje, igual que el de Borrachero, «no es ningún tipo de Cupido. Esto es mucho menos romántico».
Un poco ‘workaholic’
Celebra el intérprete malagueño salir durante este proyecto de la vorágine en la que vive. «Se agradece ser solo actor por un tiempo. No produzco ni nada, que, por otro lado, es una tranquilidad». Aunque ese «break» solo dura el tiempo que está sobre el escenario de la Sala Verde del Canal. Fuera de él, vuelve el Fran Perea frenético: proyectos con su «hermano» Víctor Elías (‘Yo sostenido’), «somos un poco ‘workaholic’ los dos»; su faceta de músico (con el single recién lanzado de ‘Bala perdida’); o el trabajo con su compañía de teatro. También «mucho curro de oficina».
«No tengo tiempo ni para ver series», asegura el artista. «Puede decir ‘me voy a tomar una semana’, pero de pronto te llaman y cambia todo. Lo que sí intento siempre es hacer un hueco para estar con los colegas y tener un poco de ocio». Hace bueno un dicho que, explica, suena mucho por su casa: «Según se van cayendo los frailes pongo la barandilla».
De una forma parecida deberán actuar los personajes de ‘El efecto’. Donde esa historia de amor siempre esta en duda. Una cuestión que hace reflexionar al director del montaje: «Nos obliga a preguntarnos cuánto de lo que sentimos es realmente nuestro y cuánto ha sido moldeado por la industria farmacéutica, la neurociencia y una sociedad que prefiere silenciar el dolor antes que comprenderlo». Para Rivera, el problema «te plantea si el fin justifica los medios».
La pieza dispone así distintos puntos de vista «dependiendo de los personajes y de lo que les va ocurriendo», añade una Borrachero que explica que en la obra se expone que ya no vivimos en un mundo de locos o cuerdos, «sino de personas con problema de salud mental o personas que todavía no tienen un problema de salud mental».
- Dónde: Teatros del Canal (Sala Verde), Madrid. Cuándo: del 9 al 20 de abril. Cuánto: desde 9 euros.
Alicia Borrachero y Fran Perea lideran un experimento médico que deparará, o no, el futuro de la relación entre Elena Rivera e Itzan Escamilla
Connie y Tristán no saben si realmente están enamorados o solo están experimentando una descarga fuerte de dopamina. ¿Hay alguna diferencia? ¿Tu «yo» verdadero se distingue en algo de la neuroquímica de tu cerebro? Son algunas de las preguntas que se hacen los personajes de Elena Rivera y Itzan Escamilla.
El problema es que no saben si la conexión que sienten es natural o si no es más que la consecuencia de un nuevo antidepresivo; solo son dos voluntarios en un ensayo clínico-farmacológico y su romance genera alarmantes dilemas para sus médicos supervisores (Alicia Borrachero y Fran Perea).
Es la trama de ‘El efecto’ (Teatros del Canal), donde Juan Carlos Fisher abraza el texto de Lucy Prebble (creadora de la serie ‘Succession’) en una experiencia teatral «intensa y estimulante que examina con profundidad y humor el origen del amor y los límites de la ética», señala el director.
«La depresión, la ansiedad, el miedo al vacío… todo parece tener una pastilla»
En el programa de mano se cuenta que la pieza combina «ciencia y emoción con una precisión quirúrgica, tocando una fibra que cada vez nos atraviesa más»: la medicalización de la vida, esa búsqueda obsesiva de soluciones químicas para nuestro sufrimiento, y la incómoda pregunta sobre qué significa realmente sentir, son los ejes sobre los que pivota una función por la que Borrachero asegura que «vivimos empastillados» dentro de un mundo en el que la tristeza se ha convertido en un síntoma, no en una emoción.

«La depresión, la ansiedad, el miedo al vacío… todo parece tener una pastilla, una dosis exacta para hacerlo desaparecer, o al menos atenuarlo», presenta un Fisher que se pregunta «qué nos queda cuando nuestras emociones están reguladas por fármacos» y «quiénes somos cuando aquello que sentimos puede ser manipulado en un laboratorio».
Más conciso es Perea: «‘El efecto’ habla de la vulnerabilidad química, además de la salud mental, del amor y de la ética de las farmacéuticas. Hay un debate precioso». Para el actor, su personaje, igual que el de Borrachero, «no es ningún tipo de Cupido. Esto es mucho menos romántico».
Celebra el intérprete malagueño salir durante este proyecto de la vorágine en la que vive. «Se agradece ser solo actor por un tiempo. No produzco ni nada, que, por otro lado, es una tranquilidad». Aunque ese «break» solo dura el tiempo que está sobre el escenario de la Sala Verde del Canal. Fuera de él, vuelve el Fran Perea frenético: proyectos con su «hermano» Víctor Elías (‘Yo sostenido’), «somos un poco ‘workaholic’ los dos»; su faceta de músico (con el single recién lanzado de ‘Bala perdida’); o el trabajo con su compañía de teatro. También «mucho curro de oficina».
«No tengo tiempo ni para ver series», asegura el artista. «Puede decir ‘me voy a tomar una semana’, pero de pronto te llaman y cambia todo. Lo que sí intento siempre es hacer un hueco para estar con los colegas y tener un poco de ocio». Hace bueno un dicho que, explica, suena mucho por su casa: «Según se van cayendo los frailes pongo la barandilla».
De una forma parecida deberán actuar los personajes de ‘El efecto’. Donde esa historia de amor siempre esta en duda. Una cuestión que hace reflexionar al director del montaje: «Nos obliga a preguntarnos cuánto de lo que sentimos es realmente nuestro y cuánto ha sido moldeado por la industria farmacéutica, la neurociencia y una sociedad que prefiere silenciar el dolor antes que comprenderlo». Para Rivera, el problema «te plantea si el fin justifica los medios».
La pieza dispone así distintos puntos de vista «dependiendo de los personajes y de lo que les va ocurriendo», añade una Borrachero que explica que en la obra se expone que ya no vivimos en un mundo de locos o cuerdos, «sino de personas con problema de salud mental o personas que todavía no tienen un problema de salud mental».
- Dónde: Teatros del Canal (Sala Verde), Madrid. Cuándo: del 9 al 20 de abril. Cuánto: desde 9 euros.
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