A raíz de una columna publicada en este mismo medio, un día, durante la promoción de un libro, el director de Radio 3 me salió al paso en los pasillos del Ente y me acusó de mentir y difamar sobre esos colaboradores de RNE que no cobran. La cosa acabó con sus cabizbajos subordinados en silencio, abochornados, y con él de caminata por los pasillos. “¡Intolerable!¡Inaudito!”, bramaba. Yo no sabía en ese momento que las condiciones de los llamados colaboradores (que para ellos son todos los externos que hacen un programa allí) eran las que eran. En aquella columna, yo exponía que era común que determinados programas tuvieran a colaboradores que, a cambio de una sección semanal, recibían el taxi y visibilidad, esa moneda que se vende cara, pero con la que no se puede comprar nada. Hoy en día sigo sin entender por qué aceptan.
La mayoría de los colaboradores hace sus programas desde casa, con el equipo que se puedan costear
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado
La mayoría de los colaboradores hace sus programas desde casa, con el equipo que se puedan costear


A raíz de una columna publicada en este mismo medio, un día, durante la promoción de un libro, el director de Radio 3 me salió al paso en los pasillos del Ente y me acusó de mentir y difamar sobre esos colaboradores de RNE que no cobran. La cosa acabó con sus cabizbajos subordinados en silencio, abochornados, y con él de caminata por los pasillos. “¡Intolerable!¡Inaudito!”, bramaba. Yo no sabía en ese momento que las condiciones de los llamados colaboradores (que para ellos son todos los externos que hacen un programa allí) eran las que eran. En aquella columna, yo exponía que era común que determinados programas tuvieran a colaboradores que, a cambio de una sección semanal, recibían el taxi y visibilidad, esa moneda que se vende cara, pero con la que no se puede comprar nada. Hoy en día sigo sin entender por qué aceptan.
Después de aquello, me llegaron decenas de testimonios de cómo funcionaba no sólo Radio 3, sino toda RNE. En el laberíntico proceso de convocar oposiciones, entraron en juego los casos de colaboradores (estos, ya sí, con programa a su cargo) que, tras años en la corporación —haciendo programas de incuestionable valor cultural— en condiciones poco menos que indignas, entraron como personal fijo. Esto, según me dicen, no gustó en alguno de los cinco sindicatos que hay en el RTVE. Aquellos programas (de Radio 3) dirigidos por “viejos” fueron eliminados de la parrilla con modales muy cuestionables. Estos programas fueron los que hicieron grande esa cadena que, al parecer, importa poco en RTVE.
Lo que pasó después fue grotesco: los colaboradores no podían aparcar en el interior de la casa de la radio, y tenían que autorizarse para cada jornada, como si fueran visitantes. El motivo era, y es, eliminar cualquier vinculación laboral que valide una posible demanda de puesto de trabajo. Quien haya trabajado alguna vez para RTVE (de forma directa, no a través de una productora) sabe que a los tres años te vas, no sea que te quieras quedar.
Ahora la mayoría de los colaboradores hace sus programas desde casa, con el equipo que se puedan costear, porque hacerlo desde las instalaciones de RNE supone el devengo del 5% de sus ya exiguos emolumentos.
¿Es esto propio de un servicio público? Seguimos a la espera de que se solucione esta situación profundamente injusta para gente que ha dedicado toda su vida al periodismo, lejos de los focos y de las intrigas palaciegas que rigen, por desgracia, sus destinos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Añadir usuarioContinuar leyendo aquí
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Flecha
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Columnista en la sección de Televisión. Ha colaborado en ‘El Mundo’, ‘Letras Libres’, ‘El Confidencial’, en programas radiofónicos y ha sido guionista de ficción y entretenimiento. Licenciada en Comunicación Audiovisual, ha ganado los premios Lengua de Trapo y Ateneo de Novela Joven de Sevilla. Su último libro es ‘La conquista de Tinder’.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos
Más información
Archivado En
Feed MRSS-S Noticias