Frente a la manipulación de la llamada ‘memoria histórica ‘, la historia a secas cuenta la verdad de lo ocurrido . Que no es lo que parece, ni lo que nos refiere la ficción interesada sobre lo que ocurrió. Este libro, basado en una investigación tan meritoria como difícil, rescata con mayúsculas una historia de españoles derrotados con nombres y apellidos, aquellos que perdieron todas las guerras. Ni una ni dos, sino al menos tres. Primero la Guerra Civil española. Luego fueron perseguidos por los nazis. Finalmente, los purgó y en muchos casos asesinó la maquinaria brutal del estalinismo , con la ayuda inestimable de una parte nada desdeñable de la jefatura del Partido Comunista de España . ENSAYO ‘Marinos republicanos en los campos de concentración soviéticos’ Autores José Vicente García Santamaría y Juan Carlos Sánchez Illán Editorial Catarata Año 2025 Páginas 192 Precio 17,50 euros 4Que algunos de aquellos veteranos supervivientes se negaran a hablar de aquello por lo que habían pasado, convertidos en jubilados silenciosos, apenas puede extrañar. Es importante poner en valor la actitud de los autores, decididos desde la primera página a recuperar en lo posible biografías vividas en una zona gris. La que acontece en el mapa europeo entre 1938 y 1956, con su violencia extrema, aniquiladora. Los nueve capítulos son breves e incisivos. El escenario inicial viene determinado por el volumen de la flota mercante española en 1936, que desdice, como ocurre con tantas buenas investigaciones recientes, imágenes de supuesto arcaísmo y atraso. España contaba entonces con la sexta flota del mundo por tonelaje de vapor registrado y había culminado una transformación notable, con Bilbao como centro naviero principal. Aunque la República partió con una posición de ventaja y control dominante, la descoordinación de los gobiernos vasco y catalán, sumada al empeño de los ineptos asesores soviéticos en lograr el control absoluto del mando de la flota, produjeron un pésimo resultado. La logística republicana, en un Mediterráneo además plagado de enemigos, entró en crisis. Aún así, durante 1937 y parte de 1938 un total de 51 buques mercantes se desplazaron a la URSS a fin de sostener el esfuerzo bélico. Que algunos de aquellos veteranos supervivientes se negaran a hablar de ello, apenas puede extrañarNueve de ellos, con un desplazamiento cercano a 50.000 toneladas, quedaron ‘internados’ sería mejor decir secuestrados, o incautados en concepto de «remanente de deudas por pagar» antes del final de la guerra, en abril de 1939, en los puertos de Odesa, Feodosia y Murmank. Tripulaciones incluidas. Unos 500 marinos civiles ‘retenidos’ quedaron así agregados a otros grupos de españoles de diferentes orígenes. En total unas seis mil personas, obligadas de modo voluntario, o no, a permanecer en la URSS. La mitad fueron los famosos ‘niños de la guerra’ acompañados de unos 150 educadores. Poco menos de mil fueron dirigentes políticos del frente popular derrotado, entre los cuales la unanimidad en la admiración hacia el experimento soviético fue inexistente. Otro grupo, de 240, estuvo compuesto por los marinos y pilotos enviados a la URSS para su formación técnica combatiente en Kazajistán y Ucrania. Fueron sometidos a lo que los estalinistas llamaban la «cinta sin fin» , un continuo acoso psicológico para que adoptasen la ciudadanía soviética y permanecieran allí. Resulta conmovedor que, tanto en este caso como en otros —el de los marinos obedeció a esa casuística en no pocos casos—, la simple manifestación del deseo de abandonar la URSS les condujera a la persecución y el exterminio en Siberia y el Ártico. Desde allí regresaron algunos pocos, en los mismos buques en los que retornaban supervivientes de la División Azul. Otra suprema ironía de la historia. Frente a la manipulación de la llamada ‘memoria histórica ‘, la historia a secas cuenta la verdad de lo ocurrido . Que no es lo que parece, ni lo que nos refiere la ficción interesada sobre lo que ocurrió. Este libro, basado en una investigación tan meritoria como difícil, rescata con mayúsculas una historia de españoles derrotados con nombres y apellidos, aquellos que perdieron todas las guerras. Ni una ni dos, sino al menos tres. Primero la Guerra Civil española. Luego fueron perseguidos por los nazis. Finalmente, los purgó y en muchos casos asesinó la maquinaria brutal del estalinismo , con la ayuda inestimable de una parte nada desdeñable de la jefatura del Partido Comunista de España . ENSAYO ‘Marinos republicanos en los campos de concentración soviéticos’ Autores José Vicente García Santamaría y Juan Carlos Sánchez Illán Editorial Catarata Año 2025 Páginas 192 Precio 17,50 euros 4Que algunos de aquellos veteranos supervivientes se negaran a hablar de aquello por lo que habían pasado, convertidos en jubilados silenciosos, apenas puede extrañar. Es importante poner en valor la actitud de los autores, decididos desde la primera página a recuperar en lo posible biografías vividas en una zona gris. La que acontece en el mapa europeo entre 1938 y 1956, con su violencia extrema, aniquiladora. Los nueve capítulos son breves e incisivos. El escenario inicial viene determinado por el volumen de la flota mercante española en 1936, que desdice, como ocurre con tantas buenas investigaciones recientes, imágenes de supuesto arcaísmo y atraso. España contaba entonces con la sexta flota del mundo por tonelaje de vapor registrado y había culminado una transformación notable, con Bilbao como centro naviero principal. Aunque la República partió con una posición de ventaja y control dominante, la descoordinación de los gobiernos vasco y catalán, sumada al empeño de los ineptos asesores soviéticos en lograr el control absoluto del mando de la flota, produjeron un pésimo resultado. La logística republicana, en un Mediterráneo además plagado de enemigos, entró en crisis. Aún así, durante 1937 y parte de 1938 un total de 51 buques mercantes se desplazaron a la URSS a fin de sostener el esfuerzo bélico. Que algunos de aquellos veteranos supervivientes se negaran a hablar de ello, apenas puede extrañarNueve de ellos, con un desplazamiento cercano a 50.000 toneladas, quedaron ‘internados’ sería mejor decir secuestrados, o incautados en concepto de «remanente de deudas por pagar» antes del final de la guerra, en abril de 1939, en los puertos de Odesa, Feodosia y Murmank. Tripulaciones incluidas. Unos 500 marinos civiles ‘retenidos’ quedaron así agregados a otros grupos de españoles de diferentes orígenes. En total unas seis mil personas, obligadas de modo voluntario, o no, a permanecer en la URSS. La mitad fueron los famosos ‘niños de la guerra’ acompañados de unos 150 educadores. Poco menos de mil fueron dirigentes políticos del frente popular derrotado, entre los cuales la unanimidad en la admiración hacia el experimento soviético fue inexistente. Otro grupo, de 240, estuvo compuesto por los marinos y pilotos enviados a la URSS para su formación técnica combatiente en Kazajistán y Ucrania. Fueron sometidos a lo que los estalinistas llamaban la «cinta sin fin» , un continuo acoso psicológico para que adoptasen la ciudadanía soviética y permanecieran allí. Resulta conmovedor que, tanto en este caso como en otros —el de los marinos obedeció a esa casuística en no pocos casos—, la simple manifestación del deseo de abandonar la URSS les condujera a la persecución y el exterminio en Siberia y el Ártico. Desde allí regresaron algunos pocos, en los mismos buques en los que retornaban supervivientes de la División Azul. Otra suprema ironía de la historia.
Frente a la manipulación de la llamada ‘memoria histórica‘, la historia a secas cuenta la verdad de lo ocurrido. Que no es lo que parece, ni lo que nos refiere la ficción interesada sobre lo que ocurrió. Este libro, basado en una investigación … tan meritoria como difícil, rescata con mayúsculas una historia de españoles derrotados con nombres y apellidos, aquellos que perdieron todas las guerras.
Ni una ni dos, sino al menos tres. Primero la Guerra Civil española. Luego fueron perseguidos por los nazis. Finalmente, los purgó y en muchos casos asesinó la maquinaria brutal del estalinismo, con la ayuda inestimable de una parte nada desdeñable de la jefatura del Partido Comunista de España.

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Autores
José Vicente García Santamaría y Juan Carlos Sánchez Illán -
Editorial
Catarata -
Año
2025 -
Páginas
192 -
Precio
17,50 euros
Que algunos de aquellos veteranos supervivientes se negaran a hablar de aquello por lo que habían pasado, convertidos en jubilados silenciosos, apenas puede extrañar. Es importante poner en valor la actitud de los autores, decididos desde la primera página a recuperar en lo posible biografías vividas en una zona gris. La que acontece en el mapa europeo entre 1938 y 1956, con su violencia extrema, aniquiladora. Los nueve capítulos son breves e incisivos.
El escenario inicial viene determinado por el volumen de la flota mercante española en 1936, que desdice, como ocurre con tantas buenas investigaciones recientes, imágenes de supuesto arcaísmo y atraso. España contaba entonces con la sexta flota del mundo por tonelaje de vapor registrado y había culminado una transformación notable, con Bilbao como centro naviero principal.
Aunque la República partió con una posición de ventaja y control dominante, la descoordinación de los gobiernos vasco y catalán, sumada al empeño de los ineptos asesores soviéticos en lograr el control absoluto del mando de la flota, produjeron un pésimo resultado. La logística republicana, en un Mediterráneo además plagado de enemigos, entró en crisis. Aún así, durante 1937 y parte de 1938 un total de 51 buques mercantes se desplazaron a la URSS a fin de sostener el esfuerzo bélico.
Que algunos de aquellos veteranos supervivientes se negaran a hablar de ello, apenas puede extrañar
Nueve de ellos, con un desplazamiento cercano a 50.000 toneladas, quedaron ‘internados’ sería mejor decir secuestrados, o incautados en concepto de «remanente de deudas por pagar» antes del final de la guerra, en abril de 1939, en los puertos de Odesa, Feodosia y Murmank. Tripulaciones incluidas.
Unos 500 marinos civiles ‘retenidos’ quedaron así agregados a otros grupos de españoles de diferentes orígenes. En total unas seis mil personas, obligadas de modo voluntario, o no, a permanecer en la URSS. La mitad fueron los famosos ‘niños de la guerra’ acompañados de unos 150 educadores. Poco menos de mil fueron dirigentes políticos del frente popular derrotado, entre los cuales la unanimidad en la admiración hacia el experimento soviético fue inexistente.
Otro grupo, de 240, estuvo compuesto por los marinos y pilotos enviados a la URSS para su formación técnica combatiente en Kazajistán y Ucrania. Fueron sometidos a lo que los estalinistas llamaban la «cinta sin fin», un continuo acoso psicológico para que adoptasen la ciudadanía soviética y permanecieran allí. Resulta conmovedor que, tanto en este caso como en otros —el de los marinos obedeció a esa casuística en no pocos casos—, la simple manifestación del deseo de abandonar la URSS les condujera a la persecución y el exterminio en Siberia y el Ártico. Desde allí regresaron algunos pocos, en los mismos buques en los que retornaban supervivientes de la División Azul. Otra suprema ironía de la historia.
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