La justicia, la violencia, la ley, la venganza… Son los pilares sobre los que se asienta ‘ Orestíada ‘, una trilogía que escribió Esquilo en el año 458 a. C., pero que Ernesto Caballero y Karina Garantivá , creadores del proyecto Teatro Urgente , sigue hablándonos con la misma claridad que hace 2.500 años. ‘Agamenón’, ‘Las coéforas’ y ‘Las euménides’ son las tres obras que componen esta trilogía; Karina Garantivá es la autora de la versión que se presenta este próximo jueves en el Teatro de La Abadía . Su punto de partida es la última de las obras, y narra la historia de la familia de los Atridas y el conflicto surgido por el asesinato de Agamenón por su esposa Clitemnestra. «La trama se centra en Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra, quien es perseguido por las Furias (Euménides) debido al asesinato de su madre. Apolo, el dios griego, defiende a Orestes y lo lleva a juicio ante un tribunal en Atenas. Atenea, la diosa de la sabiduría, actúa como jueza en este tribunal, y los ciudadanos atenienses participan como jurado», narran sus responsables. Marta Poveda encarna a Clitemnestra, una mujer que asesinó a su marido, Agamenón, para vengar la muerte de su hija Ifigenia, sacrificada por aquel para vencer militarmente. «Me he planteado muchas veces qué haría si alguien matara a mi hijo -dice al citársele el caso Bretón-, y si ese alguien fuera mi esposo. Y si le digo la verdad creo que si yo estuviera presente, allí, seguramente lo mataría; hay algo visceral y animal en nosotros de proteger a nuestra manada. Seguro que tendría ese impulso; no sé si sería capaz de hacerlo con mis propias manos, pero que desearía que estuviera muerto, eso seguro… Espero no verme nunca en esa situación, pero es maravilloso que exista el teatro para hacer esta catarsis y pasar por ella».Siempre se ha dicho que tenemos un animal dentro, que la violencia está en nuestro interior. «Nos asusta verbalizarlo, pero sí creo que esa violencia está dentro del ser humano… Mire cómo va al mundo… Se sofistica a través de la política, pero en realidad somos sanguinarios. No todos, creo, tienen una maldad intrínseca como la pueden tener o grandes mandatarios violentos o personas, en otra escala, que son gente mala. Más allá de estos, sí creo que en determinados contextos hay algo instintivo en nosotros que tiene que ver con la protección; y seguramente el odio forme parte del instinto . Yo ahora procuro darme el derecho al odio; no al rencor o a la venganza, a eso no, pero cuando me permito decir que siento odio por esta persona, me siento mejor, porque lo estoy reconociendo. No quiere decir que vaya a matarlo o a hacerle daño; es defender mi paz, mi justicia».« «Cuando me permito decir que siento odio por esta persona, me siento mejor, porque lo estoy reconociendo. No quiere decir que vaya a matarlo o a hacerle daño; es defender mi paz, mi justicia» «Hace unos meses, Marta Poveda denunció en las redes unas irregularidades en la gestión de Lluís Homar al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que, al cabo, terminaron con el actor y director catalán fuera de la compañía . Esa ‘cruzada’, dice Marta Poveda, no era contra él. «En absoluto. Si otra persona con otro nombre hubiera cometido todos esos desmanes y esos abusos…» ¿Había algo de ese odio del que habla? «No, estaba la necesidad de justicia. Contemplar los desmanes en una empresa pública -en tu empresa privada puedes ser un déspota; es inmoral, pero allá tú-, escuchar a gente que lo estaba viviendo en sus propias carnes, en su día a día, me estaba generando sufrimiento. Sobre todo cuando estamos hablando de una institución que creada para defender el patrimonio cultural y para educar en cultura, y estás utilizando un ente pagado con nuestros impuestos para lucrarte o para potenciar tu carrera personal o incluso tu ego. No sentí odio, pero sí repugnancia. Y mi sentido de la justicia, que no me convierte en absoluto en alguien digno de canonización -soy una persona muy torpe y que cometo muchos errores e injusticias, pero de otro calibre-, me hace como profesional del teatro y como ciudadana querer combatirlo ¿Odio? No. Frustración, repugnancia, indignación, animadversión… Y desprecio. Lo siento también por quien no lo ha combatido y me da mucha rabia haber tenido que empezar a combatirlo yo».La actriz responde que no cuando se le pregunta si todos esos sentimientos han entrado de manera consciente en su manera de afrontar a Clitemnestra. «Lo que yo hice, y que he hecho en otras ocasiones aunque en este caso ha tenido más repercusión pública, forma parte de mi naturaleza; quiero decir que viene de atrás, es algo que yo procuro hacer, pero también para autochequearme a mí misma ; yo también la cago mucho, como todos. Es la historia de David y Goliat , que también está en esta puesta en escena de ‘Orestíada’, donde una periodista se enfrenta con el poder. Yo me sentí una ciudadana enfrentándome al poder, yo le pedí ayuda a Urtasun. Nunca me contestó, pero por lo menos se hizo cargo. Creo que hacía falta hacerlo, porque al fin y al cabo, yo pago con mis impuestos que este señor me defienda. Sentía esa necesidad; podía estar equivocada o no, pero creo que está bien dignificar tu pequeñez, porque formamos parte de una sociedad. Somos pequeños pero juntos somos, para bien y para mal, lo que condiciona al mundo. Si 75 millones de personas no hubieran votado a Trump, no estaríamos sufriendo esta especie de protoguerra mundial. Todas esas personas que han votado desde el odio, desde el rencor o incluso desde la desinformación, están generando que venga una barbarie».De vuelta al teatro. Marta Poveda ha mezclado los ensayos de ‘Orestíada’ con las últimas funciones de ‘ Historia de una escalera ‘ en el Teatro Español. ¿Ha influido de manera consciente Carmina, su personaje en la obra de Buero, en Clitemnestra? «Seguramente sí, aunque solo sea por el contraste de una Carmina completamente silenciada y ahogada, sin poder empuñar un puñal, perdón por la cacofonía y una mujer que se permite, aunque luego tenga que asumir un castigo, ir hasta el final y gritar a los cuatro vientos su odio. Seguramente ese contraste haya sido bonito».Noticias relacionadas estandar Si ‘Historia de una escalera’: sueños rotos por la tozuda realidad Julio Bravo estandar Si Cartelera de verano Mérida, Almagro, Sagunto, Olite… España se llena de festivales teatrales Julio BravoY hay otro personaje que encarnó en su día que ha estado muy presente: Lady Macbeth . «Hay muchísimas cosas en común entre Lady Macbeth y Clitemnestra, muchísimas, muchísimas. El hijo muerto, el no poder tomar las decisiones; aunque Clitemnestra gobierna durante diez años por la ausencia de su marido, que está en la guerra, cuando vuelve tiene que asumir que su marido le quita el poder y además ha matado a su hija…» La ambición que siempre se le ha achacado a Lady Macbeth no es tal. «Para mí el punto de partida de Lady Macbeth es radical: ella acaba de perder a un hijo -todavía tiene leche en sus pechos- una depresión, está sola y su esposo, antes de llegar, le manda una carta para decirle que necesita su ayuda; ella está haciendo lo que le piden, empujada hasta el delirio. Hay ambición, sí, pero me parece que habría que hacer un tratado psicológico sobre eso. Me parece que tiene muchísimos matices».Caballero: «Las Furias han vuelto en forma de redes sociales»«La ‘Orestíada’ habla del presente, por eso es un clásico; los conflictos y amenazas a la convivencia fueron vistos por nuestros antepasados griegos y siguen hoy en día». Son palabras de Ernesto Caballero y Karina Garantivá, creadores de Teatro Urgente, «un laboratorio y un ‘think tank’ creado con la idea de explorar a fondo la relación entre teatro y filosofía. ‘En el lugar del otro’, ‘Hannah Arendt’, ‘Voltaire’, ‘La mujer buena’, ‘Yerma’ y ‘Ortega’ son los montajes que han puesto en pie antes de esta ‘Orestíada’, que dirige Caballero a partir de una versión de Garantivá, y que interpretan Olivia Baglivi, Alberto Fonseca, Gabriel Garbisu, Nicolás Illoro y Marta Poveda, con la música en directo de Bastian Iglesias. «Estamos creando la ‘Orestíada’ con la ambición de trazar un puente entre los mitos de la Grecia Antigua y nuestro presente al insuflar pulsiones y arquetipos ancestrales a la realidad de nuestros días». «El futuro está escrito en Atenas y nosotros solo escribimos notas a pie de página», sentencia Juan Mayorga, director de La Abadía.«La obra presenta el conflicto entre el origen y el destino; el ser humano se plantea hacia dónde ir, y nos atañe para preguntarnos de dónde venimos», dice Karina Garantivá. Su versión, que lleva la guerra al interior de una familia, los Atridas, arrastrados a una cadena en la que cada acto violento reclama venganza, es, asegura, fiel a Esquilo: «Los acontecimientos, las imágenes y cierta poesía siguen en esta versión». La justicia es el núcleo de esta obra. «Si no podemos creer y confiar en ella, qué tipo de sociedad estamos construyendo», añade para mostrar la actualidad de ‘Orestíada’.«El desafío de Teatro Urgente es dotar de belleza y de emoción al pensamiento –añade Ernesto Caballero–. Nuestra ‘Orestíada’, que trata de suplir una carencia: la ausencia de la voz de Clitemnestra, reformula los interrogantes que plantea Esquilo para devolvérselos a la ‘polis’, a la ‘asamblea’, y plantear un debate». Porque las Furias, continúa Caballero, han vuelto en forma de redes sociales, que provocan linchamientos. Y la forma de «atemperar es la justicia procedimental; pero Esquilo dice que lo legal no es necesariamente lo justo, y que la nueva legalidad genera también violencia». La justicia, la violencia, la ley, la venganza… Son los pilares sobre los que se asienta ‘ Orestíada ‘, una trilogía que escribió Esquilo en el año 458 a. C., pero que Ernesto Caballero y Karina Garantivá , creadores del proyecto Teatro Urgente , sigue hablándonos con la misma claridad que hace 2.500 años. ‘Agamenón’, ‘Las coéforas’ y ‘Las euménides’ son las tres obras que componen esta trilogía; Karina Garantivá es la autora de la versión que se presenta este próximo jueves en el Teatro de La Abadía . Su punto de partida es la última de las obras, y narra la historia de la familia de los Atridas y el conflicto surgido por el asesinato de Agamenón por su esposa Clitemnestra. «La trama se centra en Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra, quien es perseguido por las Furias (Euménides) debido al asesinato de su madre. Apolo, el dios griego, defiende a Orestes y lo lleva a juicio ante un tribunal en Atenas. Atenea, la diosa de la sabiduría, actúa como jueza en este tribunal, y los ciudadanos atenienses participan como jurado», narran sus responsables. Marta Poveda encarna a Clitemnestra, una mujer que asesinó a su marido, Agamenón, para vengar la muerte de su hija Ifigenia, sacrificada por aquel para vencer militarmente. «Me he planteado muchas veces qué haría si alguien matara a mi hijo -dice al citársele el caso Bretón-, y si ese alguien fuera mi esposo. Y si le digo la verdad creo que si yo estuviera presente, allí, seguramente lo mataría; hay algo visceral y animal en nosotros de proteger a nuestra manada. Seguro que tendría ese impulso; no sé si sería capaz de hacerlo con mis propias manos, pero que desearía que estuviera muerto, eso seguro… Espero no verme nunca en esa situación, pero es maravilloso que exista el teatro para hacer esta catarsis y pasar por ella».Siempre se ha dicho que tenemos un animal dentro, que la violencia está en nuestro interior. «Nos asusta verbalizarlo, pero sí creo que esa violencia está dentro del ser humano… Mire cómo va al mundo… Se sofistica a través de la política, pero en realidad somos sanguinarios. No todos, creo, tienen una maldad intrínseca como la pueden tener o grandes mandatarios violentos o personas, en otra escala, que son gente mala. Más allá de estos, sí creo que en determinados contextos hay algo instintivo en nosotros que tiene que ver con la protección; y seguramente el odio forme parte del instinto . Yo ahora procuro darme el derecho al odio; no al rencor o a la venganza, a eso no, pero cuando me permito decir que siento odio por esta persona, me siento mejor, porque lo estoy reconociendo. No quiere decir que vaya a matarlo o a hacerle daño; es defender mi paz, mi justicia».« «Cuando me permito decir que siento odio por esta persona, me siento mejor, porque lo estoy reconociendo. No quiere decir que vaya a matarlo o a hacerle daño; es defender mi paz, mi justicia» «Hace unos meses, Marta Poveda denunció en las redes unas irregularidades en la gestión de Lluís Homar al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que, al cabo, terminaron con el actor y director catalán fuera de la compañía . Esa ‘cruzada’, dice Marta Poveda, no era contra él. «En absoluto. Si otra persona con otro nombre hubiera cometido todos esos desmanes y esos abusos…» ¿Había algo de ese odio del que habla? «No, estaba la necesidad de justicia. Contemplar los desmanes en una empresa pública -en tu empresa privada puedes ser un déspota; es inmoral, pero allá tú-, escuchar a gente que lo estaba viviendo en sus propias carnes, en su día a día, me estaba generando sufrimiento. Sobre todo cuando estamos hablando de una institución que creada para defender el patrimonio cultural y para educar en cultura, y estás utilizando un ente pagado con nuestros impuestos para lucrarte o para potenciar tu carrera personal o incluso tu ego. No sentí odio, pero sí repugnancia. Y mi sentido de la justicia, que no me convierte en absoluto en alguien digno de canonización -soy una persona muy torpe y que cometo muchos errores e injusticias, pero de otro calibre-, me hace como profesional del teatro y como ciudadana querer combatirlo ¿Odio? No. Frustración, repugnancia, indignación, animadversión… Y desprecio. Lo siento también por quien no lo ha combatido y me da mucha rabia haber tenido que empezar a combatirlo yo».La actriz responde que no cuando se le pregunta si todos esos sentimientos han entrado de manera consciente en su manera de afrontar a Clitemnestra. «Lo que yo hice, y que he hecho en otras ocasiones aunque en este caso ha tenido más repercusión pública, forma parte de mi naturaleza; quiero decir que viene de atrás, es algo que yo procuro hacer, pero también para autochequearme a mí misma ; yo también la cago mucho, como todos. Es la historia de David y Goliat , que también está en esta puesta en escena de ‘Orestíada’, donde una periodista se enfrenta con el poder. Yo me sentí una ciudadana enfrentándome al poder, yo le pedí ayuda a Urtasun. Nunca me contestó, pero por lo menos se hizo cargo. Creo que hacía falta hacerlo, porque al fin y al cabo, yo pago con mis impuestos que este señor me defienda. Sentía esa necesidad; podía estar equivocada o no, pero creo que está bien dignificar tu pequeñez, porque formamos parte de una sociedad. Somos pequeños pero juntos somos, para bien y para mal, lo que condiciona al mundo. Si 75 millones de personas no hubieran votado a Trump, no estaríamos sufriendo esta especie de protoguerra mundial. Todas esas personas que han votado desde el odio, desde el rencor o incluso desde la desinformación, están generando que venga una barbarie».De vuelta al teatro. Marta Poveda ha mezclado los ensayos de ‘Orestíada’ con las últimas funciones de ‘ Historia de una escalera ‘ en el Teatro Español. ¿Ha influido de manera consciente Carmina, su personaje en la obra de Buero, en Clitemnestra? «Seguramente sí, aunque solo sea por el contraste de una Carmina completamente silenciada y ahogada, sin poder empuñar un puñal, perdón por la cacofonía y una mujer que se permite, aunque luego tenga que asumir un castigo, ir hasta el final y gritar a los cuatro vientos su odio. Seguramente ese contraste haya sido bonito».Noticias relacionadas estandar Si ‘Historia de una escalera’: sueños rotos por la tozuda realidad Julio Bravo estandar Si Cartelera de verano Mérida, Almagro, Sagunto, Olite… España se llena de festivales teatrales Julio BravoY hay otro personaje que encarnó en su día que ha estado muy presente: Lady Macbeth . «Hay muchísimas cosas en común entre Lady Macbeth y Clitemnestra, muchísimas, muchísimas. El hijo muerto, el no poder tomar las decisiones; aunque Clitemnestra gobierna durante diez años por la ausencia de su marido, que está en la guerra, cuando vuelve tiene que asumir que su marido le quita el poder y además ha matado a su hija…» La ambición que siempre se le ha achacado a Lady Macbeth no es tal. «Para mí el punto de partida de Lady Macbeth es radical: ella acaba de perder a un hijo -todavía tiene leche en sus pechos- una depresión, está sola y su esposo, antes de llegar, le manda una carta para decirle que necesita su ayuda; ella está haciendo lo que le piden, empujada hasta el delirio. Hay ambición, sí, pero me parece que habría que hacer un tratado psicológico sobre eso. Me parece que tiene muchísimos matices».Caballero: «Las Furias han vuelto en forma de redes sociales»«La ‘Orestíada’ habla del presente, por eso es un clásico; los conflictos y amenazas a la convivencia fueron vistos por nuestros antepasados griegos y siguen hoy en día». Son palabras de Ernesto Caballero y Karina Garantivá, creadores de Teatro Urgente, «un laboratorio y un ‘think tank’ creado con la idea de explorar a fondo la relación entre teatro y filosofía. ‘En el lugar del otro’, ‘Hannah Arendt’, ‘Voltaire’, ‘La mujer buena’, ‘Yerma’ y ‘Ortega’ son los montajes que han puesto en pie antes de esta ‘Orestíada’, que dirige Caballero a partir de una versión de Garantivá, y que interpretan Olivia Baglivi, Alberto Fonseca, Gabriel Garbisu, Nicolás Illoro y Marta Poveda, con la música en directo de Bastian Iglesias. «Estamos creando la ‘Orestíada’ con la ambición de trazar un puente entre los mitos de la Grecia Antigua y nuestro presente al insuflar pulsiones y arquetipos ancestrales a la realidad de nuestros días». «El futuro está escrito en Atenas y nosotros solo escribimos notas a pie de página», sentencia Juan Mayorga, director de La Abadía.«La obra presenta el conflicto entre el origen y el destino; el ser humano se plantea hacia dónde ir, y nos atañe para preguntarnos de dónde venimos», dice Karina Garantivá. Su versión, que lleva la guerra al interior de una familia, los Atridas, arrastrados a una cadena en la que cada acto violento reclama venganza, es, asegura, fiel a Esquilo: «Los acontecimientos, las imágenes y cierta poesía siguen en esta versión». La justicia es el núcleo de esta obra. «Si no podemos creer y confiar en ella, qué tipo de sociedad estamos construyendo», añade para mostrar la actualidad de ‘Orestíada’.«El desafío de Teatro Urgente es dotar de belleza y de emoción al pensamiento –añade Ernesto Caballero–. Nuestra ‘Orestíada’, que trata de suplir una carencia: la ausencia de la voz de Clitemnestra, reformula los interrogantes que plantea Esquilo para devolvérselos a la ‘polis’, a la ‘asamblea’, y plantear un debate». Porque las Furias, continúa Caballero, han vuelto en forma de redes sociales, que provocan linchamientos. Y la forma de «atemperar es la justicia procedimental; pero Esquilo dice que lo legal no es necesariamente lo justo, y que la nueva legalidad genera también violencia».
La justicia, la violencia, la ley, la venganza… Son los pilares sobre los que se asienta ‘Orestíada‘, una trilogía que escribió Esquilo en el año 458 a. C., pero que Ernesto Caballero y Karina Garantivá, creadores del proyecto Teatro Urgente, … sigue hablándonos con la misma claridad que hace 2.500 años. ‘Agamenón’, ‘Las coéforas’ y ‘Las euménides’ son las tres obras que componen esta trilogía; Karina Garantivá es la autora de la versión que se presenta este próximo jueves en el Teatro de La Abadía. Su punto de partida es la última de las obras, y narra la historia de la familia de los Atridas y el conflicto surgido por el asesinato de Agamenón por su esposa Clitemnestra. «La trama se centra en Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra, quien es perseguido por las Furias (Euménides) debido al asesinato de su madre. Apolo, el dios griego, defiende a Orestes y lo lleva a juicio ante un tribunal en Atenas. Atenea, la diosa de la sabiduría, actúa como jueza en este tribunal, y los ciudadanos atenienses participan como jurado», narran sus responsables.
Marta Poveda encarna a Clitemnestra, una mujer que asesinó a su marido, Agamenón, para vengar la muerte de su hija Ifigenia, sacrificada por aquel para vencer militarmente. «Me he planteado muchas veces qué haría si alguien matara a mi hijo -dice al citársele el caso Bretón-, y si ese alguien fuera mi esposo. Y si le digo la verdad creo que si yo estuviera presente, allí, seguramente lo mataría; hay algo visceral y animal en nosotros de proteger a nuestra manada. Seguro que tendría ese impulso; no sé si sería capaz de hacerlo con mis propias manos, pero que desearía que estuviera muerto, eso seguro… Espero no verme nunca en esa situación, pero es maravilloso que exista el teatro para hacer esta catarsis y pasar por ella».
Siempre se ha dicho que tenemos un animal dentro, que la violencia está en nuestro interior. «Nos asusta verbalizarlo, pero sí creo que esa violencia está dentro del ser humano… Mire cómo va al mundo… Se sofistica a través de la política, pero en realidad somos sanguinarios. No todos, creo, tienen una maldad intrínseca como la pueden tener o grandes mandatarios violentos o personas, en otra escala, que son gente mala. Más allá de estos, sí creo que en determinados contextos hay algo instintivo en nosotros que tiene que ver con la protección; y seguramente el odio forme parte del instinto. Yo ahora procuro darme el derecho al odio; no al rencor o a la venganza, a eso no, pero cuando me permito decir que siento odio por esta persona, me siento mejor, porque lo estoy reconociendo. No quiere decir que vaya a matarlo o a hacerle daño; es defender mi paz, mi justicia».
«Cuando me permito decir que siento odio por esta persona, me siento mejor, porque lo estoy reconociendo. No quiere decir que vaya a matarlo o a hacerle daño; es defender mi paz, mi justicia»
Hace unos meses, Marta Poveda denunció en las redes unas irregularidades en la gestión de Lluís Homar al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que, al cabo, terminaron con el actor y director catalán fuera de la compañía. Esa ‘cruzada’, dice Marta Poveda, no era contra él. «En absoluto. Si otra persona con otro nombre hubiera cometido todos esos desmanes y esos abusos…» ¿Había algo de ese odio del que habla? «No, estaba la necesidad de justicia. Contemplar los desmanes en una empresa pública -en tu empresa privada puedes ser un déspota; es inmoral, pero allá tú-, escuchar a gente que lo estaba viviendo en sus propias carnes, en su día a día, me estaba generando sufrimiento. Sobre todo cuando estamos hablando de una institución que creada para defender el patrimonio cultural y para educar en cultura, y estás utilizando un ente pagado con nuestros impuestos para lucrarte o para potenciar tu carrera personal o incluso tu ego. No sentí odio, pero sí repugnancia. Y mi sentido de la justicia, que no me convierte en absoluto en alguien digno de canonización -soy una persona muy torpe y que cometo muchos errores e injusticias, pero de otro calibre-, me hace como profesional del teatro y como ciudadana querer combatirlo ¿Odio? No. Frustración, repugnancia, indignación, animadversión… Y desprecio. Lo siento también por quien no lo ha combatido y me da mucha rabia haber tenido que empezar a combatirlo yo».
La actriz responde que no cuando se le pregunta si todos esos sentimientos han entrado de manera consciente en su manera de afrontar a Clitemnestra. «Lo que yo hice, y que he hecho en otras ocasiones aunque en este caso ha tenido más repercusión pública, forma parte de mi naturaleza; quiero decir que viene de atrás, es algo que yo procuro hacer, pero también para autochequearme a mí misma ; yo también la cago mucho, como todos. Es la historia de David y Goliat, que también está en esta puesta en escena de ‘Orestíada’, donde una periodista se enfrenta con el poder. Yo me sentí una ciudadana enfrentándome al poder, yo le pedí ayuda a Urtasun. Nunca me contestó, pero por lo menos se hizo cargo. Creo que hacía falta hacerlo, porque al fin y al cabo, yo pago con mis impuestos que este señor me defienda. Sentía esa necesidad; podía estar equivocada o no, pero creo que está bien dignificar tu pequeñez, porque formamos parte de una sociedad. Somos pequeños pero juntos somos, para bien y para mal, lo que condiciona al mundo. Si 75 millones de personas no hubieran votado a Trump, no estaríamos sufriendo esta especie de protoguerra mundial. Todas esas personas que han votado desde el odio, desde el rencor o incluso desde la desinformación, están generando que venga una barbarie».
De vuelta al teatro. Marta Poveda ha mezclado los ensayos de ‘Orestíada’ con las últimas funciones de ‘Historia de una escalera‘ en el Teatro Español. ¿Ha influido de manera consciente Carmina, su personaje en la obra de Buero, en Clitemnestra? «Seguramente sí, aunque solo sea por el contraste de una Carmina completamente silenciada y ahogada, sin poder empuñar un puñal, perdón por la cacofonía y una mujer que se permite, aunque luego tenga que asumir un castigo, ir hasta el final y gritar a los cuatro vientos su odio. Seguramente ese contraste haya sido bonito».
Y hay otro personaje que encarnó en su día que ha estado muy presente: Lady Macbeth. «Hay muchísimas cosas en común entre Lady Macbeth y Clitemnestra, muchísimas, muchísimas. El hijo muerto, el no poder tomar las decisiones; aunque Clitemnestra gobierna durante diez años por la ausencia de su marido, que está en la guerra, cuando vuelve tiene que asumir que su marido le quita el poder y además ha matado a su hija…» La ambición que siempre se le ha achacado a Lady Macbeth no es tal. «Para mí el punto de partida de Lady Macbeth es radical: ella acaba de perder a un hijo -todavía tiene leche en sus pechos- una depresión, está sola y su esposo, antes de llegar, le manda una carta para decirle que necesita su ayuda; ella está haciendo lo que le piden, empujada hasta el delirio. Hay ambición, sí, pero me parece que habría que hacer un tratado psicológico sobre eso. Me parece que tiene muchísimos matices».
Caballero: «Las Furias han vuelto en forma de redes sociales»
«La ‘Orestíada’ habla del presente, por eso es un clásico; los conflictos y amenazas a la convivencia fueron vistos por nuestros antepasados griegos y siguen hoy en día». Son palabras de Ernesto Caballero y Karina Garantivá, creadores de Teatro Urgente, «un laboratorio y un ‘think tank’ creado con la idea de explorar a fondo la relación entre teatro y filosofía. ‘En el lugar del otro’, ‘Hannah Arendt’, ‘Voltaire’, ‘La mujer buena’, ‘Yerma’ y ‘Ortega’ son los montajes que han puesto en pie antes de esta ‘Orestíada’, que dirige Caballero a partir de una versión de Garantivá, y que interpretan Olivia Baglivi, Alberto Fonseca, Gabriel Garbisu, Nicolás Illoro y Marta Poveda, con la música en directo de Bastian Iglesias. «Estamos creando la ‘Orestíada’ con la ambición de trazar un puente entre los mitos de la Grecia Antigua y nuestro presente al insuflar pulsiones y arquetipos ancestrales a la realidad de nuestros días». «El futuro está escrito en Atenas y nosotros solo escribimos notas a pie de página», sentencia Juan Mayorga, director de La Abadía.
«La obra presenta el conflicto entre el origen y el destino; el ser humano se plantea hacia dónde ir, y nos atañe para preguntarnos de dónde venimos», dice Karina Garantivá. Su versión, que lleva la guerra al interior de una familia, los Atridas, arrastrados a una cadena en la que cada acto violento reclama venganza, es, asegura, fiel a Esquilo: «Los acontecimientos, las imágenes y cierta poesía siguen en esta versión». La justicia es el núcleo de esta obra. «Si no podemos creer y confiar en ella, qué tipo de sociedad estamos construyendo», añade para mostrar la actualidad de ‘Orestíada’.
«El desafío de Teatro Urgente es dotar de belleza y de emoción al pensamiento –añade Ernesto Caballero–. Nuestra ‘Orestíada’, que trata de suplir una carencia: la ausencia de la voz de Clitemnestra, reformula los interrogantes que plantea Esquilo para devolvérselos a la ‘polis’, a la ‘asamblea’, y plantear un debate». Porque las Furias, continúa Caballero, han vuelto en forma de redes sociales, que provocan linchamientos. Y la forma de «atemperar es la justicia procedimental; pero Esquilo dice que lo legal no es necesariamente lo justo, y que la nueva legalidad genera también violencia».
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