Con catorce años, la gran mayoría de los mortales está en el colegio -en España, cursando tercero de la ESO-; Wolfgang Amadeus Mozart , sin embargo, estrenó con esa edad su primera ópera seria, ‘ Mitridate, re di Ponto ‘. En el catálogo de su obra realizado por Ludwig von Köchel esta ópera figura como la KV74, lo que significa que para entonces el genio de Salzburgo había ya compuesto más de siete decenas de obras, entre ellas once sinfonías, más de una treintena de sonatas, cuatro conciertos para piano, tres misas, un singspiel -una suerte de zarzuela, con partes habladas y cantadas-, una ópera bufa y distintas composiciones.’Mitridate, re di Ponto’ fue un encargo del conde Firmian, entonces gobernador de Milán, en cuyo Teatro Regio Ducal se estrenó el 26 de diciembre de 1770. El libreto, basado en la obra ‘Mithridate’, de Jean Racine , lo escribió Vittorio Amedeo Cigna-Santi ; su protagonista es Mitrídates el Grande, rey de Pontos, uno de los Estados helenísticos en Asia menor, que gobernó entre los años 120 y 63 a. C. No es habitual su presencia en los escenarios (en España se estrenó escénicamente en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial en 1997). «Es una obra de una dificultad vocal absolutamente estratosférica, y ese es uno de los motivos por los que la obra se hace muy poco», dice Joan Matabosch , director artístico del Teatro Real, que la presenta del 23 de marzo al 9 de abril.El montaje, que ve la luz ahora, ha sido coproducido por el Liceo barcelonés, la Ópera de Fráncfort y el Teatro San Carlo de Nápoles. La dirección escénica es de Claus Guth y la dirección musical de Ivor Bolton . En el reparto, cantantes como Juan Francisco Gatell y Siyabonga Maqungo, que se alternan en el papel titular; Sara Blanch y Ruth Iniesta (Aspasia), Elsa Dreissig y Vanessa Goikoetxea (Sifare), Franco Fagioli y Tim Mead (Farnace), Marina Monzó y Sabina Puértolas (Ismene), Juan Sancho y Jorge Franco (Marzio) y Franko Klisovic (Arbate).Fascinación por MozartWolfgang Amadeus Mozart había llegado a Italia junto a su padre en abril de aquel 1770 -antes de viajar a Milán, el joven compositor había impresionado al Papa Clemente XIV al aprenderse de memoria, tras solo una escucha en la Capilla Sixtina, el ‘Miserere’ de Gregorio Allegri-. «No es extraña la fascinación de este Mozart que viajaba por Europa bajo la rígida disciplina de su padre -escribe Joan Matabosch-, por el tema subyacente del texto de Racine, que volvería a aparecer en otras operas de juventud como ‘Lucio Silla’ o ‘Idomeneo’. En ese padre despótico que es Mitridate, y en ese hijo alienado que es Sifare, deseoso de emanciparse sin llegar a romper los lazos afectivos familiares, veía Mozart una proyección de sentimientos íntimos que ya no podía reprimir».La ópera cuenta la vuelta de la guerra del rey Mitridate, que cree que sus hijos, Farnace y Sífare, lo han traicionado. Los dos están enamorados de Aspasia, la prometida de su padre. «La situación de partida es muy clara: un padre y sus dos hijos codician a la misma mujer , que es la prometida del primero. Por eso, el padre finge su propia muerte en el campo de batalla para poner a prueba la lealtad de sus hijos». Lo dice Claus Guth, que asegura que se trata de una historia que podría ocurrir hoy en día…La puesta en escena del director alemán trae la acción a una empresa familiar contemporánea, y se desarrolla, explica, en tres ámbitos que se entrelazan; la familia, la política y la mansión en la que transcurre la ópera. «Es una escenografía de una mansión de lujo muy realista, pero con aspectos psicológicos también -cuenta Guth-. La música de Mozart siempre abre una puerta que te traslada a otro mundo, hacia una realidad diferente en la que tiene que ver el inconsciente y que no puede interpretarse de manera realista. Este lado superabstracto sirve para hablar de temas irracionales; de miedos, de visiones, de sueños… Se habla mucho de la muerte, que es casi el tema más importante de la ópera. He tratado de encontrar otro lenguaje para hablar de estos temas y de este mundo abstracto; una suerte de energía, de reacciones químicas. Es un lenguaje donde las cosas se hacen grandes o pequeñas y que tiene la lógica de los sueños». Intrigas y lucha por el poderFamilia y política se mezclan en una historia que tiene mucho que ver con la serie ‘ Succession ‘, en la que el patriarca de la familia Roy, dueña de un imperio mediático, ve cómo sus hijos luchan e intrigan por el control de la empresa y por su sucesión. «Uno de mis colaboradores me sugirió que la viera y encontré muchas similitudes entre la serie y ‘Mitridate’. No estamos contando una historia de tiempos y guerras antiguas; estamos contando una historia de nuestros días, de gente de hoy; la historia, más o menos, de una empresa familiar y la lucha por hacerse con el poder de dicha empresa».Otro referente en esta producción es el omnipresente Donald Trump . «Cuando llego a casa después de los ensayos y veo las noticias pienso que se puede establecer un paralelismo entre la persona que está gobernando Estados Unidos y el propio Mitridate. Los dos usan la misma técnica, crear movimientos impredecibles que descolocan a todo el mundo y provocan temor. Nadie puede hacer lo que debe hacer y eso muestra perfectamente el poder de Mitridate. Un nuevo giro suyo provoca que todos vuelvan a la casilla de salida y tengan que reinventar sus planes. El tiempo de su Estado ha pasado, está decayendo, los romanos son más fuertes, pero él intenta sobrevivir con nuevas alianzas. Las cosas funcionan porque gestiona el Estado como una empresa».Noticia Relacionada Oratorio estandar No Requiem en el Liceo: la extinción Pep Gorgori El montaje escénico de Castellucci, deslucido por las deficiencias del coro del teatro«Mozart es un milagro -cambia de tercio Claus Guth-; pensar que es un niño de catorce años el que compone esta ópera; pensar en toda la humanidad que tiene, la inspiración, el conocimiento psicológico de los personajes que demuestra a su edad…». Con catorce años, la gran mayoría de los mortales está en el colegio -en España, cursando tercero de la ESO-; Wolfgang Amadeus Mozart , sin embargo, estrenó con esa edad su primera ópera seria, ‘ Mitridate, re di Ponto ‘. En el catálogo de su obra realizado por Ludwig von Köchel esta ópera figura como la KV74, lo que significa que para entonces el genio de Salzburgo había ya compuesto más de siete decenas de obras, entre ellas once sinfonías, más de una treintena de sonatas, cuatro conciertos para piano, tres misas, un singspiel -una suerte de zarzuela, con partes habladas y cantadas-, una ópera bufa y distintas composiciones.’Mitridate, re di Ponto’ fue un encargo del conde Firmian, entonces gobernador de Milán, en cuyo Teatro Regio Ducal se estrenó el 26 de diciembre de 1770. El libreto, basado en la obra ‘Mithridate’, de Jean Racine , lo escribió Vittorio Amedeo Cigna-Santi ; su protagonista es Mitrídates el Grande, rey de Pontos, uno de los Estados helenísticos en Asia menor, que gobernó entre los años 120 y 63 a. C. No es habitual su presencia en los escenarios (en España se estrenó escénicamente en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial en 1997). «Es una obra de una dificultad vocal absolutamente estratosférica, y ese es uno de los motivos por los que la obra se hace muy poco», dice Joan Matabosch , director artístico del Teatro Real, que la presenta del 23 de marzo al 9 de abril.El montaje, que ve la luz ahora, ha sido coproducido por el Liceo barcelonés, la Ópera de Fráncfort y el Teatro San Carlo de Nápoles. La dirección escénica es de Claus Guth y la dirección musical de Ivor Bolton . En el reparto, cantantes como Juan Francisco Gatell y Siyabonga Maqungo, que se alternan en el papel titular; Sara Blanch y Ruth Iniesta (Aspasia), Elsa Dreissig y Vanessa Goikoetxea (Sifare), Franco Fagioli y Tim Mead (Farnace), Marina Monzó y Sabina Puértolas (Ismene), Juan Sancho y Jorge Franco (Marzio) y Franko Klisovic (Arbate).Fascinación por MozartWolfgang Amadeus Mozart había llegado a Italia junto a su padre en abril de aquel 1770 -antes de viajar a Milán, el joven compositor había impresionado al Papa Clemente XIV al aprenderse de memoria, tras solo una escucha en la Capilla Sixtina, el ‘Miserere’ de Gregorio Allegri-. «No es extraña la fascinación de este Mozart que viajaba por Europa bajo la rígida disciplina de su padre -escribe Joan Matabosch-, por el tema subyacente del texto de Racine, que volvería a aparecer en otras operas de juventud como ‘Lucio Silla’ o ‘Idomeneo’. En ese padre despótico que es Mitridate, y en ese hijo alienado que es Sifare, deseoso de emanciparse sin llegar a romper los lazos afectivos familiares, veía Mozart una proyección de sentimientos íntimos que ya no podía reprimir».La ópera cuenta la vuelta de la guerra del rey Mitridate, que cree que sus hijos, Farnace y Sífare, lo han traicionado. Los dos están enamorados de Aspasia, la prometida de su padre. «La situación de partida es muy clara: un padre y sus dos hijos codician a la misma mujer , que es la prometida del primero. Por eso, el padre finge su propia muerte en el campo de batalla para poner a prueba la lealtad de sus hijos». Lo dice Claus Guth, que asegura que se trata de una historia que podría ocurrir hoy en día…La puesta en escena del director alemán trae la acción a una empresa familiar contemporánea, y se desarrolla, explica, en tres ámbitos que se entrelazan; la familia, la política y la mansión en la que transcurre la ópera. «Es una escenografía de una mansión de lujo muy realista, pero con aspectos psicológicos también -cuenta Guth-. La música de Mozart siempre abre una puerta que te traslada a otro mundo, hacia una realidad diferente en la que tiene que ver el inconsciente y que no puede interpretarse de manera realista. Este lado superabstracto sirve para hablar de temas irracionales; de miedos, de visiones, de sueños… Se habla mucho de la muerte, que es casi el tema más importante de la ópera. He tratado de encontrar otro lenguaje para hablar de estos temas y de este mundo abstracto; una suerte de energía, de reacciones químicas. Es un lenguaje donde las cosas se hacen grandes o pequeñas y que tiene la lógica de los sueños». Intrigas y lucha por el poderFamilia y política se mezclan en una historia que tiene mucho que ver con la serie ‘ Succession ‘, en la que el patriarca de la familia Roy, dueña de un imperio mediático, ve cómo sus hijos luchan e intrigan por el control de la empresa y por su sucesión. «Uno de mis colaboradores me sugirió que la viera y encontré muchas similitudes entre la serie y ‘Mitridate’. No estamos contando una historia de tiempos y guerras antiguas; estamos contando una historia de nuestros días, de gente de hoy; la historia, más o menos, de una empresa familiar y la lucha por hacerse con el poder de dicha empresa».Otro referente en esta producción es el omnipresente Donald Trump . «Cuando llego a casa después de los ensayos y veo las noticias pienso que se puede establecer un paralelismo entre la persona que está gobernando Estados Unidos y el propio Mitridate. Los dos usan la misma técnica, crear movimientos impredecibles que descolocan a todo el mundo y provocan temor. Nadie puede hacer lo que debe hacer y eso muestra perfectamente el poder de Mitridate. Un nuevo giro suyo provoca que todos vuelvan a la casilla de salida y tengan que reinventar sus planes. El tiempo de su Estado ha pasado, está decayendo, los romanos son más fuertes, pero él intenta sobrevivir con nuevas alianzas. Las cosas funcionan porque gestiona el Estado como una empresa».Noticia Relacionada Oratorio estandar No Requiem en el Liceo: la extinción Pep Gorgori El montaje escénico de Castellucci, deslucido por las deficiencias del coro del teatro«Mozart es un milagro -cambia de tercio Claus Guth-; pensar que es un niño de catorce años el que compone esta ópera; pensar en toda la humanidad que tiene, la inspiración, el conocimiento psicológico de los personajes que demuestra a su edad…».
Con catorce años, la gran mayoría de los mortales está en el colegio -en España, cursando tercero de la ESO-; Wolfgang Amadeus Mozart, sin embargo, estrenó con esa edad su primera ópera seria, ‘Mitridate, re di Ponto‘. En el catálogo de su obra … realizado por Ludwig von Köchel esta ópera figura como la KV74, lo que significa que para entonces el genio de Salzburgo había ya compuesto más de siete decenas de obras, entre ellas once sinfonías, más de una treintena de sonatas, cuatro conciertos para piano, tres misas, un singspiel -una suerte de zarzuela, con partes habladas y cantadas-, una ópera bufa y distintas composiciones.
‘Mitridate, re di Ponto’ fue un encargo del conde Firmian, entonces gobernador de Milán, en cuyo Teatro Regio Ducal se estrenó el 26 de diciembre de 1770. El libreto, basado en la obra ‘Mithridate’, de Jean Racine, lo escribió Vittorio Amedeo Cigna-Santi; su protagonista es Mitrídates el Grande, rey de Pontos, uno de los Estados helenísticos en Asia menor, que gobernó entre los años 120 y 63 a. C. No es habitual su presencia en los escenarios (en España se estrenó escénicamente en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial en 1997). «Es una obra de una dificultad vocal absolutamente estratosférica, y ese es uno de los motivos por los que la obra se hace muy poco», dice Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, que la presenta del 23 de marzo al 9 de abril.
El montaje, que ve la luz ahora, ha sido coproducido por el Liceo barcelonés, la Ópera de Fráncfort y el Teatro San Carlo de Nápoles. La dirección escénica es de Claus Guth y la dirección musical de Ivor Bolton. En el reparto, cantantes como Juan Francisco Gatell y Siyabonga Maqungo, que se alternan en el papel titular; Sara Blanch y Ruth Iniesta (Aspasia), Elsa Dreissig y Vanessa Goikoetxea (Sifare), Franco Fagioli y Tim Mead (Farnace), Marina Monzó y Sabina Puértolas (Ismene), Juan Sancho y Jorge Franco (Marzio) y Franko Klisovic (Arbate).
Fascinación por Mozart
Wolfgang Amadeus Mozart había llegado a Italia junto a su padre en abril de aquel 1770 -antes de viajar a Milán, el joven compositor había impresionado al Papa Clemente XIV al aprenderse de memoria, tras solo una escucha en la Capilla Sixtina, el ‘Miserere’ de Gregorio Allegri-. «No es extraña la fascinación de este Mozart que viajaba por Europa bajo la rígida disciplina de su padre -escribe Joan Matabosch-, por el tema subyacente del texto de Racine, que volvería a aparecer en otras operas de juventud como ‘Lucio Silla’ o ‘Idomeneo’. En ese padre despótico que es Mitridate, y en ese hijo alienado que es Sifare, deseoso de emanciparse sin llegar a romper los lazos afectivos familiares, veía Mozart una proyección de sentimientos íntimos que ya no podía reprimir».
La ópera cuenta la vuelta de la guerra del rey Mitridate, que cree que sus hijos, Farnace y Sífare, lo han traicionado. Los dos están enamorados de Aspasia, la prometida de su padre. «La situación de partida es muy clara: un padre y sus dos hijos codician a la misma mujer, que es la prometida del primero. Por eso, el padre finge su propia muerte en el campo de batalla para poner a prueba la lealtad de sus hijos». Lo dice Claus Guth, que asegura que se trata de una historia que podría ocurrir hoy en día…
La puesta en escena del director alemán trae la acción a una empresa familiar contemporánea, y se desarrolla, explica, en tres ámbitos que se entrelazan; la familia, la política y la mansión en la que transcurre la ópera. «Es una escenografía de una mansión de lujo muy realista, pero con aspectos psicológicos también -cuenta Guth-. La música de Mozart siempre abre una puerta que te traslada a otro mundo, hacia una realidad diferente en la que tiene que ver el inconsciente y que no puede interpretarse de manera realista. Este lado superabstracto sirve para hablar de temas irracionales; de miedos, de visiones, de sueños… Se habla mucho de la muerte, que es casi el tema más importante de la ópera. He tratado de encontrar otro lenguaje para hablar de estos temas y de este mundo abstracto; una suerte de energía, de reacciones químicas. Es un lenguaje donde las cosas se hacen grandes o pequeñas y que tiene la lógica de los sueños».
Intrigas y lucha por el poder
Familia y política se mezclan en una historia que tiene mucho que ver con la serie ‘Succession‘, en la que el patriarca de la familia Roy, dueña de un imperio mediático, ve cómo sus hijos luchan e intrigan por el control de la empresa y por su sucesión. «Uno de mis colaboradores me sugirió que la viera y encontré muchas similitudes entre la serie y ‘Mitridate’. No estamos contando una historia de tiempos y guerras antiguas; estamos contando una historia de nuestros días, de gente de hoy; la historia, más o menos, de una empresa familiar y la lucha por hacerse con el poder de dicha empresa».
Otro referente en esta producción es el omnipresente Donald Trump. «Cuando llego a casa después de los ensayos y veo las noticias pienso que se puede establecer un paralelismo entre la persona que está gobernando Estados Unidos y el propio Mitridate. Los dos usan la misma técnica, crear movimientos impredecibles que descolocan a todo el mundo y provocan temor. Nadie puede hacer lo que debe hacer y eso muestra perfectamente el poder de Mitridate. Un nuevo giro suyo provoca que todos vuelvan a la casilla de salida y tengan que reinventar sus planes. El tiempo de su Estado ha pasado, está decayendo, los romanos son más fuertes, pero él intenta sobrevivir con nuevas alianzas. Las cosas funcionan porque gestiona el Estado como una empresa».
«Mozart es un milagro -cambia de tercio Claus Guth-; pensar que es un niño de catorce años el que compone esta ópera; pensar en toda la humanidad que tiene, la inspiración, el conocimiento psicológico de los personajes que demuestra a su edad…».
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