En Disney se ve de maravilla la serie ‘Mil Golpes’, que es y será de lo mejor del año, lo normal firmándola el muy talentoso Steven Knight, creador, entre otras, de ‘Peaky Blinders’. Decía el director Fuller que una buena película debía comenzar con un ametrallamiento en la puerta de un colegio. Knight tomó nota.En el tumultuoso, mísero ‘East End’ victoriano de Londres, una mujer se apoya en una pared y se pone a dar a luz ante el respetable. Mary Car, ladrona y buscavidas, líder de la banda Las Cuarenta Elefantas, borda el papel de parturienta mientras sus colegas roban a los espectadores. La interpreta la magnífica actriz Eryn Dhoerty . Un jamaicano negro, inteligente y con dotes de boxeador, Ezekiah, acaba de llegar a Londres y se percata del truco. Lo forja el creíble actor Malachi Kirby. Salta la tensión sexual no resuelta de la inglesa y el jamaicano. Al jamaicano, al poco de llegar, pretenden meterle en una jaula como reclamo circense. El infeliz que lo intenta ignora que Ezekiah sabe leer el cartel de la jaula. Además, luego lo averiguamos, habla chino. Todo encaja en ‘Mil golpes’ y está hilado al dedillo, pergeñado para el disfrute. Enseguida aparece el tercero en liza, un tal Sugar. Es tan malo que dice de sí mismo: Los demonios no quieren tirar del carro en el que voy. No se preocupen, al firmarla Disney la serie está hiper graduada, en la maldad y en la bondad, en la heroicidad un poco rebuscada a veces del jamaicano. Al malo, a Sugar, lo interpreta el magistral actor Stephen Graham, que es más bien bajito, lo inusual en esta profesión, aunque con el físico de un Miura. ‘Mil Golpes’ se desarrolla en torno al ring, al boxeo que los pobres quieren utilizar para alcanzar la riqueza y los ricos para elevar el boxeo a categoría de arte. Resulta atrayente la estupidez de muchos nobles, la malicia y avaricia de bastantes y la inteligencia y bondad de uno, Lord Lonsdale, que parece un punto lerdo al principio sin serlo en absoluto. Lo que atrae de la serie, sin embargo, es el mundo sórdido, tan bien equilibrado, el que ocupa la mayoría del tiempo, del ‘East End’ londinense. En Disney se ve de maravilla la serie ‘Mil Golpes’, que es y será de lo mejor del año, lo normal firmándola el muy talentoso Steven Knight, creador, entre otras, de ‘Peaky Blinders’. Decía el director Fuller que una buena película debía comenzar con un ametrallamiento en la puerta de un colegio. Knight tomó nota.En el tumultuoso, mísero ‘East End’ victoriano de Londres, una mujer se apoya en una pared y se pone a dar a luz ante el respetable. Mary Car, ladrona y buscavidas, líder de la banda Las Cuarenta Elefantas, borda el papel de parturienta mientras sus colegas roban a los espectadores. La interpreta la magnífica actriz Eryn Dhoerty . Un jamaicano negro, inteligente y con dotes de boxeador, Ezekiah, acaba de llegar a Londres y se percata del truco. Lo forja el creíble actor Malachi Kirby. Salta la tensión sexual no resuelta de la inglesa y el jamaicano. Al jamaicano, al poco de llegar, pretenden meterle en una jaula como reclamo circense. El infeliz que lo intenta ignora que Ezekiah sabe leer el cartel de la jaula. Además, luego lo averiguamos, habla chino. Todo encaja en ‘Mil golpes’ y está hilado al dedillo, pergeñado para el disfrute. Enseguida aparece el tercero en liza, un tal Sugar. Es tan malo que dice de sí mismo: Los demonios no quieren tirar del carro en el que voy. No se preocupen, al firmarla Disney la serie está hiper graduada, en la maldad y en la bondad, en la heroicidad un poco rebuscada a veces del jamaicano. Al malo, a Sugar, lo interpreta el magistral actor Stephen Graham, que es más bien bajito, lo inusual en esta profesión, aunque con el físico de un Miura. ‘Mil Golpes’ se desarrolla en torno al ring, al boxeo que los pobres quieren utilizar para alcanzar la riqueza y los ricos para elevar el boxeo a categoría de arte. Resulta atrayente la estupidez de muchos nobles, la malicia y avaricia de bastantes y la inteligencia y bondad de uno, Lord Lonsdale, que parece un punto lerdo al principio sin serlo en absoluto. Lo que atrae de la serie, sin embargo, es el mundo sórdido, tan bien equilibrado, el que ocupa la mayoría del tiempo, del ‘East End’ londinense.
Seriad@s
Un recorrido por la crudeza, la astucia y la lucha en el Londres victoriano, a través de personajes memorables y el mundo del boxeo por el creador de ‘Peaky Blinders’
En Disney se ve de maravilla la serie ‘Mil Golpes’, que es y será de lo mejor del año, lo normal firmándola el muy talentoso Steven Knight, creador, entre otras, de ‘Peaky Blinders’. Decía el director Fuller que una buena película debía comenzar con un ametrallamiento en la puerta de un colegio. Knight tomó nota.
En el tumultuoso, mísero ‘East End’ victoriano de Londres, una mujer se apoya en una pared y se pone a dar a luz ante el respetable. Mary Car, ladrona y buscavidas, líder de la banda Las Cuarenta Elefantas, borda el papel de parturienta mientras sus colegas roban a los espectadores. La interpreta la magnífica actriz Eryn Dhoerty. Un jamaicano negro, inteligente y con dotes de boxeador, Ezekiah, acaba de llegar a Londres y se percata del truco. Lo forja el creíble actor Malachi Kirby. Salta la tensión sexual no resuelta de la inglesa y el jamaicano. Al jamaicano, al poco de llegar, pretenden meterle en una jaula como reclamo circense. El infeliz que lo intenta ignora que Ezekiah sabe leer el cartel de la jaula. Además, luego lo averiguamos, habla chino. Todo encaja en ‘Mil golpes’ y está hilado al dedillo, pergeñado para el disfrute.
Enseguida aparece el tercero en liza, un tal Sugar. Es tan malo que dice de sí mismo: Los demonios no quieren tirar del carro en el que voy. No se preocupen, al firmarla Disney la serie está hiper graduada, en la maldad y en la bondad, en la heroicidad un poco rebuscada a veces del jamaicano. Al malo, a Sugar, lo interpreta el magistral actor Stephen Graham, que es más bien bajito, lo inusual en esta profesión, aunque con el físico de un Miura.
‘Mil Golpes’ se desarrolla en torno al ring, al boxeo que los pobres quieren utilizar para alcanzar la riqueza y los ricos para elevar el boxeo a categoría de arte. Resulta atrayente la estupidez de muchos nobles, la malicia y avaricia de bastantes y la inteligencia y bondad de uno, Lord Lonsdale, que parece un punto lerdo al principio sin serlo en absoluto. Lo que atrae de la serie, sin embargo, es el mundo sórdido, tan bien equilibrado, el que ocupa la mayoría del tiempo, del ‘East End’ londinense.
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