Era el año 1982. Año de Naranjito y Paolo Rossi en los tendidos del Santiago Bernabéu. El mismo año en que el maestro Ruiz Miguel formó el lío en Las Ventas con toros de Victorino Martín. En el 82, la peña Los Areneros echa a andar, movida en ese corazón primigenio por los trabajadores de la plaza. Por los que dejan todo preparado para que, si son propicios los vientos, se arranque el genio. Cuenta José Ramón Gallego, que fue presidente de la peña, que «uno de los fundadores fue César Palacios», currante del coso y pintor de tronío, poseedor de un lírico sentido de la lidia y del dibujo. Un artista que no tuvo la inmortalidad que merecía en los ambientes taurinos y en los artísticos. La peña, por su parte, adquirió su corporeidad en un acto que se celebró, rememora Gallego, «en el restaurante Las Puyas». Tal fue el impacto que, en los primeros compases de la agrupación, hasta estuvo presente Cuqui Fierro como madrina. En esencia, la maquinaria humana de Las Ventas fue lo que provocó el surgimiento de esta sociedad que se vanagloria de ser de las más antiguas de Madrid. Tuvo brío y buena acogida en esa primera etapa que va desde el mentado 1982 al año 2000. Ahí la peña experimentó «un periodo valle, una crisis» que se extendería cuatro años. Cuatro años de una peña descafeinada para inaugurar el siglo. Se pasó mal hasta que se pudo salir de esa etapa. Y se salió con bríos renovados, rememora Gallego. «Sacamos una revista que se llamaba ‘El rastrillo’, mensual. La repartíamos por la plaza. Una corrida de la Beneficencia por poco no podemos distribuirla en la plaza». Tenía «buenas plumas» esa revista que devoraban socios y amigos y que ellos mismos editaban, buscando las formas, las fotos, la maqueta y llevando, hay que ponerse en contexto, el producto a la imprenta. Tan es el afán de la asociación, que el antiguo presidente consigna que, bajo su mandato, se primó «la cultura». Puede que por la querencia de Gallego que, dedicado a los números en su vida profesional, quería darle espacio a una defensa de la tauromaquia apelando a su inherente poso cultural. En ese afán, llegaron a organizar un «concurso de dibujo infantil, de 4 a 14 años» que, en su remembranza, «fue todo un éxito, teniendo en cuenta la situación de la Fiesta».Noticia Relacionada estandar Si Peña El Puyazo, desvelo por el tercio de varas Jesús Nieto Jurado Desde 1949 es, en la actualidad, de las agrupaciones más antiguas de MadridLlegaron a 400 obras que expusieron en un restaurante cercano a la plaza. Esa obsesión por la cultura sería la que condujo al llorado cineasta Jordi Grau, un verdadero renacentista, a dar a socios y público en general una conferencia sobre su visión de la tauromaquia. Ahí queda su película ‘La trastienda’, ambientada en los ‘sanfermines’ de mitad de los setenta y protagonizada por María José Cantudo. La cultura de la Fiesta, o la Fiesta de la cultura podría ser el frontispicio de esta peña que lleva como símbolo un pañuelico, verde, color de los que laboran en la plaza. Otra conferencia que recuerdan con cariño fue la de Juan Mora, que «contó lo que era torear al natural, y toreó de salón»: las cosas que se ven en la sala Antonio Bienvenida de Las Ventas, ese Ateneo que se esconde bajo los tendidos. Con pesar se acuerda de las subvenciones en «la época de Esperanza Aguirre»; subvenciones vinculadas a las actividades que programasen. Pero no sólo la cultura impregna el espíritu de la peña. También, explica Carlos Palmeiro, actual presidente, «una profunda devoción a la Virgen de la Paloma». Tanta que el pañuelico verde se encuentra en la capilla de la plaza. En este lugar tan sacro, tan necesario para el torero, está la enseña de Los Areneros como una ofrenda.Palmeiro, optimista, cuenta que van «camino de los 45»; lo dice sonriente en un bar que han abierto para que la fotografía de grupo sea posible. Con la misma alegría hace hincapié en que «hace ya unos años» que recuperaron «el premio al mejor peón de brega». Cuando se le pide la divisa de la peña es rotundo: «Hacer cosas que tiren de la tauromaquia». Y ahí está la panoplia de todo lo que organizan con el objetivo de que otras asociaciones y los interesados dispongan de un programa de actos meses antes de que el calendario diga que llega San Isidro.En un ambiente de compadreo, los miembros de Los Areneros van revelándose como «toristas o toreristas». Álvaro López Mayo es un clásico de esta asociación. En su tiempo fue alguacilillo, y una de las cosas que destaca de la asociación es que promueve «viajes al campo». Y aunque él ya no es «aficionado práctico después de que un novillo» le descalabrara las vértebras, sí que es amigo, «pero toreando otros», de ir a la dehesa y echar, como se dice, un buen día de campo. Los peñistas lo corroboran en plena algarabía. Cae la tarde en el 225 de la calle de Alcalá. Era el año 1982. Año de Naranjito y Paolo Rossi en los tendidos del Santiago Bernabéu. El mismo año en que el maestro Ruiz Miguel formó el lío en Las Ventas con toros de Victorino Martín. En el 82, la peña Los Areneros echa a andar, movida en ese corazón primigenio por los trabajadores de la plaza. Por los que dejan todo preparado para que, si son propicios los vientos, se arranque el genio. Cuenta José Ramón Gallego, que fue presidente de la peña, que «uno de los fundadores fue César Palacios», currante del coso y pintor de tronío, poseedor de un lírico sentido de la lidia y del dibujo. Un artista que no tuvo la inmortalidad que merecía en los ambientes taurinos y en los artísticos. La peña, por su parte, adquirió su corporeidad en un acto que se celebró, rememora Gallego, «en el restaurante Las Puyas». Tal fue el impacto que, en los primeros compases de la agrupación, hasta estuvo presente Cuqui Fierro como madrina. En esencia, la maquinaria humana de Las Ventas fue lo que provocó el surgimiento de esta sociedad que se vanagloria de ser de las más antiguas de Madrid. Tuvo brío y buena acogida en esa primera etapa que va desde el mentado 1982 al año 2000. Ahí la peña experimentó «un periodo valle, una crisis» que se extendería cuatro años. Cuatro años de una peña descafeinada para inaugurar el siglo. Se pasó mal hasta que se pudo salir de esa etapa. Y se salió con bríos renovados, rememora Gallego. «Sacamos una revista que se llamaba ‘El rastrillo’, mensual. La repartíamos por la plaza. Una corrida de la Beneficencia por poco no podemos distribuirla en la plaza». Tenía «buenas plumas» esa revista que devoraban socios y amigos y que ellos mismos editaban, buscando las formas, las fotos, la maqueta y llevando, hay que ponerse en contexto, el producto a la imprenta. Tan es el afán de la asociación, que el antiguo presidente consigna que, bajo su mandato, se primó «la cultura». Puede que por la querencia de Gallego que, dedicado a los números en su vida profesional, quería darle espacio a una defensa de la tauromaquia apelando a su inherente poso cultural. En ese afán, llegaron a organizar un «concurso de dibujo infantil, de 4 a 14 años» que, en su remembranza, «fue todo un éxito, teniendo en cuenta la situación de la Fiesta».Noticia Relacionada estandar Si Peña El Puyazo, desvelo por el tercio de varas Jesús Nieto Jurado Desde 1949 es, en la actualidad, de las agrupaciones más antiguas de MadridLlegaron a 400 obras que expusieron en un restaurante cercano a la plaza. Esa obsesión por la cultura sería la que condujo al llorado cineasta Jordi Grau, un verdadero renacentista, a dar a socios y público en general una conferencia sobre su visión de la tauromaquia. Ahí queda su película ‘La trastienda’, ambientada en los ‘sanfermines’ de mitad de los setenta y protagonizada por María José Cantudo. La cultura de la Fiesta, o la Fiesta de la cultura podría ser el frontispicio de esta peña que lleva como símbolo un pañuelico, verde, color de los que laboran en la plaza. Otra conferencia que recuerdan con cariño fue la de Juan Mora, que «contó lo que era torear al natural, y toreó de salón»: las cosas que se ven en la sala Antonio Bienvenida de Las Ventas, ese Ateneo que se esconde bajo los tendidos. Con pesar se acuerda de las subvenciones en «la época de Esperanza Aguirre»; subvenciones vinculadas a las actividades que programasen. Pero no sólo la cultura impregna el espíritu de la peña. También, explica Carlos Palmeiro, actual presidente, «una profunda devoción a la Virgen de la Paloma». Tanta que el pañuelico verde se encuentra en la capilla de la plaza. En este lugar tan sacro, tan necesario para el torero, está la enseña de Los Areneros como una ofrenda.Palmeiro, optimista, cuenta que van «camino de los 45»; lo dice sonriente en un bar que han abierto para que la fotografía de grupo sea posible. Con la misma alegría hace hincapié en que «hace ya unos años» que recuperaron «el premio al mejor peón de brega». Cuando se le pide la divisa de la peña es rotundo: «Hacer cosas que tiren de la tauromaquia». Y ahí está la panoplia de todo lo que organizan con el objetivo de que otras asociaciones y los interesados dispongan de un programa de actos meses antes de que el calendario diga que llega San Isidro.En un ambiente de compadreo, los miembros de Los Areneros van revelándose como «toristas o toreristas». Álvaro López Mayo es un clásico de esta asociación. En su tiempo fue alguacilillo, y una de las cosas que destaca de la asociación es que promueve «viajes al campo». Y aunque él ya no es «aficionado práctico después de que un novillo» le descalabrara las vértebras, sí que es amigo, «pero toreando otros», de ir a la dehesa y echar, como se dice, un buen día de campo. Los peñistas lo corroboran en plena algarabía. Cae la tarde en el 225 de la calle de Alcalá.
Era el año 1982. Año de Naranjito y Paolo Rossi en los tendidos del Santiago Bernabéu. El mismo año en que el maestro Ruiz Miguel formó el lío en Las Ventas con toros de Victorino Martín. En el 82, la peña Los … Areneros echa a andar, movida en ese corazón primigenio por los trabajadores de la plaza. Por los que dejan todo preparado para que, si son propicios los vientos, se arranque el genio. Cuenta José Ramón Gallego, que fue presidente de la peña, que «uno de los fundadores fue César Palacios», currante del coso y pintor de tronío, poseedor de un lírico sentido de la lidia y del dibujo. Un artista que no tuvo la inmortalidad que merecía en los ambientes taurinos y en los artísticos.
La peña, por su parte, adquirió su corporeidad en un acto que se celebró, rememora Gallego, «en el restaurante Las Puyas». Tal fue el impacto que, en los primeros compases de la agrupación, hasta estuvo presente Cuqui Fierro como madrina. En esencia, la maquinaria humana de Las Ventas fue lo que provocó el surgimiento de esta sociedad que se vanagloria de ser de las más antiguas de Madrid. Tuvo brío y buena acogida en esa primera etapa que va desde el mentado 1982 al año 2000. Ahí la peña experimentó «un periodo valle, una crisis» que se extendería cuatro años. Cuatro años de una peña descafeinada para inaugurar el siglo. Se pasó mal hasta que se pudo salir de esa etapa. Y se salió con bríos renovados, rememora Gallego. «Sacamos una revista que se llamaba ‘El rastrillo’, mensual. La repartíamos por la plaza. Una corrida de la Beneficencia por poco no podemos distribuirla en la plaza».
Tenía «buenas plumas» esa revista que devoraban socios y amigos y que ellos mismos editaban, buscando las formas, las fotos, la maqueta y llevando, hay que ponerse en contexto, el producto a la imprenta. Tan es el afán de la asociación, que el antiguo presidente consigna que, bajo su mandato, se primó «la cultura». Puede que por la querencia de Gallego que, dedicado a los números en su vida profesional, quería darle espacio a una defensa de la tauromaquia apelando a su inherente poso cultural. En ese afán, llegaron a organizar un «concurso de dibujo infantil, de 4 a 14 años» que, en su remembranza, «fue todo un éxito, teniendo en cuenta la situación de la Fiesta».
Llegaron a 400 obras que expusieron en un restaurante cercano a la plaza. Esa obsesión por la cultura sería la que condujo al llorado cineasta Jordi Grau, un verdadero renacentista, a dar a socios y público en general una conferencia sobre su visión de la tauromaquia. Ahí queda su película ‘La trastienda’, ambientada en los ‘sanfermines’ de mitad de los setenta y protagonizada por María José Cantudo. La cultura de la Fiesta, o la Fiesta de la cultura podría ser el frontispicio de esta peña que lleva como símbolo un pañuelico, verde, color de los que laboran en la plaza. Otra conferencia que recuerdan con cariño fue la de Juan Mora, que «contó lo que era torear al natural, y toreó de salón»: las cosas que se ven en la sala Antonio Bienvenida de Las Ventas, ese Ateneo que se esconde bajo los tendidos. Con pesar se acuerda de las subvenciones en «la época de Esperanza Aguirre»; subvenciones vinculadas a las actividades que programasen.
Pero no sólo la cultura impregna el espíritu de la peña. También, explica Carlos Palmeiro, actual presidente, «una profunda devoción a la Virgen de la Paloma». Tanta que el pañuelico verde se encuentra en la capilla de la plaza. En este lugar tan sacro, tan necesario para el torero, está la enseña de Los Areneros como una ofrenda.
Palmeiro, optimista, cuenta que van «camino de los 45»; lo dice sonriente en un bar que han abierto para que la fotografía de grupo sea posible. Con la misma alegría hace hincapié en que «hace ya unos años» que recuperaron «el premio al mejor peón de brega». Cuando se le pide la divisa de la peña es rotundo: «Hacer cosas que tiren de la tauromaquia». Y ahí está la panoplia de todo lo que organizan con el objetivo de que otras asociaciones y los interesados dispongan de un programa de actos meses antes de que el calendario diga que llega San Isidro.
En un ambiente de compadreo, los miembros de Los Areneros van revelándose como «toristas o toreristas». Álvaro López Mayo es un clásico de esta asociación. En su tiempo fue alguacilillo, y una de las cosas que destaca de la asociación es que promueve «viajes al campo». Y aunque él ya no es «aficionado práctico después de que un novillo» le descalabrara las vértebras, sí que es amigo, «pero toreando otros», de ir a la dehesa y echar, como se dice, un buen día de campo. Los peñistas lo corroboran en plena algarabía. Cae la tarde en el 225 de la calle de Alcalá.
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