José Miguel Parra (Madrid, 1968) habla y escribe sobre momias sin tapujos. Esos cuerpos deshidratados, de forma natural o artificial, «son la única posibilidad que tiene un historiador de entrevistar, cuaderno de notas en ristre, a una persona que vivió en esa civilización que tanto le fascina. Y sus respuestas nunca dejan de sorprendernos», escribe el egiptólogo y divulgador en ‘ Historias de la Historia del Antiguo Egipto ‘ (Almuzara, 2025). En su último libro -que ya es casi penúltimo porque tiene otro a punto de salir del horno sobre pirámides-, este doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense da cuenta de algunas curiosidades desveladas por las momias, como el uso de las primeras extensiones de pelo por las mujeres de Amarna o las dolencias de las que no se libraban ni los faraones. Lo ha titulado ‘ A vendas con las momias ‘, como un ‘a vueltas con las momias’, y en plena polémica por la retirada de la guanche del Museo Arqueológico Nacional y de otras dos en el Museo de América, la pregunta brota obligada:-¿Está de acuerdo con la medida de Urtasun de no exponer momias en los museos estatales?-No sé cuál ha sido el motivo para quitar la momia guanche, pero no creo que sea la decisión correcta. No me parece una decisión muy adecuada. Las momias son una fuente básica de información porque es la única posibilidad que tenemos de entrevistar a un señor muerto hace 5.000 años. Los paleopatólogos son capaces de sacar mucha información de ella porque todo lo que hacemos acaba reflejado en nuestro cuerpo. Si, por ejemplo, un señor era un soldado y un arquero, eso queda reflejado en los huesos. En las momias de los constructores de las pirámides se observan malformaciones en la columna, muchos brazos rotos, datos que nos permiten confirmar que realizaban, de verdad, un trabajo pesado. Y cuando comparamos eso con las momias de los señores de la misma época que están enterrados al lado del faraón, con muchísimas menos lesiones de ese tipo, comprobamos que evidentemente hay una diferencia social entre unos y otros. No sé si en el primer caso es como el 30% de la gente tenía malformaciones y en el segundo solo el 5-7%. -¿Cree que puede ser educativo mostrar una momia, que la gente tiene derecho a verlas?-Sí. A ver, hay que tratarlas con respeto y más si es la momia de un faraón, de alguien del que sabemos su nombre y su genealogía. Pero no encuentro que haya nada malo en presentar las momias al público, como señores que nos hablan de una cultura, evidentemente con el respeto que merecen, porque no dejan de ser un ser humano. Supongo que en el Ministerio lo encuentran de mal gusto, como algo morboso. Siempre tienen ese morbo. Las momias son de lo que más interesa en los museos, sobre todo a los niños. Para mí es crear un problema donde no lo había. Hace 20 años o más, ya en Estados Unidos decían, sobre todo los nativos americanos, que no les gustaba ver algunos enterramientos expuestos porque eran sus antepasados. Bueno, en el caso de los guanches no lo podemos saber. Noticia Relacionada «Nuestra historia no se esconde» estandar Si Canarias reclama su momia guanche y rechaza la carta de Urtasun Laura Bautista Los directores de los principales museos canarios coinciden en exhibirla y defienden su valor «insustituible»-En Canarias están pidiendo la momia guanche para exhibirla allí y los egipcios muestran con orgullo sus momias.-Al principio, estuvieron expuestas en el Museo Egipcio de El Cairo, pero sin acceso de todo el mundo. Si querías verlas tenías que pedir permiso, que te concedían siempre. Luego los egipcios decidieron que, expuestas con el cariño y la atención necesaria, se pueden ver sin ningún problema y son muy interesantes. Es como las tienen ahora expuestas en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia . Es una exposición súper bonita en un museo modernísimo y con unas piezas muy curiosas. En una gran sala, presentan un recorrido cronológico por toda la historia de Egipto hasta el siglo XIX y muestran piezas muy selectas de todas las épocas y cada momia está acompañada por un gran panel, con una información, yo diría que muy adecuada, para saber quién era ese señor y cuáles fueron sus logros. La verdad es que es muy instructivo. Mujeres en el banquete funerario de Nebamón, en el Museo Británico, con los conos de perfume sobre su cabeza que se ha comprobado en momias que existieron realmente José Miguel Parra-En esa Galería de las Momias Reales se exhiben 17 reyes y tres reinas consortes de la Antigüedad Egipcia. ¿Si las mujeres tenían poder, como indicas en tu libro, por qué se conocen tan pocas faraonas?-Porque el cargo de faraón solamente lo podía ocupar un varón. Ideológicamente para los egipcios era así. Pero ese varón tenía que tener siempre a su lado a una reina porque si no, la cosa no funcionaba. Una de las funciones básicas del faraón era mantener el caos alejado del mundo que él controlaba. Y para eso, para que hubiera una renovación del ciclo todos los años, con la crecida del Nilo, necesitaba a una mujer. Tenía que haber dos sexos, masculino y femenino. -Pero se dio el caso, por ejemplo, de Hatshepsut, que gobernó como un faraón.-Cuando hay un problema y se acaba el linaje, siempre hay una mujer de la familia real que acaba ascendiendo al trono. Y tienen problemas iconográficos porque no hay modo de representar a una señora como un hombre. Según fue avanzando el reinado de Hatshepsut, de aparecer con cuerpo de mujer y con vestido de hombre acabó siendo representada totalmente como un hombre. Lo curioso es que en los textos se refieren a ella con la terminación del femenino en la mayoría de las ocasiones. Había un reparto de labores. El faraón siempre tenía que tener a un lado una mujer, porque sin la reina había muchos ceremoniales que no podía realizar.-La ‘gran esposa del rey’ tenía una relevancia en Egipto que, según explica en el libro, no debería sorprendernos, porque el mundo de los faraones es una rareza también en el campo de la igualdad entre sexos.-Sabemos desde hace ya bastante tiempo que las mujeres del Antiguo Egipto eran exactamente iguales a los hombres en el campo legal. De modo que no eran inferiores a ellos en ningún aspecto. Ante un tribunal, su palabra era la misma que la de un hombre. Podían poseer cosas, venderlas, ser dueñas de su economía. Hasta tal punto es así que cuando se divorciaban, recuperaban todo lo que hubieran aportado y además se quedaban con un tercio de las posesiones del marido. Y lo sabemos porque tenemos contratos prematrimoniales, por así decirlo, que algunos padres hacían firmar a sus posibles futuros yernos para que sus hijas no quedaran desvalidas en caso de divorciarse. Porque, en el Antiguo Egipto, casarse y divorciarse no implicaba ni al Estado ni a la religión. Simplemente era el acuerdo entre dos personas que decidían que se iban a vivir juntas. Además, lo llamaban así, crear una casa o irse a vivir juntos.Y cuando decidían que se había roto, dejaban de vivir juntos y se divorciaban. Y eso lo podían hacer tanto las mujeres como los hombres. Las mujeres además podían denunciar a su marido en el tribunal por malos tratos (hay algún ejemplo en el libro y lo más interesante es que es de época tardía). El individuo 2030 del cementerio de las Tumbas Norte y las extensiones y trenzas AMARNA PROJECTSabemos también de los negocios de una señora que se dedicaba a encargarse de mantener vivo el culto de la gente. Para mantener el culto eternamente, se dedicaban algunas tierras o algún tipo de producción para ofrendas. Evidentemente, presentar ofrendas todos los días a los familiares era un poco tedioso. Por eso, desde muy temprano hubo gente que se encargaba de hacerlo de forma profesional. Tenían un empleo… El problema es que desde el Reino Antiguo en adelante, digamos que su acceso a cargos estatales o de funcionariado, por así decirlo, va menguando. En el campo la mujer trabajaba tanto o más. De hecho, hasta trabajaban los niños. En el mundo antiguo, los niños eran una unidad de producción de la familia, desde que eran capaces de andar y llevar pequeños pesos. Con un guiño a Carlos Fisas y sus exitosas ‘Historias de la Historia’, la obra de Parra está repleta también de casos concretos como éste, que ilustran aspectos poco conocidos del siempre fascinante pasado egipcio. «Mi objetivo es plantear cosas curiosas que pueden interesar a la gente, pero que no se hayan tratado mucho antes, por lo menos en España, hacer de intermediario entre el mundo académico y el mundo del interesado en la cultura del Antiguo Egipto y contar de forma accesible lo que yo leo en artículos (muchas veces en inglés, francés, alemán o italiano) y a veces publico en revistas científicas», explica este egiptólogo que excavó con el proyecto Djehuty durante siete campañas, desde el 2005 hasta el 2011 y ahora acompaña a grupos turísticos que viajan a Egipto.-Los antiguos egipcios bebían cerveza y, según relata, comían habitualmente cerdo. Qué diferentes a los actuales, ¿no?-Más de 100 millones de personas viven en Egipto y el 10%, si no más, son coptos. Así que hay 10 millones de personas que consumen cerdo. Hay una gran cabaña de cerdos, de modo que no es nada raro. Sí es muy extraño que apenas haya una media docena de representaciones de cerdos en las tumbas, en los relieves y demás. Hasta hace dos décadas, se pensaba que a los antiguos egipcios no les gustaban. En los textos, además, se identifican con el mal porque cuando gruñen, chillan mucho, por ese ruido estridente. Lo mismo que pasaba con los burros, por ejemplo, que como rebuznan muy alto, también los relacionaban con el mal. Pero cuando hemos empezado a estudiar los huesos que nos encontrábamos en los yacimientos, han empezado a aparecer muchos cerdos y nos hemos dado cuenta de que, en realidad, el cerdo era un animal que estaba bastante presente y que se consumía. ¿Por qué? Porque es el animal que no solamente te ayuda a mantener limpia la ciudad, porque son un gran transformador de basuras, que además transforman rápido todo lo que consumen en proteína. Empezamos a pensar que había piaras o cerdos sueltos por los poblados.-¿Ha querido destacar esa parte de la arqueología que no es tan vistosa, que no es el hallazgo de una gran pirámide, pero que aporta mucha información?-Sí. Al fin y al cabo lo que hacemos es intentar reconstruir del modo más fiel posible, atendiendo a la información que poseemos, cómo era una civilización, que en este caso es la del primer estado centralizado del mundo. Estamos hablando de hace más de 5.000 años. Ese es el objetivo. Ahora las excavaciones son mucho más lentas. A finales del siglo XIX, principios del XX, podías poner a 400 personas a trabajar y limpiar una gran superficie del desierto en busca de un gran templo. Ahora para investigar 20 metros cuadrados tardamos mucho más porque participan multitud de especialistas para hacer una reconstrucción lo más fiel posible con toda la información que poseemos. Ahora no solo se pasa la arena que se saca del yacimiento por un tamiz, se pone en agua para que floten los restos de plantas y semillas que nos dicen qué es lo que estaban consumiendo y nos pueden informar, por ejemplo, de la fecha en que se realizó un enterramiento. Porque no florecen todas las plantas en el mismo periodo del año. Esa información es básica y hace 100 años no se recogía. El jardín funerario de una tumba anónima de Dra Abu al-Naga, descubierto por el Proyecto Djehuty Pilar Zarzoso-Hablando de plantas, explica que los jardines eran muy preciados en el Antiguo Egipto y que hasta las tumbas solían tener jardines en miniatura en la entrada, pero solo se han encontrado un par. Uno de ellos descubierto por el proyecto Djehuty. ¿Por qué tan pocos, con tantas tumbas como se han hallado?-Estamos empezando a saber que el templo de Karnak tenía sus árboles y sus jardines y que esas plantas luego se presentaban a los dioses como ofrendas. Los árboles representados en las tumbas tienen también un significado sobre el ciclo de la vida y los que había en sus entradas les permitía recoger ramos para hacer ofrendas. Esto tiene que ver con que a los egipcios les gustan mucho los jeroglíficos y los juegos de palabras. La palabra vida, el ‘ang’, es la llave de la vida y las flores, además del significado que algunas tenían en sí mismas, también se leen ‘ang’. De modo que cuando presentas una flor, no solamente estás ofrendando algo bonito que representa la vida, sino que literalmente estás ofreciendo vida. Por eso hacen tantas ofrendas de flores, porque son ofrendas de vida. Si no se han encontrado más jardines en miniatura en tumbas es porque no siempre se excavan. Una de las cosas que hicimos en el proyecto Djehuty cuando empezamos fue excavar arqueológicamente el patio, que no se solía hacer. Ahora que se han empezado a excavar todos los patios, a lo mejor encuentran más. Aunque como esa parte de la tumba está afuera y no deja de ser algo de adobe, es más fácil que se haya destruido con el paso del tiemop. Ten en cuenta que los adobes antiguos están llenos de nitrógeno, porque están creados a base de barro de la crecida, y hasta hace muy pocas décadas había gente que buscaba ladrillos antiguos para desmenuzarlos en sus terrenos y darles un toque de abono extra. Hay muchas cosas del Antiguo Egipto que se han destruido debido a esa búsqueda de ladrillos antiguos, como han desaparecido templos enteros de piedra porque eran una cantera muy sencilla o se han consumido para crear cal. En ‘La descripción de Egipto’ publicada tras la expedición de Napoleón a Egipto hay algún templo que ha desaparecido.-Por fortuna, aún se siguen realizando hallazgos, como el dado a conocer recientemente de la tumba de Tutmosis II. ¿Cuál es, a su juicio, el descubrimiento más destacado de los últimos años?-Los papiros del Wadi al-Yarf que se encontraron en 2013. Al fondo de ese wadi (rambla) había unos almacenes, cerca de un puerto de la época de Keops, enfrente de la península del Sinaí, donde había un sitio al que se iba a buscar mena de cobre que se transportaba después por barco por el Mar Rojo. En esos almacenes donde se guardaban los materiales, los barcos desmontados, hasta la siguiente vez que se fuera a ir a buscar más cobre. Para tapar esos almacenes con grandes bloques de piedra en el momento en que se decidió que no se iba a utilizar más ese puerto, se llevó un equipo de gente que estaba trabajando en la construcción de la Gran Pirámide. El jefe de ese equipo guardó un montón de papiros detrás de uno de los bloques y son lo más parecido que tenemos por el momento a un vídeo de la construcción de la Gran Pirámide. ¿Por qué? Porque en parte es el diario de tres meses de ese señor contando cómo lleva piedras a la pirámide y el registro de los pagos que él llevaba de sus obreros, que eran trabajadores pagados por el Estado, no eran esclavos. Ese es para mí el descubrimiento más interesante de los últimos años. Para mí, porque soy experto, lo que más me gusta del Antiguo Egipto es la época de las pirámides y el Reino Antiguo. José Miguel Parra (Madrid, 1968) habla y escribe sobre momias sin tapujos. Esos cuerpos deshidratados, de forma natural o artificial, «son la única posibilidad que tiene un historiador de entrevistar, cuaderno de notas en ristre, a una persona que vivió en esa civilización que tanto le fascina. Y sus respuestas nunca dejan de sorprendernos», escribe el egiptólogo y divulgador en ‘ Historias de la Historia del Antiguo Egipto ‘ (Almuzara, 2025). En su último libro -que ya es casi penúltimo porque tiene otro a punto de salir del horno sobre pirámides-, este doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense da cuenta de algunas curiosidades desveladas por las momias, como el uso de las primeras extensiones de pelo por las mujeres de Amarna o las dolencias de las que no se libraban ni los faraones. Lo ha titulado ‘ A vendas con las momias ‘, como un ‘a vueltas con las momias’, y en plena polémica por la retirada de la guanche del Museo Arqueológico Nacional y de otras dos en el Museo de América, la pregunta brota obligada:-¿Está de acuerdo con la medida de Urtasun de no exponer momias en los museos estatales?-No sé cuál ha sido el motivo para quitar la momia guanche, pero no creo que sea la decisión correcta. No me parece una decisión muy adecuada. Las momias son una fuente básica de información porque es la única posibilidad que tenemos de entrevistar a un señor muerto hace 5.000 años. Los paleopatólogos son capaces de sacar mucha información de ella porque todo lo que hacemos acaba reflejado en nuestro cuerpo. Si, por ejemplo, un señor era un soldado y un arquero, eso queda reflejado en los huesos. En las momias de los constructores de las pirámides se observan malformaciones en la columna, muchos brazos rotos, datos que nos permiten confirmar que realizaban, de verdad, un trabajo pesado. Y cuando comparamos eso con las momias de los señores de la misma época que están enterrados al lado del faraón, con muchísimas menos lesiones de ese tipo, comprobamos que evidentemente hay una diferencia social entre unos y otros. No sé si en el primer caso es como el 30% de la gente tenía malformaciones y en el segundo solo el 5-7%. -¿Cree que puede ser educativo mostrar una momia, que la gente tiene derecho a verlas?-Sí. A ver, hay que tratarlas con respeto y más si es la momia de un faraón, de alguien del que sabemos su nombre y su genealogía. Pero no encuentro que haya nada malo en presentar las momias al público, como señores que nos hablan de una cultura, evidentemente con el respeto que merecen, porque no dejan de ser un ser humano. Supongo que en el Ministerio lo encuentran de mal gusto, como algo morboso. Siempre tienen ese morbo. Las momias son de lo que más interesa en los museos, sobre todo a los niños. Para mí es crear un problema donde no lo había. Hace 20 años o más, ya en Estados Unidos decían, sobre todo los nativos americanos, que no les gustaba ver algunos enterramientos expuestos porque eran sus antepasados. Bueno, en el caso de los guanches no lo podemos saber. Noticia Relacionada «Nuestra historia no se esconde» estandar Si Canarias reclama su momia guanche y rechaza la carta de Urtasun Laura Bautista Los directores de los principales museos canarios coinciden en exhibirla y defienden su valor «insustituible»-En Canarias están pidiendo la momia guanche para exhibirla allí y los egipcios muestran con orgullo sus momias.-Al principio, estuvieron expuestas en el Museo Egipcio de El Cairo, pero sin acceso de todo el mundo. Si querías verlas tenías que pedir permiso, que te concedían siempre. Luego los egipcios decidieron que, expuestas con el cariño y la atención necesaria, se pueden ver sin ningún problema y son muy interesantes. Es como las tienen ahora expuestas en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia . Es una exposición súper bonita en un museo modernísimo y con unas piezas muy curiosas. En una gran sala, presentan un recorrido cronológico por toda la historia de Egipto hasta el siglo XIX y muestran piezas muy selectas de todas las épocas y cada momia está acompañada por un gran panel, con una información, yo diría que muy adecuada, para saber quién era ese señor y cuáles fueron sus logros. La verdad es que es muy instructivo. Mujeres en el banquete funerario de Nebamón, en el Museo Británico, con los conos de perfume sobre su cabeza que se ha comprobado en momias que existieron realmente José Miguel Parra-En esa Galería de las Momias Reales se exhiben 17 reyes y tres reinas consortes de la Antigüedad Egipcia. ¿Si las mujeres tenían poder, como indicas en tu libro, por qué se conocen tan pocas faraonas?-Porque el cargo de faraón solamente lo podía ocupar un varón. Ideológicamente para los egipcios era así. Pero ese varón tenía que tener siempre a su lado a una reina porque si no, la cosa no funcionaba. Una de las funciones básicas del faraón era mantener el caos alejado del mundo que él controlaba. Y para eso, para que hubiera una renovación del ciclo todos los años, con la crecida del Nilo, necesitaba a una mujer. Tenía que haber dos sexos, masculino y femenino. -Pero se dio el caso, por ejemplo, de Hatshepsut, que gobernó como un faraón.-Cuando hay un problema y se acaba el linaje, siempre hay una mujer de la familia real que acaba ascendiendo al trono. Y tienen problemas iconográficos porque no hay modo de representar a una señora como un hombre. Según fue avanzando el reinado de Hatshepsut, de aparecer con cuerpo de mujer y con vestido de hombre acabó siendo representada totalmente como un hombre. Lo curioso es que en los textos se refieren a ella con la terminación del femenino en la mayoría de las ocasiones. Había un reparto de labores. El faraón siempre tenía que tener a un lado una mujer, porque sin la reina había muchos ceremoniales que no podía realizar.-La ‘gran esposa del rey’ tenía una relevancia en Egipto que, según explica en el libro, no debería sorprendernos, porque el mundo de los faraones es una rareza también en el campo de la igualdad entre sexos.-Sabemos desde hace ya bastante tiempo que las mujeres del Antiguo Egipto eran exactamente iguales a los hombres en el campo legal. De modo que no eran inferiores a ellos en ningún aspecto. Ante un tribunal, su palabra era la misma que la de un hombre. Podían poseer cosas, venderlas, ser dueñas de su economía. Hasta tal punto es así que cuando se divorciaban, recuperaban todo lo que hubieran aportado y además se quedaban con un tercio de las posesiones del marido. Y lo sabemos porque tenemos contratos prematrimoniales, por así decirlo, que algunos padres hacían firmar a sus posibles futuros yernos para que sus hijas no quedaran desvalidas en caso de divorciarse. Porque, en el Antiguo Egipto, casarse y divorciarse no implicaba ni al Estado ni a la religión. Simplemente era el acuerdo entre dos personas que decidían que se iban a vivir juntas. Además, lo llamaban así, crear una casa o irse a vivir juntos.Y cuando decidían que se había roto, dejaban de vivir juntos y se divorciaban. Y eso lo podían hacer tanto las mujeres como los hombres. Las mujeres además podían denunciar a su marido en el tribunal por malos tratos (hay algún ejemplo en el libro y lo más interesante es que es de época tardía). El individuo 2030 del cementerio de las Tumbas Norte y las extensiones y trenzas AMARNA PROJECTSabemos también de los negocios de una señora que se dedicaba a encargarse de mantener vivo el culto de la gente. Para mantener el culto eternamente, se dedicaban algunas tierras o algún tipo de producción para ofrendas. Evidentemente, presentar ofrendas todos los días a los familiares era un poco tedioso. Por eso, desde muy temprano hubo gente que se encargaba de hacerlo de forma profesional. Tenían un empleo… El problema es que desde el Reino Antiguo en adelante, digamos que su acceso a cargos estatales o de funcionariado, por así decirlo, va menguando. En el campo la mujer trabajaba tanto o más. De hecho, hasta trabajaban los niños. En el mundo antiguo, los niños eran una unidad de producción de la familia, desde que eran capaces de andar y llevar pequeños pesos. Con un guiño a Carlos Fisas y sus exitosas ‘Historias de la Historia’, la obra de Parra está repleta también de casos concretos como éste, que ilustran aspectos poco conocidos del siempre fascinante pasado egipcio. «Mi objetivo es plantear cosas curiosas que pueden interesar a la gente, pero que no se hayan tratado mucho antes, por lo menos en España, hacer de intermediario entre el mundo académico y el mundo del interesado en la cultura del Antiguo Egipto y contar de forma accesible lo que yo leo en artículos (muchas veces en inglés, francés, alemán o italiano) y a veces publico en revistas científicas», explica este egiptólogo que excavó con el proyecto Djehuty durante siete campañas, desde el 2005 hasta el 2011 y ahora acompaña a grupos turísticos que viajan a Egipto.-Los antiguos egipcios bebían cerveza y, según relata, comían habitualmente cerdo. Qué diferentes a los actuales, ¿no?-Más de 100 millones de personas viven en Egipto y el 10%, si no más, son coptos. Así que hay 10 millones de personas que consumen cerdo. Hay una gran cabaña de cerdos, de modo que no es nada raro. Sí es muy extraño que apenas haya una media docena de representaciones de cerdos en las tumbas, en los relieves y demás. Hasta hace dos décadas, se pensaba que a los antiguos egipcios no les gustaban. En los textos, además, se identifican con el mal porque cuando gruñen, chillan mucho, por ese ruido estridente. Lo mismo que pasaba con los burros, por ejemplo, que como rebuznan muy alto, también los relacionaban con el mal. Pero cuando hemos empezado a estudiar los huesos que nos encontrábamos en los yacimientos, han empezado a aparecer muchos cerdos y nos hemos dado cuenta de que, en realidad, el cerdo era un animal que estaba bastante presente y que se consumía. ¿Por qué? Porque es el animal que no solamente te ayuda a mantener limpia la ciudad, porque son un gran transformador de basuras, que además transforman rápido todo lo que consumen en proteína. Empezamos a pensar que había piaras o cerdos sueltos por los poblados.-¿Ha querido destacar esa parte de la arqueología que no es tan vistosa, que no es el hallazgo de una gran pirámide, pero que aporta mucha información?-Sí. Al fin y al cabo lo que hacemos es intentar reconstruir del modo más fiel posible, atendiendo a la información que poseemos, cómo era una civilización, que en este caso es la del primer estado centralizado del mundo. Estamos hablando de hace más de 5.000 años. Ese es el objetivo. Ahora las excavaciones son mucho más lentas. A finales del siglo XIX, principios del XX, podías poner a 400 personas a trabajar y limpiar una gran superficie del desierto en busca de un gran templo. Ahora para investigar 20 metros cuadrados tardamos mucho más porque participan multitud de especialistas para hacer una reconstrucción lo más fiel posible con toda la información que poseemos. Ahora no solo se pasa la arena que se saca del yacimiento por un tamiz, se pone en agua para que floten los restos de plantas y semillas que nos dicen qué es lo que estaban consumiendo y nos pueden informar, por ejemplo, de la fecha en que se realizó un enterramiento. Porque no florecen todas las plantas en el mismo periodo del año. Esa información es básica y hace 100 años no se recogía. El jardín funerario de una tumba anónima de Dra Abu al-Naga, descubierto por el Proyecto Djehuty Pilar Zarzoso-Hablando de plantas, explica que los jardines eran muy preciados en el Antiguo Egipto y que hasta las tumbas solían tener jardines en miniatura en la entrada, pero solo se han encontrado un par. Uno de ellos descubierto por el proyecto Djehuty. ¿Por qué tan pocos, con tantas tumbas como se han hallado?-Estamos empezando a saber que el templo de Karnak tenía sus árboles y sus jardines y que esas plantas luego se presentaban a los dioses como ofrendas. Los árboles representados en las tumbas tienen también un significado sobre el ciclo de la vida y los que había en sus entradas les permitía recoger ramos para hacer ofrendas. Esto tiene que ver con que a los egipcios les gustan mucho los jeroglíficos y los juegos de palabras. La palabra vida, el ‘ang’, es la llave de la vida y las flores, además del significado que algunas tenían en sí mismas, también se leen ‘ang’. De modo que cuando presentas una flor, no solamente estás ofrendando algo bonito que representa la vida, sino que literalmente estás ofreciendo vida. Por eso hacen tantas ofrendas de flores, porque son ofrendas de vida. Si no se han encontrado más jardines en miniatura en tumbas es porque no siempre se excavan. Una de las cosas que hicimos en el proyecto Djehuty cuando empezamos fue excavar arqueológicamente el patio, que no se solía hacer. Ahora que se han empezado a excavar todos los patios, a lo mejor encuentran más. Aunque como esa parte de la tumba está afuera y no deja de ser algo de adobe, es más fácil que se haya destruido con el paso del tiemop. Ten en cuenta que los adobes antiguos están llenos de nitrógeno, porque están creados a base de barro de la crecida, y hasta hace muy pocas décadas había gente que buscaba ladrillos antiguos para desmenuzarlos en sus terrenos y darles un toque de abono extra. Hay muchas cosas del Antiguo Egipto que se han destruido debido a esa búsqueda de ladrillos antiguos, como han desaparecido templos enteros de piedra porque eran una cantera muy sencilla o se han consumido para crear cal. En ‘La descripción de Egipto’ publicada tras la expedición de Napoleón a Egipto hay algún templo que ha desaparecido.-Por fortuna, aún se siguen realizando hallazgos, como el dado a conocer recientemente de la tumba de Tutmosis II. ¿Cuál es, a su juicio, el descubrimiento más destacado de los últimos años?-Los papiros del Wadi al-Yarf que se encontraron en 2013. Al fondo de ese wadi (rambla) había unos almacenes, cerca de un puerto de la época de Keops, enfrente de la península del Sinaí, donde había un sitio al que se iba a buscar mena de cobre que se transportaba después por barco por el Mar Rojo. En esos almacenes donde se guardaban los materiales, los barcos desmontados, hasta la siguiente vez que se fuera a ir a buscar más cobre. Para tapar esos almacenes con grandes bloques de piedra en el momento en que se decidió que no se iba a utilizar más ese puerto, se llevó un equipo de gente que estaba trabajando en la construcción de la Gran Pirámide. El jefe de ese equipo guardó un montón de papiros detrás de uno de los bloques y son lo más parecido que tenemos por el momento a un vídeo de la construcción de la Gran Pirámide. ¿Por qué? Porque en parte es el diario de tres meses de ese señor contando cómo lleva piedras a la pirámide y el registro de los pagos que él llevaba de sus obreros, que eran trabajadores pagados por el Estado, no eran esclavos. Ese es para mí el descubrimiento más interesante de los últimos años. Para mí, porque soy experto, lo que más me gusta del Antiguo Egipto es la época de las pirámides y el Reino Antiguo.
José Miguel Parra (Madrid, 1968) habla y escribe sobre momias sin tapujos. Esos cuerpos deshidratados, de forma natural o artificial, «son la única posibilidad que tiene un historiador de entrevistar, cuaderno de notas en ristre, a una persona que vivió en esa civilización que … tanto le fascina. Y sus respuestas nunca dejan de sorprendernos», escribe el egiptólogo y divulgador en ‘Historias de la Historia del Antiguo Egipto’ (Almuzara, 2025). En su último libro -que ya es casi penúltimo porque tiene otro a punto de salir del horno sobre pirámides-, este doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense da cuenta de algunas curiosidades desveladas por las momias, como el uso de las primeras extensiones de pelo por las mujeres de Amarna o las dolencias de las que no se libraban ni los faraones. Lo ha titulado ‘A vendas con las momias’, como un ‘a vueltas con las momias’, y en plena polémica por la retirada de la guanche del Museo Arqueológico Nacional y de otras dos en el Museo de América, la pregunta brota obligada:
-¿Está de acuerdo con la medida de Urtasun de no exponer momias en los museos estatales?
-No sé cuál ha sido el motivo para quitar la momia guanche, pero no creo que sea la decisión correcta. No me parece una decisión muy adecuada. Las momias son una fuente básica de información porque es la única posibilidad que tenemos de entrevistar a un señor muerto hace 5.000 años. Los paleopatólogos son capaces de sacar mucha información de ella porque todo lo que hacemos acaba reflejado en nuestro cuerpo. Si, por ejemplo, un señor era un soldado y un arquero, eso queda reflejado en los huesos. En las momias de los constructores de las pirámides se observan malformaciones en la columna, muchos brazos rotos, datos que nos permiten confirmar que realizaban, de verdad, un trabajo pesado. Y cuando comparamos eso con las momias de los señores de la misma época que están enterrados al lado del faraón, con muchísimas menos lesiones de ese tipo, comprobamos que evidentemente hay una diferencia social entre unos y otros. No sé si en el primer caso es como el 30% de la gente tenía malformaciones y en el segundo solo el 5-7%.
-¿Cree que puede ser educativo mostrar una momia, que la gente tiene derecho a verlas?
-Sí. A ver, hay que tratarlas con respeto y más si es la momia de un faraón, de alguien del que sabemos su nombre y su genealogía. Pero no encuentro que haya nada malo en presentar las momias al público, como señores que nos hablan de una cultura, evidentemente con el respeto que merecen, porque no dejan de ser un ser humano. Supongo que en el Ministerio lo encuentran de mal gusto, como algo morboso. Siempre tienen ese morbo. Las momias son de lo que más interesa en los museos, sobre todo a los niños. Para mí es crear un problema donde no lo había. Hace 20 años o más, ya en Estados Unidos decían, sobre todo los nativos americanos, que no les gustaba ver algunos enterramientos expuestos porque eran sus antepasados. Bueno, en el caso de los guanches no lo podemos saber.
-En Canarias están pidiendo la momia guanche para exhibirla allí y los egipcios muestran con orgullo sus momias.
-Al principio, estuvieron expuestas en el Museo Egipcio de El Cairo, pero sin acceso de todo el mundo. Si querías verlas tenías que pedir permiso, que te concedían siempre. Luego los egipcios decidieron que, expuestas con el cariño y la atención necesaria, se pueden ver sin ningún problema y son muy interesantes. Es como las tienen ahora expuestas en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia. Es una exposición súper bonita en un museo modernísimo y con unas piezas muy curiosas. En una gran sala, presentan un recorrido cronológico por toda la historia de Egipto hasta el siglo XIX y muestran piezas muy selectas de todas las épocas y cada momia está acompañada por un gran panel, con una información, yo diría que muy adecuada, para saber quién era ese señor y cuáles fueron sus logros. La verdad es que es muy instructivo.
José Miguel Parra
-En esa Galería de las Momias Reales se exhiben 17 reyes y tres reinas consortes de la Antigüedad Egipcia. ¿Si las mujeres tenían poder, como indicas en tu libro, por qué se conocen tan pocas faraonas?
-Porque el cargo de faraón solamente lo podía ocupar un varón. Ideológicamente para los egipcios era así. Pero ese varón tenía que tener siempre a su lado a una reina porque si no, la cosa no funcionaba. Una de las funciones básicas del faraón era mantener el caos alejado del mundo que él controlaba. Y para eso, para que hubiera una renovación del ciclo todos los años, con la crecida del Nilo, necesitaba a una mujer. Tenía que haber dos sexos, masculino y femenino.
-Pero se dio el caso, por ejemplo, de Hatshepsut, que gobernó como un faraón.
-Cuando hay un problema y se acaba el linaje, siempre hay una mujer de la familia real que acaba ascendiendo al trono. Y tienen problemas iconográficos porque no hay modo de representar a una señora como un hombre. Según fue avanzando el reinado de Hatshepsut, de aparecer con cuerpo de mujer y con vestido de hombre acabó siendo representada totalmente como un hombre. Lo curioso es que en los textos se refieren a ella con la terminación del femenino en la mayoría de las ocasiones. Había un reparto de labores. El faraón siempre tenía que tener a un lado una mujer, porque sin la reina había muchos ceremoniales que no podía realizar.
-La ‘gran esposa del rey’ tenía una relevancia en Egipto que, según explica en el libro, no debería sorprendernos, porque el mundo de los faraones es una rareza también en el campo de la igualdad entre sexos.
-Sabemos desde hace ya bastante tiempo que las mujeres del Antiguo Egipto eran exactamente iguales a los hombres en el campo legal. De modo que no eran inferiores a ellos en ningún aspecto. Ante un tribunal, su palabra era la misma que la de un hombre. Podían poseer cosas, venderlas, ser dueñas de su economía. Hasta tal punto es así que cuando se divorciaban, recuperaban todo lo que hubieran aportado y además se quedaban con un tercio de las posesiones del marido. Y lo sabemos porque tenemos contratos prematrimoniales, por así decirlo, que algunos padres hacían firmar a sus posibles futuros yernos para que sus hijas no quedaran desvalidas en caso de divorciarse. Porque, en el Antiguo Egipto, casarse y divorciarse no implicaba ni al Estado ni a la religión. Simplemente era el acuerdo entre dos personas que decidían que se iban a vivir juntas. Además, lo llamaban así, crear una casa o irse a vivir juntos.Y cuando decidían que se había roto, dejaban de vivir juntos y se divorciaban. Y eso lo podían hacer tanto las mujeres como los hombres. Las mujeres además podían denunciar a su marido en el tribunal por malos tratos (hay algún ejemplo en el libro y lo más interesante es que es de época tardía).
AMARNA PROJECT
Sabemos también de los negocios de una señora que se dedicaba a encargarse de mantener vivo el culto de la gente. Para mantener el culto eternamente, se dedicaban algunas tierras o algún tipo de producción para ofrendas. Evidentemente, presentar ofrendas todos los días a los familiares era un poco tedioso. Por eso, desde muy temprano hubo gente que se encargaba de hacerlo de forma profesional. Tenían un empleo… El problema es que desde el Reino Antiguo en adelante, digamos que su acceso a cargos estatales o de funcionariado, por así decirlo, va menguando. En el campo la mujer trabajaba tanto o más. De hecho, hasta trabajaban los niños. En el mundo antiguo, los niños eran una unidad de producción de la familia, desde que eran capaces de andar y llevar pequeños pesos.
Con un guiño a Carlos Fisas y sus exitosas ‘Historias de la Historia’, la obra de Parra está repleta también de casos concretos como éste, que ilustran aspectos poco conocidos del siempre fascinante pasado egipcio. «Mi objetivo es plantear cosas curiosas que pueden interesar a la gente, pero que no se hayan tratado mucho antes, por lo menos en España, hacer de intermediario entre el mundo académico y el mundo del interesado en la cultura del Antiguo Egipto y contar de forma accesible lo que yo leo en artículos (muchas veces en inglés, francés, alemán o italiano) y a veces publico en revistas científicas», explica este egiptólogo que excavó con el proyecto Djehuty durante siete campañas, desde el 2005 hasta el 2011 y ahora acompaña a grupos turísticos que viajan a Egipto.
-Los antiguos egipcios bebían cerveza y, según relata, comían habitualmente cerdo. Qué diferentes a los actuales, ¿no?
-Más de 100 millones de personas viven en Egipto y el 10%, si no más, son coptos. Así que hay 10 millones de personas que consumen cerdo. Hay una gran cabaña de cerdos, de modo que no es nada raro. Sí es muy extraño que apenas haya una media docena de representaciones de cerdos en las tumbas, en los relieves y demás. Hasta hace dos décadas, se pensaba que a los antiguos egipcios no les gustaban. En los textos, además, se identifican con el mal porque cuando gruñen, chillan mucho, por ese ruido estridente. Lo mismo que pasaba con los burros, por ejemplo, que como rebuznan muy alto, también los relacionaban con el mal. Pero cuando hemos empezado a estudiar los huesos que nos encontrábamos en los yacimientos, han empezado a aparecer muchos cerdos y nos hemos dado cuenta de que, en realidad, el cerdo era un animal que estaba bastante presente y que se consumía. ¿Por qué? Porque es el animal que no solamente te ayuda a mantener limpia la ciudad, porque son un gran transformador de basuras, que además transforman rápido todo lo que consumen en proteína. Empezamos a pensar que había piaras o cerdos sueltos por los poblados.
-¿Has querido destacar esa parte de la arqueología que no es tan vistosa, que no es el hallazgo de una gran pirámide, pero que aporta mucha información?
-Sí. Al fin y al cabo lo que hacemos es intentar reconstruir del modo más fiel posible, atendiendo a la información que poseemos, cómo era una civilización, que en este caso es la del primer estado centralizado del mundo. Estamos hablando de hace más de 5.000 años. Ese es el objetivo. Ahora las excavaciones son mucho más lentas. A finales del siglo XIX, principios del XX, podías poner a 400 personas a trabajar y limpiar una gran superficie del desierto en busca de un gran templo. Ahora para investigar 20 metros cuadrados tardamos mucho más porque participan multitud de especialistas para hacer una reconstrucción lo más fiel posible con toda la información que poseemos. Ahora no solo se pasa la arena que se saca del yacimiento por un tamiz, se pone en agua para que floten los restos de plantas y semillas que nos dicen qué es lo que estaban consumiendo y nos pueden informar, por ejemplo, de la fecha en que se realizó un enterramiento. Porque no florecen todas las plantas en el mismo periodo del año. Esa información es básica y hace 100 años no se recogía.
Pilar Zarzoso
-Hablando de plantas, explica que los jardines eran muy preciados en el Antiguo Egipto y que hasta las tumbas solían tener jardines en miniatura en la entrada, pero solo se han encontrado un par. Uno de ellos descubierto por el proyecto Djehuty. ¿Por qué tan pocos, con tantas tumbas como se han hallado?
-Estamos empezando a saber que el templo de Karnak tenía sus árboles y sus jardines y que esas plantas luego se presentaban a los dioses como ofrendas. Los árboles representados en las tumbas tienen también un significado sobre el ciclo de la vida y los que había en sus entradas les permitía recoger ramos para hacer ofrendas. Esto tiene que ver con que a los egipcios les gustan mucho los jeroglíficos y los juegos de palabras. La palabra vida, el ‘ang’, es la llave de la vida y las flores, además del significado que algunas tenían en sí mismas, también se leen ‘ang’. De modo que cuando presentas una flor, no solamente estás ofrendando algo bonito que representa la vida, sino que literalmente estás ofreciendo vida. Por eso hacen tantas ofrendas de flores, porque son ofrendas de vida.
Si no se han encontrado más jardines en miniatura en tumbas es porque no siempre se excavan. Una de las cosas que hicimos en el proyecto Djehuty cuando empezamos fue excavar arqueológicamente el patio, que no se solía hacer. Ahora que se han empezado a excavar todos los patios, a lo mejor encuentran más. Aunque como esa parte de la tumba está afuera y no deja de ser algo de adobe, es más fácil que se haya destruido con el paso del tiemop. Ten en cuenta que los adobes antiguos están llenos de nitrógeno, porque están creados a base de barro de la crecida, y hasta hace muy pocas décadas había gente que buscaba ladrillos antiguos para desmenuzarlos en sus terrenos y darles un toque de abono extra. Hay muchas cosas del Antiguo Egipto que se han destruido debido a esa búsqueda de ladrillos antiguos, como han desaparecido templos enteros de piedra porque eran una cantera muy sencilla o se han consumido para crear cal. En ‘La descripción de Egipto’ publicada tras la expedición de Napoleón a Egipto hay algún templo que ha desaparecido.
-Por fortuna, aún se siguen realizando hallazgos, como el dado a conocer recientemente de la tumba de Tutmosis II. ¿Cuál es, a su juicio, el descubrimiento más destacado de los últimos años?
-Los papiros del Wadi al-Yarf que se encontraron en 2013. Al fondo de ese wadi (rambla) había unos almacenes, cerca de un puerto de la época de Keops, enfrente de la península del Sinaí, donde había un sitio al que se iba a buscar mena de cobre que se transportaba después por barco por el Mar Rojo. En esos almacenes donde se guardaban los materiales, los barcos desmontados, hasta la siguiente vez que se fuera a ir a buscar más cobre. Para tapar esos almacenes con grandes bloques de piedra en el momento en que se decidió que no se iba a utilizar más ese puerto, se llevó un equipo de gente que estaba trabajando en la construcción de la Gran Pirámide. El jefe de ese equipo guardó un montón de papiros detrás de uno de los bloques y son lo más parecido que tenemos por el momento a un vídeo de la construcción de la Gran Pirámide. ¿Por qué? Porque en parte es el diario de tres meses de ese señor contando cómo lleva piedras a la pirámide y el registro de los pagos que él llevaba de sus obreros, que eran trabajadores pagados por el Estado, no eran esclavos. Ese es para mí el descubrimiento más interesante de los últimos años. Para mí, porque soy experto, lo que más me gusta del Antiguo Egipto es la época de las pirámides y el Reino Antiguo.
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