Una miniserie con Stephen Graham dentro te avisa de que no nos van a contar nada feliz. No vamos a acabar con ganas de bailar. En ‘ Adolescencia ‘ (Netflix), el actor británico también es escritor (lo fue en ‘Hierve’). Y la vida no es fácil para su familia. Tiene un hijo que ha sido detenido por matar a una compañera de clase. Cuatro episodios en una ficción que quizá sea lo mejor que se ha estrenado en mucho tiempo. Una serie impresionante desde el punto de la narrativa televisiva o cinematográfica. Y me dan un poco igual los virtuosos planos secuencia, las virguerías técnicas. Lo importante es que toda esa maestría técnica no se enseñorea, no se restriega (mira lo que sé hacer). No nos distrae del drama. Una anodina conversación en el coche de unos policías que parece de ‘ Pulp fiction ‘ y enseguida vemos que los dos agentes van camino de algo grande que va a cambiar la vida de la familia protagonista. Y así discurren los concisos cuatro capítulos (gracias, televisión británica). Entre lo banal y lo trascendental. Esa pesadilla que es la adolescencia, con todas sus desventajas, también puede llevar escondido un crimen. Un crimen banal. Jack Thorne y Stephen Graham, que habían coincidido en ‘The Virtues’, escriben esta maravilla. Y dirige Phillip Barantini (también lo hizo en ‘Hierve’).Cada uno de los capítulos es diferente. Primero, el planteamiento; luego, la visita a la escuela (con todo lo que los policías ignoran pero allí descubren y, otra vez lo técnico, con un ajetreo prodigioso de las cámaras); después, la psicóloga con el niño en el centro de detención y, al final, el desenlace con el cumpleaños del padre a la espera del juicio. Si no hubiera un desenlace, daría igual. Y no me olvido del niño Owen Cooper como Jamie, tan inquietante que hace que la serie sea anticonceptiva. Todo lo contrario es ‘ M. El hijo del siglo ‘ (Skyshowtime), sobre Mussolini . En forma y fondo. Menuda locura. Basada en la biografía de Antonio Scurati (adaptada por Stefano Bises y Davide Serino ), está dirigida por Joe Wright (‘Orgullo y prejuicio’, ‘El instante más oscuro’, ‘Expiación’), que también produce junto a Sorrentino y Larraín . Nos cuenta cómo el Duce llegó al poder. Cómo lo inverosímil puede ser real. Lo cuenta él dirigiéndose al púbico. Un Luca Marinelli histriónico, hipnótico, verborreico. Qué manera de hablar. La serie es como un tebeo (lo de Scurati ya eran viñetas), pero lo importante es la palabra. No hay nada bueno en ese Mussolini. Tan feo como ridículo o psicópata. Y, sin embargo, magnético. De música, tecno o hip hop. Claro que a muchos les parecerá una mamarrachada. Y quizá lo sea, pero muy atractiva. Un desparrame muy divertido. Y esas recreaciones tan creíbles en blanco y negro de momentos históricos. Por ejemplo, la toma de Fiume por Gabriele D’ Annunzio (Mussolini lo envidiaba). Como no diría Hannibal del ‘Equipo A’, me encanta que las series salgan bien. Una miniserie con Stephen Graham dentro te avisa de que no nos van a contar nada feliz. No vamos a acabar con ganas de bailar. En ‘ Adolescencia ‘ (Netflix), el actor británico también es escritor (lo fue en ‘Hierve’). Y la vida no es fácil para su familia. Tiene un hijo que ha sido detenido por matar a una compañera de clase. Cuatro episodios en una ficción que quizá sea lo mejor que se ha estrenado en mucho tiempo. Una serie impresionante desde el punto de la narrativa televisiva o cinematográfica. Y me dan un poco igual los virtuosos planos secuencia, las virguerías técnicas. Lo importante es que toda esa maestría técnica no se enseñorea, no se restriega (mira lo que sé hacer). No nos distrae del drama. Una anodina conversación en el coche de unos policías que parece de ‘ Pulp fiction ‘ y enseguida vemos que los dos agentes van camino de algo grande que va a cambiar la vida de la familia protagonista. Y así discurren los concisos cuatro capítulos (gracias, televisión británica). Entre lo banal y lo trascendental. Esa pesadilla que es la adolescencia, con todas sus desventajas, también puede llevar escondido un crimen. Un crimen banal. Jack Thorne y Stephen Graham, que habían coincidido en ‘The Virtues’, escriben esta maravilla. Y dirige Phillip Barantini (también lo hizo en ‘Hierve’).Cada uno de los capítulos es diferente. Primero, el planteamiento; luego, la visita a la escuela (con todo lo que los policías ignoran pero allí descubren y, otra vez lo técnico, con un ajetreo prodigioso de las cámaras); después, la psicóloga con el niño en el centro de detención y, al final, el desenlace con el cumpleaños del padre a la espera del juicio. Si no hubiera un desenlace, daría igual. Y no me olvido del niño Owen Cooper como Jamie, tan inquietante que hace que la serie sea anticonceptiva. Todo lo contrario es ‘ M. El hijo del siglo ‘ (Skyshowtime), sobre Mussolini . En forma y fondo. Menuda locura. Basada en la biografía de Antonio Scurati (adaptada por Stefano Bises y Davide Serino ), está dirigida por Joe Wright (‘Orgullo y prejuicio’, ‘El instante más oscuro’, ‘Expiación’), que también produce junto a Sorrentino y Larraín . Nos cuenta cómo el Duce llegó al poder. Cómo lo inverosímil puede ser real. Lo cuenta él dirigiéndose al púbico. Un Luca Marinelli histriónico, hipnótico, verborreico. Qué manera de hablar. La serie es como un tebeo (lo de Scurati ya eran viñetas), pero lo importante es la palabra. No hay nada bueno en ese Mussolini. Tan feo como ridículo o psicópata. Y, sin embargo, magnético. De música, tecno o hip hop. Claro que a muchos les parecerá una mamarrachada. Y quizá lo sea, pero muy atractiva. Un desparrame muy divertido. Y esas recreaciones tan creíbles en blanco y negro de momentos históricos. Por ejemplo, la toma de Fiume por Gabriele D’ Annunzio (Mussolini lo envidiaba). Como no diría Hannibal del ‘Equipo A’, me encanta que las series salgan bien.
TVEO
‘Adolescencia’ quizá sea lo mejor que se ha estrenado en mucho tiempo
Una miniserie con Stephen Graham dentro te avisa de que no nos van a contar nada feliz. No vamos a acabar con ganas de bailar. En ‘Adolescencia‘ (Netflix), el actor británico también es escritor (lo fue en ‘Hierve’). Y la vida no es … fácil para su familia. Tiene un hijo que ha sido detenido por matar a una compañera de clase. Cuatro episodios en una ficción que quizá sea lo mejor que se ha estrenado en mucho tiempo.
Una serie impresionante desde el punto de la narrativa televisiva o cinematográfica. Y me dan un poco igual los virtuosos planos secuencia, las virguerías técnicas. Lo importante es que toda esa maestría técnica no se enseñorea, no se restriega (mira lo que sé hacer). No nos distrae del drama. Una anodina conversación en el coche de unos policías que parece de ‘Pulp fiction‘ y enseguida vemos que los dos agentes van camino de algo grande que va a cambiar la vida de la familia protagonista. Y así discurren los concisos cuatro capítulos (gracias, televisión británica). Entre lo banal y lo trascendental. Esa pesadilla que es la adolescencia, con todas sus desventajas, también puede llevar escondido un crimen. Un crimen banal. Jack Thorne y Stephen Graham, que habían coincidido en ‘The Virtues’, escriben esta maravilla. Y dirige Phillip Barantini (también lo hizo en ‘Hierve’).
Cada uno de los capítulos es diferente. Primero, el planteamiento; luego, la visita a la escuela (con todo lo que los policías ignoran pero allí descubren y, otra vez lo técnico, con un ajetreo prodigioso de las cámaras); después, la psicóloga con el niño en el centro de detención y, al final, el desenlace con el cumpleaños del padre a la espera del juicio. Si no hubiera un desenlace, daría igual. Y no me olvido del niño Owen Cooper como Jamie, tan inquietante que hace que la serie sea anticonceptiva.
Todo lo contrario es ‘M. El hijo del siglo‘ (Skyshowtime), sobre Mussolini. En forma y fondo. Menuda locura. Basada en la biografía de Antonio Scurati (adaptada por Stefano Bises y Davide Serino), está dirigida por Joe Wright (‘Orgullo y prejuicio’, ‘El instante más oscuro’, ‘Expiación’), que también produce junto a Sorrentino y Larraín.
Nos cuenta cómo el Duce llegó al poder. Cómo lo inverosímil puede ser real. Lo cuenta él dirigiéndose al púbico. Un Luca Marinelli histriónico, hipnótico, verborreico. Qué manera de hablar. La serie es como un tebeo (lo de Scurati ya eran viñetas), pero lo importante es la palabra. No hay nada bueno en ese Mussolini. Tan feo como ridículo o psicópata. Y, sin embargo, magnético. De música, tecno o hip hop. Claro que a muchos les parecerá una mamarrachada. Y quizá lo sea, pero muy atractiva. Un desparrame muy divertido. Y esas recreaciones tan creíbles en blanco y negro de momentos históricos. Por ejemplo, la toma de Fiume por Gabriele D’ Annunzio (Mussolini lo envidiaba).
Como no diría Hannibal del ‘Equipo A’, me encanta que las series salgan bien.
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